Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Malva Rodríguez González: Quiero llenar al mundo de mi música (+Fotos y Videos)

«Doy gracias por haber nacido rodeada de música, que me acompaña, anda conmigo, desde mucho antes de venir a este mundo. Yo sé que la música será siempre parte esencial de mi vida. Hasta el final. Me conmueve escucharla, interpretarla, hacerla mía», le confiesa a JR la joven ganadora del segundo premio en el Concurso Latinoamericano de Piano América para Todos

Autor:

José Luis Estrada Betancourt

Fueron cuatro las piezas con las cuales Malva Rodríguez González obtuvo el segundo premio en la categoría de Joven Pianista, en el Concurso Latinoamericano de Piano América para Todos: Preludio y fuga en Do menor del tomo I BWV 847, de Johann Sebastian Bach; el primer movimiento Allegro assai de la Sonata en Fa Mayor KV 280, de Wolfgang Amadeus Mozart; Canción sin palabras N. 1 op. 30 (Contemplation), de Felix Mendelssohn, y Playground, de Aldo López-Gavilán.

En un momento en que la pandemia nos mantenía aislados en nuestras casas, y mientras Malva se preparaba para el último examen de tercer año de la Escuela Nacional de Arte (ENA), la noticia del certamen que por vez primera organizaba la Sociedad de Pianistas y Profesores de Latinoamérica y el Caribe se convirtió en otro estímulo para que esta joven, que este 11 de enero arribó a los 18 años de edad, intentara mover hacia la zona de la perfección el exigente programa que llevaba trabajando hacía meses.

«Mira, no estaría mal que te grabaras y te presentes, te va a venir muy bien», la estimuló su mamá, la reconocida flautista Niurka González, cuando le mostró la convocatoria, y Malva no lo pensé dos veces. «Al programa que estaba estudiando solo debía incluirle el Allegro assai, que había tocado un año atrás en la escuela. Sin embargo, se trataba de un concurso online en el que el jurado está convencido de que has envidado tu mejor toma, y uno siempre quiere que quede muy bien, incluso impecable. En las competiciones en directo puede hasta que admitan que“pellizques” una nota, si la pieza te sale bien de arriba a abajo.

«En las bases del concurso estaba establecido que las cuatro obras debían interpretarse sin exceder los 20 minutos y filmarse sin cortes. Me preparé con esmero; y mi profesor, Aldo López-Gavilán, estuvo conmigo hasta en el momento de la grabación. Quedó en la segunda toma.

«Fue muy interesante, y extraño, pues lo que te cuento sucedió en noviembre, mientras el veredicto se dio a conocer un mes después..., me tomó por sorpresa... Compartí premio con un argentino y disfruté la oportunidad de comunicarme con el resto de los concursantes a través de videollamadas por Zoom, y hasta creamos un grupo de WhatsApp donde nos hacíamos muchas preguntas y muchas bromas. Se te expanden los horizontes cuando logras intercambiar con otros pianistas de tu misma edad, buenísimos todos como instrumentistas, y bondadosos al punto de apoyarnos unos a los otros. Ellos fueron los primeros en felicitarme cuando se publicaron los resultados».

—Te recuerdo muy pequeña en La Colmenita, pensé que tal vez te dedicarías a la actuación...

—La experiencia me encantó. Es que es muy divertido, te relacionas todo el tiempo con muchos niños, aprendes jugando y se te desarrolla el lado extrovertido... Empecé en La Colmenita con cinco o seis años, pero después entré en la escuela de música y a mi mamá le pareció que iba a ser demasiado para mí, porque el estudio de un instrumento (y ella lo sabe perfectamente) constituye un compromiso muy serio si el interés es dominarlo bien, entonces tuve que decidirme, pero la actuación es otra de mis pasiones. Cada vez que se me presenta un chance, como ocurrió con la más reciente temporada de De amores y esperanzas, hago todo lo posible por no dejarla pasar.

La experiencia de La Colmenita me encantó.

—¿Fue el piano el primer instrumento que te atrajo?

—Pues sí. Es que teníamos uno en la casa y veía cómo todos lo tocaban menos yo: me sentaba una y otra vez, mas no conseguía sacarle una nota. ¡Y yo quería! ¡Mucho! Así que mi mamá me llevó con la maestra Hortensia Upmann. Las primeras clases se desarrollaron como si se tratara de un taller donde cantábamos, bailábamos y nos relacionábamos con la música. En prescolar empecé a dar piano, sin embargo, fue una carga muy fuerte para mi edad, tan grande que no mostraba ningún interés. Yo observaba a mis amiguitos que llegaban de la escuela, hacían sus tareas y luego tenían todo el tiempo libre, pero no era mi caso.

«Entonces mi mamá decidió que lo mejor era esperar. Transcurrió como un año y apareció el celo, que me encanta: es precioso con ese sonido tan profundo y tan sentimental. Comencé a estudiarlo con la profesora Amparo del Riego, hasta que hice las pruebas de captación en la Escuela Elemental de Música Manuel Saumell. Podía escoger dos instrumentos, y en ese momento recuerdo haber pensado: “Ojalá que lo consiga con el piano”, porque me había quedado con esa cuenta pendiente. 

«Es un camino muy largo, uno se inicia muy chiquitico, así que los padres juegan un papel primordial en esa etapa porque aún no posees el hábito de estudiar, y en los dos o tres primeros años resulta difícil. Recuerdo a mi mamá preguntándome: “¿Estás segura de que es lo que quieres? Pues de lo contrario te sacamos de la escuela”. Pero mi respuesta nunca cambió. Quería estar ahí, aunque a veces me fuera complicado. Es que me fascinaba».

—Y ya en esa etapa aparecieron los concursos, ¿no?...

—Sí, cursaba quinto grado y tercer año de piano cuando participé en el primero. Obtuve tercer lugar. En estos certámenes uno gana muchísimo desde todos los puntos de vista: te toca preparar un programa que debes llevar a un nivel verdaderamente alto, lo cual significa que pasas tiempo puliendo cada detalle, sacándole la esencia a cada pieza.

«Yo he sentido que esas tres ediciones del Concurso Nacional de Piano Amadeo Roldán en las que he competido y el Latinoamericano de Piano América para Todos me han convertido en mejor músico, pero, además, en alguien más responsable, más centrado, que, sobre todo, ama cada día más la música. Entre un certamen y otro la diferencia se percibe. Eso es lo más importante de los concursos, y poder compartir con mis compañeros, conocer a otros estudiantes de otras escuelas...

Estudio 23 Op.740, de Carl Czerny, interpretado por Malva Rodríguez González.

—Entonces, ¿no es problema no alcanzar el primer lugar?

—En lo absoluto, te lo juro. Para mí lo que vale es el crecimiento personal, la experiencia vivida. Nunca he sido una persona competitiva, me gusta participar, me parece divertido. Nunca me ofusco ni me presiono pensando que tengo que ganar un premio, no le veo sentido, porque, además, los resultados dependen de muchos factores. Si uno solo se centra en coger el primer lugar y no lo consigue puede ser después muy frustrante, y entonces sí que es un problema.

Recital de ganadores del Concurso Latinoamericano de Piano América para Todos, en la categoría: Joven Pianista.

—¿Cómo te fue con el pase de nivel? Complicado, ¿verdad?

—Mira, no creo que sea tan complicado como estresante. No olvido que cuando llegaba a los repasos el ambiente se sentía muy cargado... Ufff... ¡¡¡Candela!!! (sonríe). Todo el mundo repasaba todo el tiempo, todo el mundo estaba muy concentrado en estudiar...

—Pero si se la pasan haciendo exámenes, ¿por qué ese temor?

—Porque, como su nombre lo indica, se trata de pasar a un nivel superior, de subir un escalón más alto, y para poder conseguirlo debes presentarte ante un jurado que no te conoce, que si acaso escuchó hablar de ti o leyó una nota en un papel, pero es el que decidirá tu futuro. Los exámenes de la escuela son con profesores que saben qué tipo de alumno eres, si en verdad te has desarrollado entre una prueba y otra, o que enseguida comprenden si te pusiste nervioso «porque normalmente no eres así». A ello le sumas que la presión no es solo por el instrumento sino también por materias como Apreciación musical, Solfeo...

«Esta última es una asignatura que a mí me pone muy nerviosa, porque depende de habilidades, no hay un contenido que aprendas de memoria y listo: problema resuelto. No. Debes ser capaz de tomar dictados melódicos en el momento, poder cantar una partitura a primera vista... Es intimidante, la verdad, aunque si se estudia a conciencia no hay por qué preocuparse... No obstante parece que conseguir esa tranquilidad es imposible...».

—Hortensia Upmann, Aldo López-Gavilán..., profesores de lujo...

—He sido muy afortunada. Hortensia me dio clases en todo mi nivel elemental. Me marcó tremendamente porque fue ella quien me puso las manos en el piano. Es una persona muy buena y dulce, con una manera de enseñar muy singular; todos sus alumnos se caracterizan por lograr un sonido muy especial, y es que desde edades muy tempranas la maestra pone mucho tesón en enseñar cómo deben colocarse las manos para que el sonido salga profundo y bonito.

«En esa etapa también desempeñó un papel fundamental Aimée Herrera, alumna de Hortensia y por tanto muy familiarizada con su método de enseñanza. Aimée es el complemento perfecto: acababa por consolidarlo todo, y ese acompañamiento cuando eres pequeño y todavía estás aprendiendo a estudiar, es genial, una bendición.  

«Ahora soy alumna de Aldo López Gavilán, un maestro espectacular, buenísimo, y un maravilloso intérprete, uno de los pianistas cubanos en activo más renombrados a nivel nacional e internacional. Sus clases son muy amenas y, al mismo tiempo, muy enriquecedoras. Siento que en estos años de nivel medio he avanzado un mundo en mi carrera». 

—Aún te queda cuarto año de la ENA, ¿te ves como concertista?

—Me encanta tocar y disfruto enormemente cuando me presento en cualquier lugar, un bienestar que fui adquiriendo con el tiempo porque al principio me daba pánico... Mira, a veces la vida es incierta y uno no puede adivinar lo que pasará mañana, aunque de todos modos a tu pregunta quiero responder que sí, que me veo como concertista.

—Te lo preguntaba porque a muchos de tus compañeros les interesa el jazz, la música popular, la composición...

—Si yo me voy a dedicar al piano es para ser concertista. Reconozco los valores de la música popular, mas no me cautiva tanto como la clásica. Yo lo que quiero es tocar, tocar mucho, y no únicamente como solista sino también junto a mis amigos en dúos, tríos..., hacer música de cámara...

—El pasado año se dio a conocer el videoclip Danzón para la espera, de Silvio Rodríguez, tu papá, en el cual te descubrimos como realizadora...

—Editar es como un hobby, lo hago desde que estaba en quinto o sexto grado, cuando me daba gusto ideando videos en los que mostraba lo que me llamaba la atención, algo cómico, o mis recuerdos, y hasta les ponía ciertos elementos para que resultaran más atractivos... Cuando mi papá terminó el disco Para la espera se me ocurrió utilizar una de sus canciones para realizar con mi teléfono un video más hogareño, más íntimo, que se fijara en lo lindo de lo cotidiano. Coincidió con que Fabiola Brown Viqueira se quedaba en casa con nosotros, una amiga de Puerto Rico a quien la pandemia le impidió, como a muchos, graduarse, en su caso de ballet. Es ella la que sale bailando. Se lo enseñé a mi papá y quiso compartirlo con todos.

«Cuando en la familia se necesita algo de edición relativamente sencillo, pues yo con tremendo gusto me encargo, como hice, por ejemplo, con Ensayo en cuarentena (fragmentos Habana Concierto) Contradanza, donde aparecen José María Vitier y mi mami».

Danzón para la espera, de Silvio Rodríguez, nos descubrió las inquietudes de Malva como realizadora.

—Hablando de videos me viene a la mente ese donde cantas junto a Liuba María Hevia…

—Me alegra haber tenido esa oportunidad cuando formaba parte de La Colmenita. Según me cuentan, Liuba andaba buscando un niño o niña que cantara con ella en Liuba canta a Teresita, escuchó a varios chiquillos y me eligió. Ya la conocía de antes, pero ella no me reconoció. El disco se grabó finalmente y mi voz está en las canciones: Vinagrito, Dame la mano, Zafirito y Tía Jutía…

«Cuando llegaron los conciertos para la presentación de Liuba canta a Teresita, ya había cumplido diez años y me invitó a cantar en el Karl Marx. ¡Hermoso recuerdo! Hace poco me encontré con un video de esa actuación que no sabía que existía, y hasta me emocioné. Ahí me escuchas cantando: Vinagrito es un gatico... Hace tiempo ya, pero no olvido esa felicidad... Me gusta mucho cantar. Me la paso cantando...».

—¡Y actuar!

—¡Y actuar! Como en el video Con los hilos de la luna, también de Liuba, y en De amores y esperanzas, en un capítulo de esta última temporada, aunque también tuve una pequeña aparición en la primera, como nieta de un personaje que interpretaba Verónica Lynn. Y, bueno, Raquel González, la directora, me llamó esta vez para darme el rol de Diana, una muchacha epiléptica, cuya mamá la maltrataba. Con Diana me la pusieron difícil porque tuve que representar un ataque epiléptico. No dormía viendo videos para observar cómo se producen las convulsiones; yo lo quería hacer bien: por la obra y por respeto a quienes padecen esa enfermedad. 

Malva en la primera temporada de la serie De amores y esperanzas como nieta de Verónica Lynn.

 —¿Ha sido demasiado peso para ti ser hija de Silvio y de Niurka?

—Yo me siento la hija más feliz y bendecida del mundo. Obviamente cuando chiquita no me daba cuenta de esa circunstancia, tal vez porque ni entonces ni ahora han dejado un solo instante de darme amor, como hacen todos los papás con sus hijos. La diferencia, en todo caso, la establecen algunas personas por la manera como te tratan; o cuando llego a un lugar donde no me conocen y piensan que me comportaré de cierta forma porque se han conformado una idea de mí sin haberme conocido, pero la verdad es que ser hija de mis padres no marca ninguna distinción, aunque me sé afortunada porque he vivido al lado de unas personas muy especiales, maravillosas, geniales en sus carreras, quienes me han enseñado a ser buena de corazón. Ambos me colman de superorgullo.

«Los dos constituyen un referente para mí. No solo por lo que me dicen, sino por lo que hacen. Mi mamá es superestudiosa y disciplinada, entregada, que adora su instrumento y me adora. Y mi papá, otro amor, es superperfeccionista y supertrabajador. Esas influencias alrededor mío me han ayudado mucho, tanto en mi carrera, como en la persona que soy. Doy gracias por ello.

«Y por haber nacido rodeada de música, que me acompaña, anda conmigo, desde mucho antes de venir a este mundo. Protegida por el calorcito que me aseguraba la barriga de mi madre, disfrutaba escuchándola tocar la flauta o siendo parte de los conciertos donde cantaba mi padre... Yo sé que la música será siempre parte esencial de mi vida. Hasta el final. Me conmueve escucharla, interpretarla, hacerla mía».

—¿Te has atrevido en la composición?

—Solo he compuesto dos o tres canciones, que he cantado con mis amigos... Nada serio. Sería tan feliz si en algún punto de mi vida recibo el regalo de poder incorporar esa otra faceta, pero sé que la composición es un oficio que exige no únicamente talento y dedicación, sino además tener una gracia, un don especial... Ahora, cuando me despierta la inspiración, me levanto muy sigilosa, me siento muy calladita en el piano intentando rozar apenas el pedal para probar esa idea que no me deja dormir, y con la misma vuelvo a la cama...

—¡Pero si tienes al maestro en casa...! ¿No vas corriendo a enseñarle?

—Debes creerme cuando te digo que me tocó el padre más padre del mundo, pero es una clase de compositor tan grande que intimida su poquito (sonríe)... No, no, es una broma... ¡Claro que se las muestro!, y él me dice lo que más le gusta, me da dos o tres consejos... Es muy dulce, la verdad...  

—¿Te has imaginado ya graduada?

—Por supuesto, me veo estudiando y trabajando sin parar... Tocando sin parar... Me gustaría mirar hacia atrás al pasar de los años y quedarme asombrada por todo lo que conseguí hacer, por como supe aprovechar cada segundo. Quiero llenar al mundo de mi música.

Lista para tocar en uno de los conciertos por los barrios de Cuba, convocados por el trovador Silvio Rodríguez. Foto: Iván Soca

Habanera melancólica unió a Malva con su mamá, Niurka González, y con su profesor, Aldo López-Gavilán.

Desde pequeña le encantó actuar, como se aprecia en el videoclip Con los hilos de la luna, de Liuba María Hevia.

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.