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Un pueblo vestido de luz

El General de Ejército Raúl Castro Ruz, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, y Miguel Díaz-Canel Bermúdez, Presidente de la República de Cuba, enviaron ofrendas florales para acompañar el féretro de Rosita Fornés

Autor:

Juventud Rebelde

El General de Ejército Raúl Castro Ruz, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, y Miguel Díaz-Canel Bermúdez, Presidente de la República de Cuba, enviaron ofrendas florales para acompañar el féretro de Rosita Fornés, a quien se le rindió tributo este martes en el Teatro Martí, de La Habana, antes de inhumar sus restos, en ceremonia familiar, en el cementerio de Colón.

A la destacada actriz le rindieron homenaje, además, figuras del arte y la literatura nacionales y le realizaron la guardia de honor personalidades y dirigentes del movimiento cultural cubano, entre ellos el titular del sector, Alpidio Alonso, y Luis Morlote, presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, informó la Agencia Cubana de Noticias.

Desde las 10:30 de la mañana las puertas del Teatro Martí se abrieron para que el pueblo expresara su reconocimiento a la Vedette de Cuba, para lo cual las autoridades gubernamentales, con la anuencia de la familia, dispusieron una ceremonia que aseguró el cumplimiento de las normas implementadas en el país ante la pandemia de la COVID-19.

Con rosas rojas, fotografías, obras de arte, autógrafos de recuerdo y otras muestras de cariño y respeto, los cubanos despidieron a la inolvidable artista, quien falleció en Miami el pasado 10 de junio a los 97 años de edad.

En el cementerio de Colón, el intelectual cubano Miguel Barnet sintetizó en sus palabras el sentir de muchos: «Reina del teatro y de la televisión, en la década de los 40 y de los 50, el público la aclamó como una de sus figuras más célebres. Ella no fue otra cosa que un pueblo vestido de luz. Creó una imagen de la sensualidad femenina que ha quedado como un modelo del buen arte. Su desaparición física será una resurrección de su incandescencia y la posibilidad de nunca perderla. Rosita, descansa tranquila porque nunca te vamos a olvidar. Y gracias por todo».

 

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