Yaimel López Zaldívar. Autor: Juventud Rebelde Publicado: 24/08/2019 | 09:36 pm
El periodista, antes que todo, debe ser buena persona. Ese es el caso de Yaimel López Zaldívar (La Habana, 1ro. de agosto de 1983). Un personaje delgado y de largos dreadlocks que aunque ejerce como diseñador gráfico e ilustrador, se le da muy bien esa rama del periodismo que es el humor gráfico, en el que debutó en 2008 en la publicación La calle del medio.
Así, cuando preguntas sobre Yaimel, antes de que comenten que tiene tremenda línea te dirán «ese chama es tremenda gente». Pero si hoy llega a nuestras páginas no es por esa cualidad tan necesaria sino por su relevancia como dibujante. Él pertenece a una generación que marcó desde La ubre del humor, suplemento de La calle del medio, una estética diferente a la que hasta ese momento tenían nuestros medios de prensa. Dicho sea de paso, como gestor principal del proyecto estuvo el gran Ares.
En el barrio de Calabazar creció Yaimel. Y fue en la etapa preuniversitaria que incursionó en serio en la plástica con dos muestras. La primera siendo estudiante de los Camilitos de Capdevila, de humor general; la segunda, en 10mo. grado, en la escuela Leoncio Prado, de San Antonio de los Baños.
Esta última, de caricatura personal, le trajo algunos problemas con algún que otro acomplejado. Aunque la primera exposición personal ya en serio la realizó en 2013 en la galería Pancho Vázquez de este diario, que hoy lo invita a conversar.
—¿Cuáles fueron tus primeros referentes?
—Los humoristas gráficos cubanos y algunos ilustradores internacionales, pero en especial todos los amigos que me rodeaban en La calle del medio.
—¿Por qué el humor gráfico y no el paisajismo o lo abstracto?
—Es algo que nunca me he preguntado. Las historias me vienen a la cabeza de ese modo y así las cuento.
—¿Estudiar en el Instituto Superior de Diseño (ISDi) cuánto influyó en tu desarrollo hacia el humorismo gráfico?
—El diseño gráfico me enseñó a contar historias de una manera agradable, no solo desde lo formal, también desde lo conceptual. Establecer conexiones en función de un concepto y presentarlo al receptor de modo que seduzca, es algo que aplico siempre en el humorismo gráfico, y que sin lugar a dudas se lo debo a mi paso por el ISDi.
—Tu generación tiene varios jóvenes que se destacan: Yoe, Luirri, Geider, Brady, Zardoyas ¿la competencia entre ustedes los hizo mejores?
—Más que competencia existía mucho apoyo, y resulta muy agradable ver la evolución de cada uno de los que en un momento estuvimos unidos bajo el amparo de La ubre...
—La ubre del humor los catapultó, ¿cómo recuerdas ese proyecto? ¿Qué pasó con él?
—La ubre... es una de las mejores cosas que le ha pasado al humorismo gráfico cubano, no solo por la sangre joven que logró inyectarle al medio, sino además por la cátedra que logró establecer hacia un humorismo distinto a lo que se estaba haciendo en el país, o por lo menos a lo que se estaba publicando, y por otra parte por los amigos de causa.
«Es una suerte y un privilegio haber pertenecido a ese proyecto hermoso desde sus inicios, y que por desgracia se disolvió como publicación impresa una vez que dejó de circular La calle del medio. Pero algunos de sus puntales aún siguen trabajando unidos, esta vez en un proyecto galerístico ubicado en La Habana Vieja que mantiene el mismo nombre, La ubre...».
—¿A qué hora sueles dibujar? ¿Qué técnica prefieres y por qué?
—Temprano en la mañana es como me siento mejor para trabajar. Y en cuanto a la técnica, siempre es una mixtura entre lo analógico y lo digital.
—¿Dónde te sientes más cómodo trabajando, en los grandes o los pequeños formatos?
—Ya hace un rato que no hago formatos pequeños, pero no hay ninguna razón en particular detrás de esa tendencia.
—¿Cómo se define Yaimel?
—Buena gente.