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Necesito contar las historias

Por Tienda de mascotas, el joven escritor Yunier Riquenes ha sido reconocido con el Premio del Lector en la Feria del Libro

Autor:

José Luis Estrada Betancourt

«Tienda de mascotas es un libro que se publicó en 2018 por la Editorial Oriente. Es la segunda parte de la vida de Tigre, un gato negro. La primera, Cuentos de Tigre, se dio a conocer dos años antes de manos de la Editorial Gente Nueva. Es allí donde aparece este personaje, quien decide formar su familia; es decir, que la familia es el tema más importante. Ahora Tigre descubre una tienda de mascotas y decide investigar qué animales están allí. Tienda de mascotas es un canto a la libertad».

Es Yunier Riquenes contándonos sobre Tienda de mascotas, el libro por el cual acaba de recibir un alegrón infinito. Ahora mismo este joven nacido en el poblado El Granizo, en Jiguaní, Granma, y radicado desde hace unos años en Santiago de Cuba, se siente halagado porque en la edición habanera de esta feria recibió el Premio del Lector, ese que distingue los textos más vendidos en Cuba en el año, en este caso en 2018.

—¿Cómo empezó la historia de ese libro?

—«En Santiago de Cuba existe una casa de mascotas, donde se venden animales, y siempre paso por ahí. A veces por las noches se escuchan los sonidos de los animales. Y me dije: Tigre tiene que dejarse caer por aquí.

«Esta saga tendrá siete partes, como la vida de los gatos. En la tercera Tigre escribe un libro de autoayuda para ser feliz; en la cuarta se convierte en detective, y en la quinta abre su muro en Facebook. No anuncio más».

—¿Por qué los personajes son animales?

—No hago nada nuevo. Me gustan mucho las películas animadas con animales. Se cuenta de todo. Y el público es más amplio. Hay películas geniales. Y trato de que lo que escriba se lea y sea como una película. Los animales son un motivo para hablar de temas diversos y también para fomentar el cuidado a ellos.

«El año pasado Historia de amor de una perra de pelea me dio muchas alegrías. Y ahora Tigre. Tigre, el gato negro, y Fiona, la perra de pelea, son dos de esos personajes por los cuales me preguntan algunos lectores. Y para complacer peticiones, y pensando en ellos, en la cuarta parte de Tigre se juntan».

—¿Habías sido reconocido antes? Supongo que esa debe ser la alegría mayor de un escritor: que lo lean…

—El Premio del Lector es una sorpresa y una alegría. Recuerdo que Flor Nodal, promotora de Gente Nueva, me dijo en la feria antepasada: «Tu libro Cuentos de Tigre estuvo entre los finalistas del Premio del Lector». Esa fue mi primera alegría, que se ha tornado inmensa con el abrazo que le ha dado el público a la segunda parte. ¡Tremendo! Nunca lo imaginé. Por primera vez lo recibo, y como me insisten algunos amigos: es el de la popularidad, el premio más importante (sonríe con humildad).

«Las muestras de cariño que he tenido con ambos libros son inolvidables. El contacto con los padres y con los niños es superimportante. Por supuesto, ha sido posible además por las ilustraciones de Mónica García, que lo hacen más atractivo. Ella le dio imagen y cuerpo a Tigre.

«Ambas partes son álbumes ilustrados. El libro se vende por sus bellísimas ilustraciones. A uno se le mete por los ojos. Entonces este premio es de quien lo escribe, pero mucho también de quien lo ilustra y lo diseña. Y del equipo de la Editorial Oriente. Aimara Vera, que permitió entonces mantener formato e ilustraciones. Y luego Yolanda García. A los lectores, gracias».

—¿Qué provoca tus narraciones? ¿Por qué tanta insistencia en dirigirte al público infanto-juvenil?

—Una vez fui un niño que adoraba a los animales. Me enseñaron a amar a los perros y los gatos. Una vez fui un niño que veía películas, dibujos animados. Y soñaba cuando leía, amaba a los animales y veía las películas. Un niño que creció y comenzó a trabajar con y para los niños. Te das cuenta de que toda esa mezcla es necesaria. Aprendí que la infancia es hermosa, pero también terrible. Por ello debo hacer todo lo que esté a mi alcance por la infancia.

«Observar me hace escribir. Necesito contar historias y compartirlas. Los animales te permiten tocar la sensibilidad y emocionar. Existen temas tabúes, difíciles, y yo respeto a los autores que los tocan en sus textos, pero quiero encontrar otra manera de proponer. Por eso hablo de gatos y perros de pelea, aunque los niños y adolescentes también se convierten en personajes. Sueño con que algún personaje sea inolvidable para la gente, y haga pensar. Solo eso».

—¿Con qué has sorprendido a tus seguidores en esta feria?

—Con dos libros: No apto para mayores y Eduardo Heras León: en el aula inmensa de la vida, este último una selección y compilación de entrevistas de periodistas cubanos y extranjeros realizadas a este escritor. Incluye asimismo las palabras de agradecimiento a los premios que le han otorgado: nacionales de Literatura y de Edición, y el Maestro de Juventudes, entre otros.

«Todos los textos de Eduardo que salen en esta feria son importantes. Y mucho más los suyos. Pero este tiene algo especial. Viene siendo como el libro promocional de un autor. Nos revela su vida y su obra. Él las va contando. Resultan de mucho valor sus palabras en el momento en que les entregaron estos reconocimientos, a lo cual se suma que al final del volumen aparecen un índice onomástico y la bibliografía activa. Eduardo Heras León: en el aula inmensa de la vida es una herramienta promocional. Se lo debemos a Ediciones La Luz, una editorial que sabe celebrar y homenajear, debo decirlo sin el deseo de herir a nadie. Quiero agradecer a Luis Yuseff y a su equipo, y al maestro por la entrega y la confianza.

«También anda por las librerías No apto para mayores, dirigido a los niños y los padres. Siempre los padres son los que prohíben. ¿Qué sucede si ocurre lo contrario?.

«Antes de que la feria cierre en Santiago de Cuba, deben salir a la luz Las coincidencias (Ediciones Matanzas) y la novela La edad de las ataduras (Ediciones Áncoras)».

—¿Por qué si puedes dedicarte solamente a escribir, te «enredas» en un proyecto como Claustrofobias Promociones Literarias?

—Es la posibilidad de compartir libros, la oportunidad de que más lecturas lleguen a más personas. El mayor objetivo de Claustrofobias es darles el valor a los libros y autores cubanos, que estos sean visibles aquí y en el resto del mundo. Queremos que la gente se acerque al libro, que los niños lean. Crear y construir la comunidad del libro cubano. Apoyar porque no somos ni podemos ser los únicos en estos tiempos de tecnologías y apatías.

«Claustrofobias constituye un sueño de Naskicet Domínguez y mío. Naskicet ha desempeñado un papel determinante en este proyecto, en mi carrera. Le agradezco por ese espíritu suyo, que no decae, de hacerme pensar la escritura desde las nuevas formas de comunicación, de llamarme la atención sobre lo útil de las bases de datos, de saber clasificar la información. Su energía también me sostiene.

«En cuanto a mis textos, solo sé que cuando se tienen historias por escribir el tiempo lo sacas de donde no hay. Claustrofobias no ha impedido que escriba mis historias».

—¿Cuáles han sido las principales victorias de Claustrofobias? ¿Qué los tiene todavía insatisfechos con este proyecto?

—En siete años hemos logrado formar una comunidad que sigue y comparte nuestros contenidos. Una comunidad amplia en Cuba y más en el extranjero. Se ha logrado construir una plataforma que propone los contenidos literarios en diversos soportes: web, redes sociales, incluida aquella para los libros y autores cubanos.

«Los cursos infantiles de escritura creativa en el verano durante cinco años; los libros digitales, los periódicos culturales, el reconocimiento de la gente y la utilidad que encuentran en nuestras informaciones, son algunas de nuestras satisfacciones. También mantener el programa radial, el club martiano Patria, para promover la vida y obra del Apóstol…

«¿Las insatisfacciones? Aún no se comprende bien qué es nuestra plataforma. Queremos que los cubanos que viven en Cuba tengan mayor acceso a ella».

—¿Cuáles son los principales problemas que enfrenta la promoción de la literatura en Cuba?

—Lo primero es que el amor por los libros se va perdiendo si no hacemos todo lo posible por mantenerlo vivo. Cómo hacer para seguir leyendo y enamorar a los demás. Hay que darles el valor al libro y a los autores. Mientras la promoción no se parezca a la vida, entonces estamos fallando. Han cambiado los contextos, los soportes. Y el libro debe ir tomando esa velocidad. Existen otros modos de «jugar» y proponer los textos y la lectura, contenidos diversos para públicos diversos. Hay que leer lo impreso, pero hay que leer lo digital. Estamos en momentos de sumar, no de excluir.

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