Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Selfie adentro en la prudencia

Varios estrenos y reposiciones han ocupado la cartelera teatral por estos días

Autor:

Frank Padrón

Varios estrenos y reposiciones han ocupado la cartelera teatral por estos días.

La prudencia es una pieza del argentino Claudio Gotbeter llevada a la escena cubana por Estudio Teatral La Chinche. Maestro del absurdo —que en más de un momento lo emparenta con nuestro Virgilio—, el autor dirige el grupo Comedias Negras, con el cual ha montado varios títulos suyos como Los invisibles de siempre, Desquiciados o la laureada Irreverentes.

En esta obra, en la cual reúne con cinismo y humor ácido a tres mujeres al borde de ataques de nervios, conectadas también con el sinsentido, las fobias contemporáneas y los egos desmedidos, encontramos suficiente dosis de ironía y sarcasmo para divertirnos mientras reflexionamos.

Al acercarse a este universo abigarrado, Lizette Silveiro, directora del colectivo —también responsable de la puesta—, consigue conferir la movilidad requerida en ella, explayándose en una espacialidad que combina lo físico y lo gestual con alusiones que desbordan el recinto donde ocurren las disparatadas acciones.

Sin embargo, Silverio equivoca el método actoral, al exigir a sus actrices (María Carla Guevara, Camill Baeza y Laura Tarrao) un desborde histriónico que lleva el umbral de los personajes a la caricatura y el brochazo. Algo innecesario por dos razones plausibles: el tono farsesco de la pieza, que desde los minutos iniciales capta el espectador, no requiere de tales énfasis; y en segundo término, teniendo en cuenta la ductilidad y gracia indudables de las actrices.

Ciertos problemas respecto a la interiorización en las peculiaridades sicológicas de los caracteres e irregularidades a la hora de proyectarlas, signan los desempeños en el montaje de Adentro, escrita por Abel González Melo (Chamaco, Mecánica…) que resultara Premio Nacional de Dramaturgia José Jacinto Milanés 2005, a cargo esta vez de Roger Fariñas para Cabotín Teatro y Los Impertinentes, de Sancti Spíritus.

El texto, que se situá en el primer quinquenio (muy gris también en ciertos ambientes como los que capta la obra) del siglo XXI, permite un análisis y una metabolización ya a la luz de más de una década respecto a los temas abordados. (In)variantes del agudo dramaturgo sobre la marginalidad, sexualidades soterradas y funcionales, exilios —e insilios— inevitables, colisiones entre ética y utilitarismos personales, familiares, sociales… a los que siempre toma tan bien el pulso González Melo.

Aun con tropiezos perdonables en un debutante, perfectamente superables para futuras presentaciones (el diseño lumínico de José A. Rodríguez pudo explor(t)ar mejor los cambios escénicos; la banda sonora del mismo director quizá no debió limitarse a la canción Manantial, de Pablo Milanés —si bien está bien elegida en tanto correlato—, y en general se debió dinamizar un tanto más el concepto de puesta), Fariñas demuestra una sensible aprehensión de las coordenadas y apreciables subtextos de la letra.

Selfie (beca de creación El reino de este mundo 2018 de la Asociación Hermanos Saíz) significa la presentación en la escritura del joven actor y teatrólogo Carlos Sarmiento, quien la lleva a escena mediante Teatro del Caballero, que dirige José Antonio Alonso.

La notable recepción, sobre todo de un público juvenil, en anteriores temporadas, ha hecho que la obra suba de nuevo a la sala Llauradó, en la cual repite su éxito.

Se trata de un experimento autofictivo que implica la existencia de un personaje-autor, el cual se involucra en el texto para complementar los diálogos y parlamentos de los actores, cuyos personajes trasuntan sus historias.

Por ahí hay que empezar a ver grietas en la puesta; si en ciertos momentos ello funciona —como en la ruptura brechtiana cuando el relato se interrumpe con la realidad de la representación—, la mayoría de las veces la presencia significa redundancia, por lo cual se torna absolutamente superflua.

Pero la mancha de Selfie radica fundamentalmente en la cantidad de conflictos que se tratan de reunir a nivel escritural sin que se aprecie un feliz desarrollo de los mismos: choques de pareja, iniciaciones, peso de la infancia y la familia, el sempiterno exilio, las dificultades cotidianas y otros tantos se van superponiendo y alternando, unas veces apelando a la risa fácil, otras (la mayoría) con un apego a la retórica y a la plasmación explícita que la acerca más al discurso y al panfleto que a la imprescindible elaboración imaginal que toda letra (sobre todo ficcional) requiere. 

Mejor le va a Sarmiento a nivel representacional, con un satisfactorio resultado a la hora, digamos, de insertar retrospectivas, combinar tiempos y variar con ello elementos escenográficos (Lizandra Rodríguez) con la ayuda eficaz de elementos sonoros (Jorge Luis Lagarza) y lumínicos (Norberto Parra).

Respecto a las actuaciones, se aprecian ciertos énfasis innecesarios o tics que pudieran ser limados en futuras temporadas, pero en general se consigue un digno trabajo de equipo.

Limitaciones y logros aparte, no hay dudas de que debemos seguir las nuevas incursiones de Estudio Teatral La Chinche, Cabotín Teatro y Teatro del Caballero con estos y otros autores ahora representados, que seguramente tienen mucho que decir y sugerir.

Desde Sancti Spíritus llegó Adentro, obra escrita por Abel González Melo.

La prudencia, por Estudio Teatral La Chinche. Foto: Ismael Almeida

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.