Carilda Oliver y Raidel Hernández. Autor: Cortesía del entrevistado Publicado: 21/09/2017 | 07:00 pm
MATANZAS.— La casona de Calzada de Tirry 81 florece cada día. Versos y nuevos derroteros se respiran en un ambiente de creación cultural. Esa vetusta mansión se ha convertido en un valladar contra la desidia. Allí nació la poetisa Carilda Oliver Labra, quien ha escrito toda su obra en esa casa y que ahora expande su intelecto como parte de un proyecto que se distingue por ampliar los espacios de promoción cultural en Matanzas, al concebir otras opciones que involucran diversos sectores de la comunidad.
Carilda celebra este jueves su 95 cumpleaños con extrema lucidez, vital y fecunda, con su esplendor excepcional, con la misma sagacidad de siempre, emprendedora y con un vuelo poético de trascendencia universal.
El proyecto Al sur de mi garganta se despliega con el interés de transformar paulatinamente su residencia en un Centro Cultural, cuyo espacio amplíe la promoción de la cultura cubana.
La iniciativa fue bautizada con ese nombre en honor a la segunda publicación de la Premio Nacional de Poesía (1950) y Premio Nacional de Literatura (1997). Desde su surgimiento el espacio ha sido visitado por innumerables personalidades tanto cubanas como internacionales. La inolvidable presencia de Antonio Guerrero tiene apreciados ecos en la memoria de los matanceros cuando, recién llegado a la patria, solicitó estar en la ciudad para entre otros menesteres, corresponder a la invitación que le extendiera la directiva del Proyecto.
Otros artistas e intelectuales han deleitado a los participantes a lo largo de casi cuatro años de intensa labor. Entre muchos otros, Miguel Barnet, Marilyn Bobes y Zaida Capote.
Para este 6 de julio se prepara un grupo de actividades con la intención de festejar los muchos años dedicados por Carilda a la cultura y a la poseía en particular.
Raidel Hernández Fernández, esposo de Carilda y presidente del proyecto, comentó a este diario sobre la trascendencia de este singular momento: «…Celebramos una vida usada por el amor, por la poesía y por el trabajo. Al sur de mi garganta se ha convertido en un lugar común para el encuentro de nuestra comunidad con todos los sectores del país. Carilda nos ha inspirado para llevar nuestro trabajo un poco más allá, al insertar las estrategias que se despliegan en las redes sociales, a través de las cuales hemos podido promocionar el arte y la literatura entre miles de personas por todo el mundo».
En la actualidad, Carilda mantiene su acción en la tertulia que lleva su nombre y que este año arriba a los 30 años de fundación.
«En el origen la tertulia desplegó su actividad en el Museo Provincial Palacio de Junco, pero en los últimos tiempos su epicentro se ha situado en la propia residencia de la poetisa. Además, los métodos concebidos para el desarrollo y expansión del proyecto pretenden la ejecución de diversas estrategias orientadas hacia los entornos comunitarios, con la finalidad de enriquecer y fomentar los valores culturales y espirituales de la nación.
«Para lograr el cumplimiento de estas acciones es necesario el espacio vital de la residencia de Tirry 81, sitio donde se planifican y se ejecutan las actividades concebidas por los colaboradores y gestores del proyecto», explicó Raidel.
Al sur de mi garganta funciona con el apoyo de varias instituciones como el Centro Provincial del Libro y la Literatura en Matanzas y la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac). Asimismo ejecuta todas las estrategias teniendo como premisa la participación, contribución y cooperación del Frente de Afirmación Hispanista (FAH), fundación con sede en Ciudad de México dedicada a la promoción y reafirmación de la cultura en nuestros países, y que preside el ilustre intelectual, investigador y escritor Fredo Arias de la Canal, quien ha entregado aquí el Premio José Vasconcelos a varios hijos de esta tierra: Salvador Bueno, Carilda Oliver Labra, Lorenzo Suárez y Nurya Gregori, así como a otro cubano residente en Miami, Francisco Henríquez.
Carilda, quien ha sido protagonista en la indagación acerca de este grupo de trabajo que también ella lidera, nos expresa con su acostumbrado gracejo y la clarividencia de sus 95: «¡Qué mayor felicidad puedo ambicionar para mí que las palabras estén vivas en mis labios, y poderlas dar como siempre he querido, porque las palabras tienen una condición misteriosa de ser nuestras y a un mismo tiempo de los otros! Esta es una bendición que el lenguaje nos ofrece, poder existir más allá del cuerpo. Cada verso repetido, cada poema vuelto a leer, es un nacimiento».