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Jesús Lara, el amor siempre es bienvenido

El incansable artista de la plástica inauguró este viernes su exposición Yo también sueño con serpientes, en el hotel Habana Libre, donde además presentó su libro Domo Magicus

Autor:

José Luis Estrada Betancourt

Con el V Festival de Música de Cámara Leo Brouwer de fondo, el incansable artista de la plástica Jesús Lara Sotelo acaba de dejar inaugurada este viernes su exposición Yo también sueño con serpientes, en el hotel Habana Libre, donde además presentó, amparado por la editorial Extramuros, su libro Domo Magicus.

La cuestión radica en que Jesús Lara es de esos creadores que no se pueden detener. Tal vez porque ha comprendido, según confesó a Juventud Rebelde, «que el tiempo con que cuento es menor que mi necesidad de decir cosas. Porque soy consciente de la responsabilidad que entraña poder comunicarme a través del arte; privilegio que debo utilizar sin descanso en beneficio de la humanidad».

Una conocida canción del trovador Silvio Rodríguez inspiró el título de Yo también sueño con serpientes, una exposición que cumplimenta un viejo anhelo. «Quienes me conocen, argumenta Lara, saben que adoro la música toda, pero que la Nueva Trova me marcó para siempre, con sus letras líricas, sentidas, llenas de ideas y sugerencias, que no pocas veces han disparado mi creatividad, han motivado mi obra como artista de la plástica y escritor.

«Todo comenzó mientras volvía nuevamente a las composiciones de Noel Nicola, cuando estudiaba sus textos que quería utilizar en unos poemas, y de repente me sorprendí haciendo el primer retrato para ilustrarlos. Y claro, como entrar en contacto con la obra de Noel es acercarse también al Grupo de Experimentación Sonora del Icaic, a Silvio, Pablo, Leo Brouwer, Sara González..., caí como en un frenesí creativo, tal vez por esa antigua deuda que se encendió en mi subconsciente. Cuando vine a ver, estaba trabajando muchos de los rostros de esos grandes que tanto han aportado a la cultura cubana.

«Cuando estaba haciendo los retratos surgió la idea de que podía hacer uso de las técnicas pictóricas que he ido realizando en todos estos años. El de Noel, por ejemplo, es muy cubista, pero al mismo tiempo también expresionista, y así, en esa conjunción de estilos, cada uno va siendo muy diferente al otro. De manera que, sin pretenderlo, en esta muestra se puede apreciar todo el conocimiento que he ido acumulando en estos años de intensa creación.

«Después de muchos encuentros con Liudmila, la viuda de Noel, para que me ofreciera muchos más detalles sobre la vida de este importante creador, le mostré el lienzo y ella no solo mostró su satisfacción por la obra, sino que me facilitó algunas partituras suyas, y eso me hizo decidir que los 15 cuadros que conforman la exposición aparezcan acompañados por partituras de quienes los inspiraron: Silvio, Pablo, Noel, Leo, Emiliano Salvador, Frank Fernández, Pancho Amat, quien ha compuesto para la ocasión un tema; Isaac Nicola, Víctor Pelegrini, Jesús Ortega, Ariadna Cuéllar..., porque en Yo también... se le rinde homenaje, de igual forma, a la guitarra, un instrumento al que me acerqué durante dos años. Y es que soy un músico frustrado, de ahí siempre mi proximidad a la música, a instrumentistas...

«En fin, que considero que es un proyecto hermoso, donde se aúnan pinturas, música, partituras, audiovisuales (hay proyecciones)..., y que permitirá apreciar las diferentes etapas por las que ha pasado mi carrera, desde que expuse con 17 años, amparado en el cubismo, Me refiero al hombre, hasta estos momentos; por tanto se verán vestigios de lo mejor que me han ido dejando los diferentes períodos por los que ha atravesado mi obra. Yo también sueño con serpientes es un canto al amor, a la amistad, a la belleza; un homenaje a la condición humana, que es el elemento básico que mueve mi creación».

—¿Resultó muy trabajosa esta exposición?

—Sí, fue un reto para mí porque casi todas son obras murales de dos metros de alto por 1.40 a 1.60 metros de ancho, y que me han exigido mucho rigor. Son retratos que indagan más en lo psicológico que en lo físico, aunque no desdeñan la búsqueda del parecido. Mas lo importante fue captar la esencia, el «drama» de cada personaje. Primero los pinté con acrílico, para luego trabajarlos con carboncillos, pasteles, tintas chinas..., técnicas que se han fusionado para dar como resultado piezas que considero son interesantes, novedosas.

—¿Qué propones en Domo Magicus, que próximamente también se presentará en el tradicional Sábado del Libro de La Habana Vieja?

Domo Magicus es una compilación de 135 poemas con algunos aforismos, algunos nacidos del placer que siento de ser el padre de mi pequeña Geraldine; y otros provocados por esas preocupaciones que me acosan como ser humano. Por tanto es un libro que todo el tiempo está formulando interrogantes, que busca convertir al lector en mi cómplice, que se implique, que forme parte de él. Entonces hay poemas que versan sobre cómo las personas se enfrentan a su propia existencia.

«Este es un libro escrito con toda la honestidad que he podido reunir dentro de mí y que no pretende erigirse como un postulado literario, sino que persigue quitar el sueño, que ofrece argumentos que tienen como fin llamarnos a que mantengamos la vigilia.

«De cualquier manera puedo asegurarte que tanto la exposición como Domus Magicus nacieron como un acto de puro amor, y para mí el amor siempre es bienvenido. Ese es uno de los grandes poderes del arte: engrosar la espiritualidad, que al final es lo que nos permite estar preparados para transformar la conciencia del hombre del siglo XXI».

—Este libro llega con el prólogo del destacado poeta César López, premio nacional de Literatura...

—Siempre han resultado muy hermosos mis encuentros con el maestro César López. Nosotros nos reunimos cada cierto tiempo para hablar sobre cultura cubana y universal. Y cuando le llevé una parte del libro, que lo leyó, con toda su caballerosidad, me dijo: Yo quiero escribirte el prólogo. ¡Qué sorpresa tan emocionante! «Maestro, le pregunté, ¿cree usted que vale la pena que ofrezca su respetada firma?, porque a veces dudo si voy por el camino correcto, aunque crear sí me hace sentir completamente libre». Entonces me respondió: «Pues si te has sentido libre, por supuesto que vale la pena».

«Luego de esa conversación se dio a la tarea de escribir un magnífico prólogo (como es común en él), el cual resume con belleza lo que significa este texto. Para mí es un honor que este premio nacional de Literatura haya tenido esa deferencia tan grande conmigo».

—Imagino que ahora venga un merecido descanso…

—(Sonríe). Por ahora creo que eso es imposible en mí. Estoy inmerso en muchos otros proyectos de literatura, también ilustrando varios libros que no son míos, preparando una pequeña muestra de caricaturas de personajes de la cultura, escribiendo ensayos..., en fin que he estado todo el tiempo sumergido en el mundo de la creación, pero muy satisfecho de que sea así. Porque estar metido en ese proceso me hace muy feliz.

—No es muy común que un artista de la plástica se desdoble en escritor...

—En estos últimos años ha sucedido que los artistas en Cuba se desarrollan en diversas manifestaciones. Es un tipo de creador multifacético. En mi caso particular la necesidad de cambio, de investigación ha estado siempre. Quizá como últimamente doy a conocer más esas otras vertientes de mi labor, se pudiera pensar que estoy tratando de hacer muchas cosas. Y no es así, comencé a escribir alrededor de los 16 años, a pesar de que lo que más me mueve son las artes visuales, que se apoderaron de mí desde que tenía cuatro años. A los cinco estudié piano, pero cuando mi mamá vio todas las partituras dibujadas decidió pasarme a la pintura, y hasta el sol de hoy.

«En realidad, mis poesías iniciales nacieron a los 14, pero la escritura en serio empezó, como ya te dije, desde los 16, cuando descubrí a los clásicos: Víctor Hugo, filosofía alemana, Martí...

—¿Entonces a los cuatro años comenzaste a pintar?

—La primera palabra que aprendí a pronunciar, por extraño que parezca, fue «piz» y quería decir lápiz, porque mi mamá siempre fue amante de la artesanía y se pasaba la vida dibujando. Uno de mis primeros dibujos o garabatos fue una mujer embarazada; yo no había reparado en el detalle hasta que hace poco mi mamá me mostró los dibujos de aquellos años, lo que demuestra que el hombre siempre ha sido el centro de mi quehacer. Sobre los siete, vi en la Bohemia una ilustración de Picasso y me dije: yo quiero hacer esto. No sabía de lo que estaba hablando. Con el tiempo supe quién era Picasso, lo que me gustaba. Lo curioso es que he hecho tantas cosas que me he convertido en Jesús Lara.

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