Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

En cuerpo y alma sobre las tablas

El actor cubano Hamlet Paredes Grau se reparte entre el ejercicio del Derecho y su amor por el teatro

Autor:

Ana María Domínguez Cruz

Cuando nació, Hamlet Paredes Grau estuvo seis meses sin nombre. «No se reconocía el que mi mamá proponía y a través de cartas, quejas e insistencias suyas finalmente logró que me registraran». —Te persigue la máxima del Príncipe de Dinamarca, Ser o no ser— le digo y él sonríe… «Es posible, pero solo en la demora de nombrarme, porque soy un tipo tenaz y decidido, con mucha voluntad».

Le creo porque pocos de los que disfruten de su actuación en la obra Dos de Amor, que Teatro El Público presenta de martes a jueves, a las 8 de la noche en el Bertolt Bretch, deben saber que Hamlet, delegado al Congreso de la Asociación Hermanos Saíz, estudió Derecho y lo ejerce, al mismo tiempo que actúa.

«Mi sueño era ser actor. Respeto los estudios de actuación en la ENA y en el ISA, pero pienso que se debe tener una formación de base. El Derecho, por ejemplo, me ofrece la posibilidad de estudiar bien las obras y de asumir un texto desde la formación política y sociológica. Eso es muy útil y además, me garantiza tener siempre un trabajo, porque la vida del actor no es estable».

Conjugar los estudios universitarios con su talento actoral no le resultó difícil a Hamlet, pues después de cursar talleres y encuentros teóricos en sus años de Preuniversitario, encontró cabida en el Movimiento de Artistas Aficionados de la Cátedra de Extensión Universitaria de la Universidad de La Habana, con la especialista Gladys Ávila, y sus premios en distintos festivales nacionales e internacionales del movimiento lo avalan.

«Integré el grupo Los Nómadas, de la Facultad de Derecho, y recuerdo con cariño mis trabajos de aquella época. Los monólogos Yo, Judas; El enano en la botella, No dejes escapar la ira, Vivimos en la ciudad y las obras colectivas Sábado corto, de Héctor Quintero, y Las monjas, de Eduardo Manet. Con El enano en la botella me crecí mucho, pues tenía como antecedente la actuación de Mario Guerra y el  personaje exigía mucho de mí; debía bailar, cantar, ser muy versátil y me costó mucho lograrlo.

«Después de graduado y con mis puestos de trabajo en la Dirección Provincial de Justicia de La Habana y en la Consultoría Jurídica de la Dirección Provincial de Cultura, en los que me desempeño en la actualidad, toqué las puertas de Juan Carlos Cremata, director de la compañía teatral El Ingenio. Me ofreció trabajar en Sleep, aunque por un accidente no pude actuar en ella.

«Luego pasé un curso intensivo de formación de actores de Teatro D’Dos, con Daysi Sánchez, y después Irene Borges me invitó a trabajar en el Espacio Teatral Aldaba. Allí, en la obra performática La pintura y otros lugares, me llené mucho desde el punto de vista profesional y personal, pues era una puesta basada en improvisaciones que hacíamos entre todos. Fue una obra intensa, en la que llegábamos a momentos de catarsis en los que, por ejemplo, hablábamos de nuestros propios muertos y no fueron pocos los del público que lloraron y algunos se marcharon de la sala».

Sobre el escenario

Desde hace poco más de dos años, Hamlet integra el proyecto que acoge Carlos Díaz, director de la compañía Teatro El Público y que tiene a la actriz Anaysy Gregory Gil en la dirección artística y de puesta en escena.

«El trabajo es desde y para los jóvenes, y debuté con el grupo integrado por muchos artistas como Camila Arteche, Niusvel Ventura, Yeney Bejerano, Liliam Ojeda, entre otros, con la obra El hombre que no estaba. Yo era ese hombre, más bien, el reflejo en el espejo del teniente Alonso. Lo más difícil fue la coordinación que tuve que lograr con Denys Ramos, quien representaba el personaje principal. Luego integré el elenco de El año de Khalil Madoz, donde interpreté dos personajes: un investigador y un mayordomo.

¿Qué nos propone Ángel en Dos de Amor?

—Ángel es un personaje que disfruto mucho junto a Angélica, interpretado por la actriz Anabel Suárez. Dos de amor es una comedia que   resume el «sufrimiento» de un matrimonio al cabo de los años.

«Es una obra cíclica, como pueden serlo las relaciones de pareja, pero también es un divertimento. Hablamos del machismo, de tolerancias, de infidelidad y temo las reacciones del público porque promovemos la interacción con él desde el mismo instante en el que pedimos que hombres y mujeres se sienten por separado, y no puedo predecir lo que suceda».

—La pequeña pantalla también te ha dado posibilidades…

—En las aventuras Adrenalina 360 hice un personaje secundario, Daniel, que practicaba apnea y alpinismo. Sumergirme 12 metros sin tanque y escalar, con el riesgo de un accidente que realmente sufrí, fueron de los mayores peligros que enfrenté. Participé también en tres capítulos de la serie Tras la huella, en la que interpreté a un oficial en dos ocasiones y a un sospechoso de un asesinato en otra.

«Han sido experiencias muy enriquecedoras, pero en televisión trabajas para una cámara, todo debe ser pequeño. No tienes, como en el teatro, una continuidad dramática a la hora de grabar, y aunque ello exige una preparación rigurosa de los actores, se resta espontaneidad con el «¡Corten!» y no aprendes a salvar     situaciones, a crecerte ante el olvido de un texto, por ejemplo.

«La televisión te regala fama al momento, pero yo nunca dejaré de actuar en las tablas. Conocí la magia del teatro gracias a mis padres y ahora me apasiona trabajar en él aunque las condiciones y los recursos no sean los mejores».

A sus sueños de ser actor, Hamlet adiciona uno: conducir la emisión estelar del Noticiero Nacional de Televisión o de Telesur, confesión que me hizo durante el Diplomado de Locución del Centro de Estudios del Icrt.

«Ahora comparto la conducción en De joven a joven, una revista dominical que se transmite en vivo por la COCO de 12 a 1 de la tarde, y en este trabajo la actuación me ha ayudado mucho. Es un reto responder a la exigencia de mantener el ritmo arriba todo el tiempo. Este ha sido mi primer trabajo como profesional del micrófono, pero vendrán otros, y los asumiré».

Antes de despedirnos, Hamlet insiste en que el futuro de los actores de teatro debe ser mejor, con mayor reconocimiento social y remuneración. «Son algunos de los sueños que compartimos todos los que nos entregamos en cuerpo y alma a las artes escénicas, y seguramente se analizará en el próximo Congreso de la Asociación Hermanos Saíz, donde estaré defendiendo esas ideas».

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