Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Un tigre de neón

Autor:

Juventud Rebelde

«Porque la ficción es experiencia más deseo» —esta es mi traducción de la parte final del exergo del libro El color de la sangre diluida (Editorial Letras Cubanas, 2007), de Jorge Enrique Lage (La Habana, 1979), autor de los libros Fragmentos encontrados en La Rampa, Los ojos de fuego verde y Yo fui un adolescente ladrón de tumbas.

Experiencia: porque desde la imagen de cubierta hasta la página final, el argumento, los personajes, escenarios e historias se traducen en una máquina narrativa exacta, dura, hermosísima y leve que avanza a toda carrera. Como un tigre blanco.

Deseo: porque desde la carátula hasta la última frase, esa máquina se transforma en una gama de personajes que van en busca de algo, aunque ese algo también sea aniquilar a alguien, suicidarse, o la soledad. Una máquina perfecta. Como un tigre.

Experiencia más deseo: J. E. Lage ha tomado referentes tanto del cine, la televisión, la literatura, las artes plásticas y la música como del universo pop —y de este no solo se ha apropiado de los grandes íconos, también de su spirit, una fragancia con un buen fijador—. Los referentes devienen ruedas dentadas que engranan y giran en sincronía con elementos tales como la violencia, ironía y un leve humor, el erotismo, la muerte, el amor. Es la escritura de J. E. Lage, una exacta, dura, hermosa y leve máquina narrativa que, desde la portada hasta la contraportada, nunca deja de apostar, también, por el juego.

Si alguien me pregunta si conozco a un gran apostador, sin pensarlo diría sí. Jorge Enrique Lage es su nombre. En El color de la sangre diluida uno de lo riesgos es utilizar como escenario a Cuba —Ciudad de La Habana para ser más exactos—, pero esta Habana se desdibuja y deja de ser la cotidiana, la perceptible, para convertirse en otro espacio: una Habana otra. La ciudad será el retablo donde se alternarán desde el escritor norteamericano Stephen King al filósofo francés Gilles Deleuze o la actriz Natalie Portman, el Aleph, un tigre, la supermodelo Dita Von Tisse, y el «anticristo superstar» Marilyn Mason, o los gemelos A y B, un asesino en serie y su diario, animales del período Jurásico, o una criatura que sobrevuela la ciudad asesinando. También está esa editorial que como fachada tiene la publicación de libros —el verdadero negocio es el contrabando— o muchachas que se aman, y un escritor. Esta, señores, es la gran apuesta de J. E. Lage: la verosimilitud de cada uno de los 15 cuentos o nada.

Me atrevería a decir que este libro no admite términos medios. Gustará o no. Doy por sentado que más de un lector se preguntará a dónde lo llevarán esas páginas, cuál es el código que deberían transmitir. En su movimiento, esta máquina narrativa se ha desplazado hacia otra zona, nunca la del pathos acostumbrado, al menos no la zona donde generalmente se ubica la literatura cubana. Es descarnada, sibilina y dura y esa es su pasión. ¿Dónde ubicarla? Quisiera apropiarme de algunas citas del propio libro para intentar la maroma de la exactitud: «Finales de los 90 y principios de una escritura», «Verdadera pasión por la destripación. Hurgar. Registrar. Queremos verlo todo. Todo blando. Dulce. Hiperreal», «literatura-pantalla, literatura-lejos», «Armar ambientes locos, post-absurdos, underground, largas tiras de pensamiento, reflexiones, teorías, imágenes, trazos de personajes, sensaciones, incluso el recuerdo de haber leído, las huellas de un contacto físico con la escritura».

Este libro tiene su spirit, podría compararlo con el de las imágenes que elige la firma de moda italiana Dolce & Gabbana: violencia y erotismo, urbanidad y clasicismo, lo hetero y lo homo, lo casual y el lujo... eso y más en términos de contraposiciones. Como un tigre, un hermoso tigre blanco. O un tigre de neón.

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