Adrián Quintero, realizador de Radio Sagua, obtuvo el premio otorgado por el jurado. Foto: Helena Farfán
Si viajar desde la capital hasta Yaguajay no me hubiese tomado 24 horas, quizá no me hubiera resultado tan chocante lo que escuché en la radio, cuando al fin el auto que nos recogió en El Conejito de Nueva Paz se movía a toda velocidad hacia el municipio espirituano. Aquella convocatoria me parecía poco creativa: dos niños (actrices imitando las voces) decidían jugar a los papás responsables para lo cual rompían cascarones de huevos, eliminaban vasos espirituales, etc., etc., etc. Y después de mencionar una retahíla de medidas profilácticas concluían: «Ahora soy un buen papá»... «y yo, una buena mamá».¿Quién duda que llamar a la lucha contra el Aedes aegypti se podría hacer mejor, de un modo más novedoso? Sin embargo, aquí el sentido estético no es lo primordial, cuando las urgencias están. Por demás, la radio continúa siendo un medio eficaz para comunicarse con la gente, siempre y cuando no se desestime la inteligencia de aquellos que están atentos al receptor, y si quienes se sientan detrás de un micrófono, escriben el guión o conducen un programa son conscientes de que lo que hacen puede llegar a ser arte o, al menos, atrapar al oyente.
Por suerte, no son pocos los que se inquietan porque quieren que este sea un medio que marche a la par de las nuevas tecnologías y esperan que Cuba, además de ser pionera de la radiodifusión en América Latina, se mantenga a la vanguardia, como los jóvenes de casi todo el país que, convocados por la AHS en el año de su aniversario 20, se reunieron en Yaguajay para desarrollar el II Encuentro Nacional de Radio Comunitaria.
De tenerse en cuenta lo que la Asociación Mundial de Radiodifusores Comunitarios define como radio comunitaria, entonces se puede afirmar que la nuestra lo es, porque también promueve la participación de los ciudadanos y defiende sus intereses; responde a los gustos de la mayoría; informa verazmente; ayuda a resolver problemas de la vida cotidiana; estimula la diversidad cultural... «Sus mejores energías están puestas al servicio de la sociedad civil. Un servicio, por supuesto, altamente político: se trata de influir en la opinión pública, de informar, de crear consensos, de ampliar la democracia. En definitiva —y por ello, el nombre— de construir comunidad».
Sin embargo, la vida nos dice que más que radio comunitaria lo que se produce en Cuba son programas con ese corte. Y es que, como analizaron los delegados al evento, las emisoras municipales se rigen por un sistema nacional de programación, que establece horarios y tipos de espacios los cuales no siempre se corresponden con las exigencias y gustos de los receptores. Estas reflexiones tuvieron lugar tras debatir las conferencias ¿Radio comunitaria o emisiones de radio hacia las comunidades? y Nuevas maneras de hacer la radio, dictadas por los especialistas Luis Miguel Cruz Rodríguez y Jorge Ribail Reyes González, respectivamente.
«Es evidente que se ha abandonado la práctica de los estudios de audiencia, y cuando se llevan a cabo, afirmaba Ribail, es de forma cuantitativa y primitiva, se limitan a concursos de popularidad, sin tenerse en cuenta otras variables». ¿Cómo entonces lograr que la radio se parezca a la gente? Recordaba el especialista de Audiovisuales de la AHS de Holguín que «la buena radio tiene que estudiarse, investigar, establecer un perfil y su estilo».
Más de 50 programas se presentaron a competencia en esta edición, pero quedaron desiertos el Premio de la Radio y el Gran Premio. No obstante Regreso a la Era del Bronce, del realizador Adrián Quintero (Radio Sagua) obtuvo el galardón más alto del evento; De las cuerdas de una guitarra, de Yamil Sánchez (8SF) alcanzó el premio de la Dirección Provincial de Cultura; Más allá de la jungla, de Yoel Rivero (Radio Sagua), recibió el reconocimiento de la UNEAC provincial; y Edelberto Martínez Mora (Radio Majaguabo), el de la UPEC.
¿Escasean las buenas ideas, la osadía? En lo absoluto. Existe entre estos jóvenes inmensos deseos de hacer, pero hay mucho empirismo, aún es insuficiente la preparación, les faltan herramientas y conceptos. No se puede renovar lo que se desconoce. De ahí que se hable con añoranza de eventos como el Antonio Yoga in Memóriam, de Santiago de Cuba —que al parecer desaparecerá definitivamente—, o del Taller Nacional de la Radio de Las Tunas —que ya es historia—, encuentros donde se teorizaba y los más conocedores transmitían sus experiencias a los que empezaban. En este estaban representantes de la dirección nacional de la AHS, los directores de la radio de Cienfuegos y de la provincia y el municipio sede, así como la directora de Cultura, pero se ausentaron los consagrados y aquellos que, a fin de cuentas, toman las decisiones.
No obstante, y amén del agotador trayecto de ida, la cita de Yaguajay fue exitosa y muy importante para quienes participamos en ella, porque se centró en el intercambio, en el debate, en las ideas, lo cual facilita el crecimiento humano e intelectual. Si los jóvenes realizadores se preocupan porque no existe ningún espacio para la crítica radial que cuestione la calidad de los programas, por el lenguaje que se debe emplear en la radio, por el ideal de locutor, por el perfil musical de una emisora, es que no están conformes. Y eso merece nuestro aplauso.