Nadie se detuvo cuando aparecieron las curvas y tropezamos con lo espeso del sendero. Autor: Roberto Suárez Publicado: 14/08/2023 | 11:06 pm
CANDELARIA, Artemisa.— Fácil no fue, pero subimos, llegamos. Nuestro destino: la loma El Taburete, en la comunidad Las Terrazas. El privilegio —y el compromiso— de ascender a un sitio obligado de nuestra historia marcaron el paso. Fuimos un centenar de jóvenes, quienes el fin de semana último retamos esa geografía para estar más cerca de hombres y acontecimientos que son pasado, presente y futuro.
Nadie dudó en comenzar el viaje y nadie tampoco se detuvo cuando al recorrido le aparecieron curvas y tropezamos con lo espeso e impenetrable del sendero, pues al parecer hace mucho tiempo que nadie ha llegado hasta allí, ni se preocupa por él. Una certeza nos acompañaba: íbamos a un lugar de culto para los jóvenes, íbamos por la misma senda del Che y parte de su guerrilla a ese sitio entrañable donde se prepararon antes de partir a la gesta boliviana.
Fuimos en un pelotón lleno de colores y sonidos como el de los tocororos que cantaban a sus anchas desde las ramas de los árboles; fuimos guiados —puede decirse— por Rodrigo y Katheryn, dos niños de seis y diez años, respectivamente, quienes llevaron el ritmo constante por el empinado camino y demostraron que sí se podía coronar tamaña proeza.
Y mientras se escalaba, unos conversaban, otros tomaron gajos para utilizarlos de bastón, los muchachos de la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media jaraneaban con sus dichos y, como ellos, otros extendían ayuda para superar los obstáculos o aliviar las caídas, el profesor Yuliesky se convertía en padre fiel de sus estudiantes-hijos, mientras Dayam González y nuestro fotorreportero dejaban constancia de cada detalle con cámaras y celulares.
Junto a nosotros fueron guías y protectores necesarios: los guardabosques y los integrantes (muy jóvenes también) de la Cruz Roja y hasta vecinos de la comunidad, como aquel hombre (el delegado) entrado en canas, pero con unas energías envidiables, igual que Keyla, Deliany y Yamila, las veteranas del grupo, que nunca se dieron por vencidas.
En la hermosa geografía de la loma El Taburete levantaron los nuevos «guerrilleros» sus casas de campaña.
Aunque la tropa se fue estirando y retrasándose en algunos casos, todos llegamos sudados, cansados…, pero felices. El sufrimiento inmenso de los estropeados músculos, que dolían como si estuviesen recibiendo puñetazos todo el tiempo solo era contenido con la amplia vegetación y la fauna del lugar, o con aquellos olivos que custodian el sendero, los cuales crecen sobre tierra cubana mezclada con la traída de La Higuera (Bolivia) y de Rosario (Argentina), como símbolo de la hermandad entre nuestros pueblos y culturas. O con divisar el monumento de ferrocemento diseñado por el escultor camagüeyano Agustín Hernández. Esa potente estrella como centro, que simboliza al Che, rodeada por una explanada donde se colocaron 38 rocas que representan a los combatientes que lo acompañaron a Bolivia, cuyos nombres están recogidos en una tarja que forma parte del conjunto escultórico, y donde también aparece a alto relieve la sencilla firma del Che elaborada en fibra de vidrio negro.
Antes de subir, los jóvenes contribuyeron con la pintura del centro mixto República Oriental del Uruguay.
A la luz de una fogata se esperó el cumpleaños de Fidel.
En la cima, una veintena de jóvenes ingresaron a la UJC.
A más de 460 metros sobre el nivel del mar y frente a esa obra monumental que alumbra con la esperanzadora luz de la rebeldía, nos felicitamos, cantamos, aplaudimos… y Aylín Alvarez García, primera secretaria de la UJC en el país, habló del presente y del futuro, y de la profunda admiración por la tierra artemiseña, que muchos hijos ha dado a la Revolución, al decir de Fidel.
En su voz una y otra vez volvió el eterno Comandante en Jefe porque desde esa altura se celebró «la vida de un hombre gigante que nos ha dejado un legado tremendo para todos los tiempos». Entonces, recordó que «transitar este lomerío —tupido quizá más que otras veces— no fue fácil, como no lo ha sido el camino de la Revolución que decidimos defender por siempre».
También insistió en la urgencia de pensar —y actuar— todos y entre todos sobre cómo debemos cuidar nuestros monumentos y fomentar en las nueva generaciones la historia Patria, y de cómo el 12mo. Congreso de la organización tendrá que ser la demostración del compromiso de continuidad con nuestro pasado glorioso, pero también espacio para defender y construir un futuro de prosperidad para los jóvenes cubanos.
La loma El Taburete vibró de amor, patriotismo, entereza… y nosotros —quienes allí nos fundidos en un abrazo que es el abrazo de la Patria joven toda—, crecimos y emprendimos un nuevo viaje por la vida como mejores personas. Y comprendimos mejor las certezas martianas de que «a las estrellas no se sube por caminos llanos» y que «subir lomas hermana hombres».
El baile y la música no faltaron en esta fiesta de las juventudes.
Adolescentes de la comunidad deleitaron a todos con sus interpretaciones.
Por Fidel, por Cuba y por la felicidad alzaron las nuevas generaciones su voz. FOTOS: Roberto Suárez.