Antes del anochecer, las zonas más vulnerables son fumigadas para atenuar los peligros del coronavirus. Autor: Luis Raúl Vázquez Muñoz Publicado: 10/09/2020 | 12:19 am
CIEGO DE ÁVILA.— Si a finales de agosto, desde sus bastiones en Invernalia el Rey del Norte, Ned Stark, hubiera mirado a Ciego de Ávila, de seguro que hubiera mencionado las palabras sacramentales y que lo caracterizaron a lo largo de la serie Juego de Tronos. «Se acerca el invierno», hubiera dicho en un susurro rodeado de las miradas de incredulidad de quienes estuvieran cerca de él.
Porque si a mediados del pasado mes alguien hubiera profetizado el actual rebrote en la provincia avileña y, sobre todo, la magnitud que está mostrando, de seguro que muchos hubieran puesto un rostro de incredulidad. Pero la realidad está ahí: en el día de ayer Ciego de Ávila se alzó en el triste primer lugar a nivel nacional, al contabilizarse 37 nuevos casos positivos con los cuales ascendieron a 94 las personas contagiadas, para mostrar una tasa de incidencia de 21,28 por 100 000 habitantes, seguida de La Habana, Artemisa y Matanzas.
Otro dato puede ser quizá más ilustrativo: en solo 15 días, este territorio se acercó al entorno de los 96 enfermos registrados entre finales de marzo y junio, cuando se desarrolló lo que aquí ya se conoce como la «Primera Temporada de la Pandemia».
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¿Qué pasó en Ciego de Ávila? Si «la cosa» se encontraba bajo control, ¿por qué llegaron a este punto? Eso creíamos. Y en verdad, sin tener todas las respuestas a la mano ante una realidad tan cambiante y que a cada momento enseña un nuevo dato, todo indica que fallaron una serie de muchos «poquitos» que, como en los juegos de pelota, son los que al final aseguran el triunfo.
De entrada, fallaron los controles sanitarios en las principales instituciones médicas. La prueba se halla en que los dos hospitales provinciales (el Antonio Luces Iraola, de la capital provincial, y el Roberto Rodríguez, en Morón) se encuentran ubicados en estos momentos como eventos de Transmisión Institucional al registrarse áreas de contagios en sus dependencias.
Actualmente, un equipo del Ministerio de Salud Pública controla las acciones de desinfección, las pesquisas activas y el control de las medidas sanitarias; en tanto profesionales de otras provincias ocuparon los puestos de los médicos contagiados.
Fallaron además las vías para mantener latente la percepción de riesgo en la población. Y esto es una lección para todo el país. Fase III significó, al menos en la sicología de miles de personas en Ciego de Ávila, el retorno a una normalidad que en verdad no existía. Y al nasobuco muchos les dijeron adiós. Y adiós dijo la distancia física. Como también en un adiós se ubicaron las precauciones para trasladarse en una población que se movió (y mucho) dentro de su barrio, dentro de la provincia y más allá.
Ese peligro, el cual puede repetirse si no se aprenden las lecciones de la actual temporada, se empezó a hacer más latente cuando La Habana tuvo su recurva y Villa Clara comenzó a sufrir la cuarentena en varias de sus localidades. Era el momento de poner las barbas en remojo porque las de los vecinos estaban ardiendo con el coronavirus. Y el rociado no llegó a tiempo.
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El 25 de agosto pasado se prendió la alarma en Ciego de Ávila. Ese día, por una pesquisa a domicilios, se detectaba el caso índice en la Comunidad de Petrocasas en el municipio de Venezuela. Dos días más tarde, cuatro contactos arrojaban un total de 136 personas, y se encontraba un nexo entre la comunidad rural conocida por el Macizo Cañero, en el propio municipio, la Empresa Provincial de Recuperación de Materias Primas y zonas cercanas a la entidad del barrio de La Piñera, donde se abrió uno de los controles de foco del municipio de Ciego de Ávila
Apenas habían transcurrido 48 horas y el telón se abría para darle paso el evento de transmisión del Poblado de Orlando González, en el municipio de Majagua. Allí uno de los habitantes viajó a La Habana, mostró síntomas y a partir de ese momento comenzó una dispersión que sigue emitiendo contagiados, pues uno de los positivos estuvo ingresado en el Luaces Iraola. Para sazonar el evento, antes de que se encendiera la alarma muchos de los contagiados y sospechosos participaron en un velorio de la comunidad.
El resultado final son los 41 focos abiertos en la provincia; un nivel de contagio que cubre a todo el territorio, realidad que no se vivió en la temporada anterior; cuatro eventos de transmisión, dentro de los cuales uno de ellos es el más grande de todos: la ciudad de Ciego de Ávila con 18 focos y sus más de 119 000 habitantes.
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Hay datos que hablan por sí solos. Y también preocupan. Uno de ellos es el alto número de contactos arrastrados por los positivos. El seguimiento a ese indicador evidencia que, por lo general, a los contagiados en Ciego de Ávila se les está detectando una cadena de entre 12 y 18 personas bajo un promedio conservador.
Un ejemplo sencillo: el pasado 8 de septiembre se anunciaron siete positivos. La sumatoria de personas relacionadas arrojó 95 ciudadanos y así ha sido en estas dos semanas, en una tendencia que se ratificó ayer cuando, de los 37 confirmados, al menos tres exhiben más de 20 contactos.
No en balde hasta el 8 de septiembre se contabilizaban 284 personas bajo seguimiento en instituciones hospitalarias y 108 sospechosos. En otras palabras, el coronavirus regresó duro y rápido a Ciego ante un alto nivel de movilidad de los habitantes, en la cual se bajó la percepción de riesgos.
Otros guarismos son también para analizar. A diferencia del anterior período, cuando el contagio incidía más en los jóvenes, hoy las cifras de contagio se registran fundamentalmente en el sector poblacional entre los 40 y más de 60 años. Para decirlo: son los adultos y ancianos los que se están enfermando. Y si en esos grupos de edades se registran una parte de la ciudadanía más vulnerable por el nivel de enfermedades crónicas, entonces razón añadida para no bajar la guardia y ser disciplinados. Asimismo anticiparnos a la enfermedad.
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La ciudad de Ciego de Ávila amaneció hoy en cuarentena. Nadie podrá entrar y salir de la capital provincial ante el alto número de casos: 37 en el parte de ayer. Esta medida quizá sea la más fuerte de las adoptadas la víspera cuando se decidió el retorno a la Fase de Transmisión Autóctona Limitada para el municipio cabecera y a la uno para el resto de la provincia.
Desde ayer en la tarde ningún vehículo puede circular al atardecer, junto a toda una serie de medidas que ya se vivieron. Contrario al verano, la capital avileña mostraba desde antier sus largos portales vacíos, señal inequívoca del efecto de las medidas. El invierno, como diría Ned Stark, regresó; pero puede disiparse. A nuestro juicio, la primera señal dentro de la angustia será, contradictoriamente, los números de positivos que deberán aparecer en los próximos días. Eso es una señal de que se detectan el mayor número de casos en el menor tiempo posible. También es el principio para saber cómo y en qué dirección se puede trabajar.
La pelea, sin embargo, será larga. Todavía hay colas con sus tendencias a la aglomeración. Además aparecen otras realidades de asombro. De acuerdo con la emisora municipal en Chambas, antes de decretarse los últimos cambios de fase, el Gobierno advertía de familias que persistían en celebrar los 15 años y de personas que tomaban vehículos para dar un rodeo desde otras provincias y llegar a la ciudad de Ciego de Ávila, y así burlar la prohibición de movimiento hacia la capital provincial.
¿Cuándo llegará la calma? Presumiblemente, después de transcurridos los 24 días de diagnosticado el último caso. Y esa noticia todavía está lejos. Sin embargo, esa misma lejanía parecía más imposible meses atrás, cuando la pandemia tocó las puertas de Cuba, y después de semanas a brazo partido la provincia retornó a una «normalidad» en la era COVID. Enseñanza de entonces: el coronavirus es demasiado peligroso, pero no invencible. Hagamos firme la lección.
El control de temperatura es una de las medidas en los accesos a los poblados de mayor peligro de la provincia.