Los ancianos muchas veces siguen insertados en labores. Autor: Tomada de Facebook Publicado: 22/03/2020 | 12:24 pm
Llegué sobre las 8:40 am, toqué fuerte la puerta y, ante una voz suave que decía ¡¡ya voy!!, aguardé desde la acera. Unos minutos después salió Juan, un señor delgado, de difícil andar, con su bastón, ese que lo había acompañado varios años, con aquel rostro, ya arrugado por el tiempo, que irradiaba felicidad.
Buenos días señor, soy estudiante de tercer año de medicina y estoy haciendo pesquisa en esta zona —le dije estremecida al presenciar aquel parecido enorme con mi abuelo materno— y luego de preguntar cosas de rutina, para control estadístico del consultorio, llegué al centro del asunto:
— ¿Usted o alguien de su familia ha tenido en los últimos días manifestaciones catarrales? Tos, secreciones, falta de aire, fiebres, cansancio…
—No mijita, aquí todos estamos enteros y listos pa la pelea, me respondió estampando una risa en su rostro.
Y cuando pretendía decir que ante cualquier síntoma fuera al consultorio, me interrumpió y dijo:
—Aquí todos estamos al tanto de la televisión y de la radio, pero de esto vamos a salir.
—Así es, vamos a salir de todo con fuerzas, le dije.
Antes de irme, sonrió nuevamente y añadió:
—Estoy feliz, porque hoy la Revolución volvió a llegar a mi casa, ¡por eso yo defiendo esto hasta que me muera!
Acomodando su bastón me saludó con la mano —cariño de tiempos de contingencia con ahorro de besos y abrazos— y volvió a su hogar, ese que tenía ya gastado por el tiempo un cartel con la bandera cubana en el centro.
(Tomado del perfil de Facebook de Susanne Santiesteban)