Daniel Rodríguez Borroto, jefe de turno de la UEB Central Uruguay, de Jatibonico se mantiene al frente del proceso industrial durante 12 horas de trabajo. Autor: Lisandra Gómez Guerra Publicado: 26/02/2020 | 09:59 pm
Jatibonico, Sancti Spíritus.— Pasa de las tres de la madrugada y el molino del ingenio Uruguay late vigoroso. Anda a buen ritmo. Con la exactitud de un reloj suizo, cada una de las partes del proceso industrial funciona gracias al constante ir y venir de un colectivo que durante las últimas 12 horas vela porque nada falle.
Detrás de esos hombres y mujeres, está Daniel Rodríguez Borroto, joven que sabe de memoria cada rinconcito de la añeja mole de hierro. «Como jefe de turno en la unidad empresarial de base Central Uruguay, en esas 12 horas tengo la responsabilidad de ser el director en funciones del ingenio.
«Desde que llego, concateno todas las operaciones de las áreas para evitar que uno de los pasos falle. Debo impedir que exista tiempo industrial perdido por roturas, por falta de abasto de bagazo o por algún problema electroenergético», dice quien en ese tiempo no pega los ojos ni por un instante. Y así sucede con los otros dos turnos de trabajo que mantienen humeante al coloso.
Ya es una rutina. Cuando llega, Daniel recibe toda la información de lo ocurrido en las horas anteriores. A partir de ese momento traza las acciones a realizar con sus jefes de brigadas —sus manos derechas, dice—, y luego camina por cada una de las áreas del ingenio.
«Hago un análisis rápido de todos los puestos, incluyendo la verificación de alguna ausencia, aunque no es usual. Me gusta saludar con mis propias manos a los 138 trabajadores que se me subordinan. No impongo, dialogo. Les demuestro con resultados cómo andamos en ese momento y entre todos pensamos cómo hacerlo mejor.
«Pongo especial atención a las áreas de laboratorio y fabricación de azúcar, porque son decisivas en el producto final», narra quien en 2016 plantó bandera entre el olor a cachaza, egresado de Ingeniería industrial de la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas.
—¿Por qué trabajar en un ingenio, donde la vida laboral se hace en tiempo de zafra extremadamente extenuante?
—Se lo dejé al destino. Quería regresar a Jatibonico después de estar ocho años fuera de casa, primero en la vocacional y después en la universidad. Cuando me dijeron que la ubicación era en el Uruguay, me sentí feliz.
«Desde que llegué, el director me puso a rotar por cada área, y ese aprendizaje ha sido esencial para hoy poder conducir el proceso industrial».
—¿Nunca te has cuestionado trabajar en un centro con turnos de labor muy exigentes?
—Es un sacrificio muy grande. Pero todo está en estrecha relación con el compromiso con tu lugar de trabajo. A nosotros nos mueve ese sentimiento, de forma general. Tratamos de hacer actividades donde coincidamos la mayoría, ya sea dentro como fuera del central.
«Hacemos noches cubanas. Nos reunimos en casa de uno de los muchachos. En los carnavales nos damos cita para salir juntos. Eso hace que no pese tanto», responde mientras interrumpe el diálogo y, «boquitoqui» en mano, le informan de la entrada de un nuevo tiro de caña.
***
Parece mucho mayor que los 27 años de edad que confirma su carné de identidad. Daniel conversa de forma ecuánime, rasgo de su personalidad que tanto agradece su colectivo cuando se precisa tomar una decisión de último minuto.
Tranquilo, recibió la noticia de ser delegado directo de Sancti Spíritus al 11no. Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC).«Es un verdadero orgullo compartir donde estará la vanguardia juvenil de este país. Es, además, un reconocimiento a tu trabajo, precisamente, en un sector de tanto sacrificio», acota.
—¿Cómo la juventud del coloso se ha impuesto ante los tropiezos que ha encontrado la zafra espirituana?
—Se ha hecho mucho. Arrancamos la zafra de rodillas con una caldera de menos en un central obsoleto en su maquinaria, por lo que cuesta mantener la generación de vapor de forma estable. No teníamos los materiales para solucionar el problema debido al bloqueo que nos intenta asfixiar; pero una vez más, con la fusión de los más experimentados y los jóvenes, batallamos y la sacamos en tiempo récord.
«Fueron horas difíciles. Tuvimos que reajustarnos; las paradas sumaron mucho tiempo perdido, por lo que para lograr los índices de rendimiento industrial acostumbrados vamos a tener que andar a pie de plomo. Nos duele mucho que eso haya pasado, porque somos un central muy eficiente, pero creo que a pesar de todo lo asumimos con valentía. Hubo trabajadores que se quedaron 36 y 48 horas, a fin de que finalmente el central arrancara».
—Esta zafra llegó con un sistema de pago con nuevas concepciones ¿Cómo ha sido recibido?
—Es mucho más concreto y fácil de entender. No deja de estimular la productividad y la eficiencia, porque reconoce una serie de tarifas progresivas, directamente vinculadas con el rendimiento industrial y la producción de toneladas de azúcar. Eso tiene al colectivo estimulado, por eso no entendemos que el central no pite.
—¿Se asume Daniel por mucho tiempo trabajando en un central?
—Sí, me gusta lo que hago. Aspiro a superarme, sobre todo en alguna Maestría en el perfil de dirección, pero habrá Daniel por este ingenio —u otro— para rato.
Lea también nuestros más recientes trabajos sobre todo lo que acontece camino al 11no. Congreso