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Frases sin sentido

Nos ha dicho adiós Ismael Sené, gran amigo del dedeté, y hoy nuestro suplemento eterniza su memoria recordando la ocasión en que su aguda mirada se enfocó en aquellas expresiones que repetimos constantemente, porque son frases hechas, sin darnos cuenta de que carecen de sentido

Autor:

JAPE

Nos ha dicho adiós Ismael Sené, gran amigo del dedeté desde su fundación a finales de los años 60. Sin embargo, en estos últimos años fue que se decidió a colaborar con esta página, a tanta insistencia nuestra.

Muchos conocían a Sené por su indiscutible talento demostrado en sus apariciones en disímiles programas deportivos como Béisbol de siempre y Bola viva. Fue también  un eterno cuentero, que a cada rato llamaba para comentar sobre algún tema al que se le podía sacar «chispa», humorísticamente hablando.

Hoy, dedeté eterniza su memoria recordando la ocasión en que su aguda mirada se enfocó en aquellas expresiones que repetimos constantemente, porque son frases hechas, sin darnos cuenta de que carecen de sentido. De esta manera nos lo explicó el amigo Ismael:

«Por ejemplo, muchas veces nos encontramos con algún amigo o amiga y le preguntamos por su prole infantil y sin pensarlo dos veces nos espetan: “¡están acabando!”. Asumimos esa respuesta como un hecho concreto cuando en realidad es insustancial: ¿Acabando de hacer qué? ¿Con qué o quién están acabando? ¿Cuándo fue que empezaron? Nos dejan cientos de incógnitas porque nada nos han dicho acerca de su salud, como les va en la escuela y sus logros académicos…

«No solo en el hablar cotidiano se dicen frases de poco sentido. El periodismo es una profesión de mucho cuidado en la que a veces se cae en frases fabricadas, manidas, vacías, grises, sin sentido…

«Cientos de veces escuchamos decir por los medios de comunicación que alguna obra, plan, siembra, recogida… en fin, alguna acción constructiva o productiva se ha realizado en tiempo récord. Lo primero que nos da es cierto temor a hospedarnos en ese hotel o casa (si se tratara de un inmueble) o de consumir ese producto alimenticio si tal fuera el caso. La vida nos remite a nefastas experiencias a causa del tan anunciado y aplaudido “tiempo récord”.

«Volviendo a la frase en sí, nos queda el sabor de que la información está falta de información, valga la redundancia. ¿Récord comparado con qué? ¿Cuál era el récord anterior? ¿Quién lo impuso? ¿Cuál era la meta nacional o internacional establecida para esta acción?

«Una vez escuché decir que en una granja avícola se había cumplido el plan de recogida de posturas en tiempo récord. Y yo me pregunto: ¿Cómo les hicieron saber a las gallinas cuál era la marca anterior establecida para el tiempo de puesta entre huevo y huevo? ¿Le fue entregada a cada gallina su medalla, diploma, estímulo o reconocimiento acreditativo de tal hazaña? ¿Qué instancia superior estaría a cargo de archivar dichos números para comparar con marcas y récords venideros? ¿El Inder o el Consejo Avícola Nacional?».

Muchos son los ejemplos de estas frases sin sentido. Nuestro idioma es muy rico, pero podemos empobrecerlo con mucha facilidad. Si es usted un profesional de la lengua (referente al habla y a la comunicación), piense en ir «acabando» con esta situación en «tiempo récord».

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