Dirigido por Fidel, el ataque al cuartel de El Uvero puso en evidencia la madurez y la valentía de los jóvenes rebeldes y acrecentó la esperanza en el triunfo. Autor: Archivo de JR Publicado: 27/05/2019 | 11:04 pm
En la madrugada del 28 de mayo de 1957 se tomó una de las decisiones más importantes de la lucha contra el dictador Fulgencio Batista: atacar un cuartel bien protegido por más de 60 soldados del ejército del tirano. Fue violento el ataque de El Uvero, el primero que hacía el recién formado núcleo combativo, pero resultó necesario.
El propio Comandante en Jefe, años después, rememoró la hazaña, iniciada por él con un disparo de su fusil que inutilizó la radio enemiga. Esa fue la manera más eficaz para que los rebeldes aliviaran la persecución que contra los expedicionarios del yate Corynthia realizaba el sanguinario coronel Fermín Cowley Gallegos. Los guió la solidaridad, aunque quizá no era la decisión correcta.
Fueron tres horas de intenso batallar de aquellos jóvenes valientes, quienes pudieron ocupar decenas de fusiles, armas cortas y miles de proyectiles. Las tropas del tirano se desmoralizaron por la derrota y también porque los revolucionarios curaron a los heridos de esas tropas, aun cuando estaban del lado contrario.
Sobró valor, destreza combativa y primó el convencimiento de que se tenía esperanza en el triunfo, de que el Ejército Rebelde podía vencer al tirano, y Cuba sería el país soberano a que se aspiraba. Después de El Uvero fueron otros los combates que se enfrentaron, pero aquel, como dijera el Comandante Ernesto Che Guevara, «marcó la mayoría de edad del Ejército Rebelde».