Camilo Cienfuegos Autor: Archivo de JR Publicado: 29/12/2018 | 08:45 pm
YAGUAJAY, Sancti Spíritus.- Camilo Cienfuegos camina desafiante bajo la mirada de 350 efectivos bien armados, diseminados por el Escuadrón 31 del Regimiento Leoncio Vidal. No titubea en pasar las alambradas y parapetos cuidadosamente preparados como protección al lugar, ubicado en una estratégica llanura, cerca del mar. Sólo busca terminar una batalla que, a la vista de todos, ya es otra victoria del Ejército Rebelde y sabe bien que su adversario Alfredo Abon Lee, al frente de la tropa enemiga resulta el único que puede ponerle punto final.
Han transcurrido tres días, desde que el 21 diciembre las fuerzas rebeldes estrecharan el cerco a Yaguajay, el 22 ocupan los centrales Narcisa y Vitoria e inmediatamente comienzan el hostigamiento a las posiciones enemigas dentro de la propia ciudad. Demasiadas horas han transcurrido. La paz no podía dilatarse.
El joven de 26 años dialoga sin lograr su objetivo. La entrevista cierra con el pacto de una tregua hasta las siete de la noche de ese propio día y deja claro que a partir de ese momento cualquier hecho negativo será responsabilidad del jefe del recinto militar. El enemigo intenta ganar tiempo. Camilo lo sabe y no deja margen. Adiós a la idea del legendario guerrillero de invitar a los soldados batistianos a comer unos lechones para celebrar la victoria. En cambio, ellos le piden cigarros, tabacos, la cadenita que lleva puesta, el bolígrafo, el pañuelito, la bufanda… Todos quieren un recuerdo. Él los complace y les regala una sonrisa.
Días de historia
Esta es una de las tantas anécdotas que se encuentran resguardadas con orgullo cuando se camina por Yaguajay, donde sólo le bastaron tres meses al Comandante Cienfuegos para ser amado y recordado en la eternidad. A 60 años de haber protagonizado la batalla más larga en la Campaña de Las Villas, su historia se palpa con las manos.
Para ese propio 24 de diciembre de 1958, el poblado había sido tomado por los combatientes del Frente Norte de Las Villas y todas las fuerzas que se le unieron a su paso por los distintos poblados de la región. En forma de pinzas, se habían arrinconado a las fuerzas batistianas, que tenían como guarida pertrecha el referido Escuadrón 31, hoy Hospital Joaquín Paneca, mártir fallecido ese día con 17 años, como resultado del desconocimiento de la tregua.
De acuerdo con una entrevista audiovisual que se conserva en el Complejo Histórico Comandante Camilo Cienfuegos, de Yaguajay, Félix Torres, uno de los hombres más destacados en la gesta, la expulsión definitiva de las fuerzas enemigas resulta inminente para apoyar la toma de Santa Clara, protagonizada por los guerrilleros del Frente de Las Villas. Tanto así, que el propio Comandante Ernesto Guevara visita en más de una ocasión el escenario de operaciones.
En una de ellas, Camilo demuestra que es de los pocos que se toma atribuciones con el argentino.
-Voy a tené que mandarte mi pelotón suicida para ayudar a vos a tomar ese cuartelito, refiere el Che.
-Vos tené un pelotón suicida, pero toda mi columna es suicida… Andá, montate en el jeep y no te ocupés, que si tenés miedo, mandame a buscar, respondió Cienfuegos Gorriarán al tirarle el brazo por encima.
-Está bien… Pero acordate que yo soy tu profesor…, expresa Guevara.
-Tienes razón. Toda la vida lo serás, le dice Camilo.
- ¡Acordate de no hacer locuras, Camilucho…!, cierra el diálogo Guevara, mientras abandona el lugar.
No imaginaron ninguno de los dos guerrilleros que hasta el propio 31 de diciembre de 1958 estarían dándole dolores de cabeza los casquistos, empecinados con seguir plantados en el cuartel en espera de apoyo de la aviación y marítimo.
Aunque varios hostigamientos desde el cielo cayeron encima del poblado, incluso provocando la muerte de un menor de edad, las fuerzas rebeldes no perdieron el terreno ganado, gracias al ingenio del Señor de la Vanguardia, gran estratega militar.
Innovaciones salvavidas
Imponente el Escuadrón 31 del Regimiento Leoncio Vidal, de Yaguajay, le sacaba los nervios hasta el más valiente de los seres humanos. Atrincherado con armas hasta los dientes frenaba todo hostigamiento de los guerrilleros. Allí se habían acuartelado todas las fuerzas enemigas de la región del norte de la Isla. Camilo busca alternativas.
«Se les cortó la electricidad, el acceso al agua y la comida. La enfermería se abarrota entre heridos y enfermos. Se sabían derrotados», alega Félix Torres en el material audiovisual.
Es entonces que el Héroe de Yaguajay acepta la idea los combatientes Horacio González Polanco y Miguel Sotolongo Medina de utilizar un tractor de esteras, cubrirlo de planchas de acero y dotarlo de un lanzallamas.
En el central Narciza encuentran el artefacto y de inmediato se emparapeta. Se sueldan chapas en los laterales del motor, se forra la cabina y se construye una cavidad rectangular para el motor y el comprensor del lanzallamas.
«Se llamará Dragón I, porque este no será el último… Tendremos que construir otros para continuar la guerra hasta su fin…», enfatiza Camilo al verlo terminado.
El sui géneris artefacto realiza salidas sucesivas hasta los predios del cuartel los días 26, 27 y 28 de diciembre, siempre en horario nocturno, y si bien desde el punto de vista militar no logró los resultados esperados (tampoco funcionaron los intentos de lanzar dos locomotoras y 50 carros ferroviarios con cargas explosivas contra la parte trasera del cuartel), sí provocó un efecto psicológico en la tropa sitiada.
Igualmente, resulta decisivo la llegada desde el Frente de Las Villas de una bazuca y un mortero para enfrentar el indomable edificio. El propio Camilo se le había pedido al Che en su última visita en predios yaguayajense, donde se robó las miradas de los pueblerinos. Una situación que sacó fuera, una vez más, el criollismo del Señor del sombrero alón.
-Tú sabes que cuando triunfemos me voy a hacer rico contigo, le dice el joven de Lawton.
-Déjate de bromas, que tengo que irme…, acota el Che.
-No, no es broma… Te voy a meter en una jaula y recorreré el país cobrando a medio la entrada para verte, bromea Camilo.
-Tú siempre con tus camiladas, concluye el Comandante Guevara.
Con una tropa desbastada y los ánimos por el piso, Abon Lee vuelve, el propio 31 de diciembre, hablar con Camilo, quien se planta en la decisión de que sólo hay un camino: la rendición. A las 5:30 de la tarde, finalmente, se acepta el término y Yaguajay es liberado tras 11 días de una larga batalla.
Félix Torres cuenta que pasada las tres de la madrugada una llamada desde el oriente de Cuba hizo que su eterno Comandante se levantara de un tirón de la cama.
«Era Fidel, quien le dice que Batista se ha ido. La guerra terminaba y al fin éramos libres», recuerda.
*Se consultó para la realización de este texto el libro El joven Kamilo de William Gálvez