Yusmaidy Pérez Reymont (primera a la izquierda) junto a otros tres colaboradores que regresaron de Brasil. Autor: Hugo García Publicado: 29/11/2018 | 10:34 pm
Matanzas.— «Dejamos muchas marcas allá y me conmueven esos pacientes, carentes de recursos y que necesitaban de nosotros».
La doctora Yusmaidy Pérez Reymont, del municipio de Cárdenas, llegó a suelo matancero recientemente. Ella laboró en el estado de Santa Catalina, municipio de San Joaquín, la ciudad más fría de Brasil, en la cual nieva y se pasa mucho frío, según sus primeras impresiones.
«Parecía que estaba en el polo Norte, pasé mucho trabajo al principio para acostumbrarme a esas bajas temperaturas. Llegué con cierto conocimiento del portugués, pero siempre fue difícil, porque es una ciudad del interior, escasamente asistida por médicos, y tuvimos que aprender mucho más de ese idioma para atenderlos mejor y entregarnos más.
«Nunca olvidaré cuando atendí a una niña de 12 años de edad. La mamá me dice que la niña estaba muy pálida. Cuando la examino aprecio el abdomen como el de una mujer con nueve meses de gravidez. Le pregunté a la niña si estaba grávida, si había tenido relaciones sexuales, porque eso es normal allí a esas edades. Le dije a la mamá que si era un embarazo no era tanto problema, pero si era otra cosa entonces sí estábamos en dificultades. Logramos que se le realizara un ultrasonido urgente y tenía una tumoración enorme, le pedimos una tomografía que ellos tuvieron que pagar con sus recursos. Cuando llegó el resultado tenía un tumor maligno del ovario izquierdo que le comprimía todos los órganos alrededor del intestino. No sé cómo los padres no se dieron cuenta de aquello.
«Como somos los médicos cubanos, fui corriendo para que me dieran una solución y me dijeron que si la ponían en la lista para que entrara por urgencia la niña se demoraría por lo menos seis meses. ¡Necesito una solución ahora y me la van a dar ahora!, recalqué con fuerza. No me moví de ahí hasta que se resolvió el caso. La operaron al otro día, no tuvo metástasis y gracias a nosotros está viva. Sus padres quedaron muy agradecidos.
«Más de una vez me quedé sorprendida al ver que un paciente con cáncer tiene que estar allí en una lista uno o dos años para que le hagan una tomografía. Eso me impactó mucho allá, comprobar que no se le brinda mucho valor al ser humano, si no pagas bien cara la consulta.
Yusmaidy nos recuerda que estuvo en Pakistán, cuando el terremoto, como miembro de la brigada Henry Reeve, y también cumplió misión cinco años en Venezuela.
«Ahora regreso triste porque dejé pacientes brasileños que solo querían atenderse conmigo; un día me mudaron de un puesto de salud y los pacientes fueron a hablar con la secretaria de salud y preguntaron por mí, pues dijeron que no se atenderían con nadie más, y tuvieron que volver a mandarme para ese puesto.
Vi a muchas personas de pocos recursos económicos, de una zona rural, pero hicieron una bonita relación conmigo. Decían que yo era diferente porque los escuchaba, les daba un consejo, porque los encaminaba cuando venían con un problema, y realmente me tomaba el tiempo necesario para atenderlos y ellos se sentían maravillados con la doctora cubana, por eso sintieron mucho cuando nos retiramos.
Los pacientes se apasionan con nososotros porque cultivamos pasiones y no nos creemos superiores a ellos».