Los linieros granmense analizan la labor del día. El trabajo no faltará en las próximas jornadas. Autor: Luis Raúl Vázquez Muñoz Publicado: 21/09/2017 | 07:06 pm
BOLIVIA, Ciego de Ávila.— Son las once de la mañana y el sol pica como si fuera pasada la una de la tarde. La gruesa chaqueta de los linieros no puede disimular el sudor en sus espaldas. Pedro Guerrero Jorge, jefe de brigada de la Empresa Eléctrica de Granma, da una indicación con la mano y la barrenadora comienza a taladrar el firme. Par de minutos después el brazo se levanta envuelto en humo.
Es roca pura, un firme de montaña que desafía al acero de las barrenas en la misma carretera de entrada al poblado de Bolivia. Varios linieros se aproximan, y uno dice: «No le hizo nada. Hay que meterle agua». Un hombre con casco morado se aleja con una cubeta y Pedro, con la frente bañada en sudor, explica que la destrucción vista desde Esmeralda, en Camagüey, hasta el municipio avileño de Bolivia, solo la puede comparar con el desastre que vio en Baracoa hace un año.
Pedro Guerrero (al centro) y sus linieros examinan el hueco. La barrera y la roca echaron humo. Foto: Luis Raúl Vázquez Muñoz
«Yo diría más —agrega—. Esta destrucción acá en Bolivia es comparable con la de Guantánamo cuando pasó el Matthew. Solo que allá no se cayeron tantos postes como aquí. Veías uno o tres derribados y 10 o 12 parados, luego otro en el piso y así. Pero por acá hemos visto cinco y más postes caídos unos detrás del otro, como las fichas en el dominó. Aquí no va a faltar el trabajo».
Pedro y los hombres que lo acompañan forman parte del contingente Desembarco del Granma, integrado por 11 linieros y un especialista, quienes viajaron con toda la técnica para apoyar el trabajo de recuperación en el municipio de Bolivia, territorio que hasta hoy no tiene corriente eléctrica después del paso del huracán Irma.
No están solos
Sin embargo, no están solos. Con ellos se ven varios hombres sin el uniforme de la empresa eléctrica. Antes de que la barrena intentara perforar la roca, ellos dieron barreta y excavaron hasta encontrar las piedras más grandes y duras. Forman parte del grupo de apoyo que, junto con los linieros, integran la brigada mixta para la recuperación eléctrica en Bolivia. En total son 28 los movilizados de diferentes organismos.
«Somos de Educación municipal. Nos movilizaron para andar con los linieros y adelantar el trabajo para que ellos se concentren en levantar los postes, ponerlos y arreglar el tendido. Estamos aquí a tiempo completo», dice Yurisán Borrego Salas.
José Antonio Prado Pérez, especialista en redes de la dirección técnica de la Empresa Eléctrica en Ciego de Ávila, tiene experiencia en las huellas de los ciclones. Al preguntarle qué le recuerdan los destrozos dejados por Irma, responde rápido: «Santiago de Cuba», y enseguida cuenta las escenas que encontró al llegar a la ciudad y ver la devastación dejada por Sandy. Y concluye: «Esto se parece mucho a lo que se vio por allá».
Por eso agradece el trabajo de los grupos de apoyo. «Nos ayudan a ganar tiempo —dice— y que podamos concentrarnos en la parte más especializada. Hay muchos postes en el piso y muchos cables están enredados con árboles derribados. Limpiar el terreno es una contribución grande, pero también a la hora de abrir los huecos.
El trabajo es paciente. Hay que izar kilómetros de cables en medio del pueblo. Foto: Luis Raúl Vázquez Muñoz
«Los hoyos para clavar un poste de electricidad deben tener una profundidad de 1,80 metros y nosotros no tenemos el equipamiento en la cantidad necesaria para hacerlo, y más con este terreno de Bolivia, que por momentos es fangoso y en otros está lleno de rocas. Esa es una dificultad que tenemos para restablecer la línea de alimentación principal, que viene desde Primero de Enero. Esta es la primera que se debe habilitar para que Bolivia tenga corriente. Y hay que abrir unos cuantos huecos».
Hasta que se acabe
La avenida de entrada al poblado de Bolivia es un rosario de postes eléctricos en el piso, entrelazados con cables, lámparas dobladas y muchos árboles derribados. Al mediodía la sed es grande y se nota en el rostro de los hombres y mujeres, que se muerden los labios y entrecierran los ojos para evitar el resplandor del día.
Edismir Sánchez Herrera, profesor de judo, es el jefe del grupo movilizado en el Inder para conformar la brigada mixta. Ya han trabajado en unos 500 metros desde el entronque de la avenida con la carretera del circuito norte; pero el problema no está en lo hecho sino en lo que falta.
La tropa del Inder saca a pura muñeca los árboles derribados por Irma en las líneas de electricidad. Foto: Luis Raúl Vázquez Muñoz
«Todavía hay que dar mucho machete», comenta, y otros miembros del grupo (Ivoley, Yuri, Andro, Félix, Albert, Patricio, Yordanis, Henry y Daciel) hacen un gesto de aprobación y muestran la cordillera de gajos y troncos en el suelo. Algunos árboles menos voluminosos quedaron ladeados y arrastraron cables, y el machete tiene que golpear duro para derribarlos y luego empujarlos a pura muñeca.
Pero los troncos más grandes están a unos 200 metros. Allí se encuentra un grupo de la Forestal con motosierras. El sonido de las máquinas hace recordar las motos de competencia. Dentro de las montañas de gajos sale una nube de astillas. Joel Rodríguez Riverón es el jefe del grupo. No dice que los movilizaron ahora; expresa con orgullo de hombre de campo que ellos están en la pelea desde que se fue el ciclón.
«Por allá adentro —explica y señala hacia el poblado— es mucha la mata que hemos tenido que cortar y sacar con tractor o empujándola. Ahora nos mandaron para acá y es igual. Vamos a meter motosierra el tiempo que haga falta. Hasta que esto se acabe».