La aparición de la Caravana de La Libertad por los Elevados de Ciego de Ávila se anunció con los vítores del pueblo avileño. Autor: Abel Rojas Barallobre Publicado: 21/09/2017 | 06:44 pm
CIEGO DE ÁVILA.- Sobre las 12: 20 de la tarde, en Los Elevados de la ciudad de Ciego de Ávila aparecieron los primeros vehículos de la Caravana de la Libertad. La multitud colmaban los dos lados de la Carretera Central. Innumerables sombrillas, sombreros, gorras, carteles, fotos y dibujos, lo más variado para decir adiós.
La confirmación de que se acercaba, de que ya el paso del armón era inminente, lo fue el helicóptero. «Ahí está, ahí está», repetían. Era la misma exclamación que lanzaban cuando él estaba cerca, cuando todos esperan verlo aparecer con su uniforme verde olivo, sus grados de Comandante ganados por derecho propio por ponerle el pecho a las balas para defender la dignidad de su pueblo.
Luego fueron las luces de las motorizadas, el camión de la prensa. Y entonces apareció. En silencio, rodeado de flores, arropado en la bandera de que tanto defendió y que ahora protege tus cenizas, Fidel. Y los gritos se transformaron en vivas y yo soy Fidel, y esos gritos se trastocaron en el nudo que le apretó la garganta a muchos y unos la soportaron y otros no pudieron y las lágrimas tuvieron que aflorar.
En ese armón ibas tú, Fidel; por toda la Carretera Central, la misma que tu viste en la noche del 5 de enero de 1959 y que estaba llena de combatientes de la Sierra, que llenaban de combustible sus camiones y tanquetas para avanzar hacia La Habana. Pero, como en aquel momento, tú no ibas solo. Tú no estás solo, Fidel. Nunca podrás estarlo. Porque tú nunca te irás, Fidel.