Embarazo retrasado. Autor: Adán Iglesias Publicado: 21/09/2017 | 06:42 pm
«Que estaba pasada de edad ya para lavar pañales, que hasta cuándo iba a ser tía solamente, que si en la escuela del niño le preguntarían si yo era su abuela… Fueron muchas las preguntas burlonas y las bromas que tuve que aguantar, porque en nuestro país se ve mal que una mujer pase de los 30 y pico sin tener hijos. Y yo lo planifiqué así».
—¿Por qué postergaste tu maternidad?
—No creo que la haya postergado tanto, si di a luz con 34 años mi primer hijo y ahora, al cabo de dos años, estoy esperando el segundo. En otros países las mujeres tardan más.
«Quise ganar experiencia laboral después de graduarme en la universidad, más tarde aspiré a una maestría y no quise restarle tiempo al cuidado de un hijo por mis estudios, ni a mi superación profesional por tener un bebé. Mi esposo estuvo de acuerdo, él también avanzó en sus proyectos y juntos nos fuimos al exterior a terminar estudios más avanzados.
«Nos fue bien, ahorramos un dinerito y decidimos tener a Gabriel. Ahora esperamos que venga la niña, todavía no sabemos».
—¿Conoces los riesgos a los que te exponías al ser madre a esa edad?
—Lo más importante no es la edad, creo yo, sino el estado de salud. No tuve complicaciones, tuve parto normal, y ojalá todas las mujeres disfrutaran tanto este período de sus vidas como yo».
A Ingrid Gutiérrez la vida le sonrió y todos sus planes pudieron concretarse. Sin embargo, no todas las mujeres que deciden tener sus hijos con edades avanzadas, es decir, mayores de 30 y de 35 años, según criterios médicos, tienen el mismo final feliz en sus historias.
No son pocos los riesgos a los que se expone la mujer si posterga su maternidad para esas edades, por lo que los especialistas recomiendan no retardarla demasiado. Ello no quiere decir que se estigmatice en la comunidad médica y en la sociedad a una madre añosa, mucho menos si fue capaz de cuidar su salud de manera consciente desde años anteriores para dar a luz sin complicaciones.
Fecundidad cubana: ¿Temprana o tardía?
En su libro De lo individual a lo social: Cambios en la fecundidad cubana, la sicóloga e investigadora del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad de La Habana Grisell Rodríguez Gómez muestra los resultados de su estudio sobre la fecundidad cubana entre 1990 y 2010, en el cual se constató que el nivel de la fecundidad en ese período se mantuvo por debajo del remplazo con ligeras oscilaciones, primero tendiendo al descenso (1990-1996) y posteriormente a la estabilidad hasta 2004.
Fue significativo en la investigación que el patrón de la fecundidad tuvo —y sigue teniendo— sus valores superiores en el grupo entre 20 y 24 años en relación con el grupo entre 25 y 29.
La fecundidad de las mujeres mayores de 30 años para el 2010 representó alrededor del 24 por ciento en cuanto a la estructura de sus tasas de fecundidad, y del 26 por ciento en lo referido a la estructura de sus nacimientos. «Si se particulariza el grupo referido a partir de 35 años, es mucho menor la fecundidad, siendo del 11,1 por ciento la estructura de sus nacimientos y del ocho por ciento la de sus tasas; valores que se han mantenido de manera poco variable hasta la fecha».
«Desde el inicio del período estudiado, la fecundidad de las mujeres de más de 30 años comenzó a describir un proceso ascendente que, con ligeras oscilaciones, está mostrando hasta la actualidad una mayor presencia de madres en estas edades en el escenario demográfico cubano y con una marcada estabilidad en la estructura de las tasas para el grupo de mujeres entre 30 y 49 años».
Sin embargo, se reafirma para el caso cubano un patrón de fecundidad temprano, acota Rodríguez Gómez en entrevista con esta reportera, pues siguen siendo más numerosos los nacimientos entre los 20 y los 29 años de la mujer —especialmente entre 20 y 24 años—, responsables de más del 75 por ciento de la fecundidad en el país. «No obstante, la fecundidad de mujeres de más de 30 se mantiene como parte del patrón construido en los años precedentes y que tiende a ser sostenido, aunque no mayoritario».
La fecundidad cubana es temprana por tradición, por cultura, por idiosincrasia, lo que trae consigo presiones familiares y sociales, puntualiza la profesora. «Te vas a quedar para tía, ya estás vieja para parir… son algunas de las expresiones que escuchamos con frecuencia cuando una mujer arriba a los 30 años sin ser madre, pues también tenemos la creencia cultural de que no se cumple con el rol de una mujer en su plenitud, si la maternidad no está contemplada en su proyecto de vida».
Agrega que además de esa presión social, es necesario considerar que no abundan las mujeres que de manera consciente deciden tener hijos después de los 35 años, por ejemplo.
«Como tendencia no existe en Cuba un proceso articulado de la fecundidad, pues son pocas las mujeres que sí planifican el momento para tener hijos. Lo que sucede con frecuencia es que se toma la decisión de continuar el embarazo o no, cuando ya está presente.
«Por otra parte, no hay una interrelación real entre lo que se considera ideal y lo que sucede, pues los cubanos vivimos en el presente y ello hace que se postergue el embarazo, y cuando sorprende entonces se asume, porque ya se piensa que se tienen las mínimas condiciones. Coexisten esos temores de índole económica, digamos, con el deseo de potenciar la superación profesional de no pocas mujeres, pero aun así no es común que se tenga el primer hijo en edades avanzadas».
Considera Rodríguez Gómez que, aunque la maternidad en edades superiores a los 30 y 35 años no desplazará a la de entre 20 y 29 años, nuestro sistema de salud sí debe prepararse para recibir y atender a madres en edades avanzadas, según los términos médicos. «Desde mi visión como investigadora no considero que la maternidad en ese rango de edad aumente significativamente, pero sí se mantendrá alrededor de los niveles actuales».
Madres añosas: ¿Quiénes?
¿Cuáles son las características fundamentales de las mujeres cubanas que postergan su maternidad para después de los 30 años? Un primer acercamiento para caracterizarlas lo propuso en 2004 Nodalys González Soto en su trabajo de diploma para la licenciatura de Economía: Cuba. Estructura de la fecundidad en los 90. Madres mayores de 30 años, tutorado por la investigadora Rodríguez Gómez.
Constató en su tesis que estas mujeres tienen un nivel educacional más elevado que el resto de las madres y que una mayor proporción de ellas tiende a residir más en las zonas urbanas que en las rurales. Entre sus resultados, González Soto refiere que un poco más de la mitad declara estar unidas consensualmente en el momento de tener a su bebé; sin embargo, la proporción de madres casadas suele ser más elevada en las mayores de 30 años.
A lo largo del período del estudio se pudo apreciar que cada vez son más las madres primerizas mayores de 30 años. «Se ha incrementado la postergación de las mujeres para tener su primer hijo, lo que puede traer consecuencias significativas para el nivel de la fecundidad en un futuro cercano, pues si esta situación continúa, la llegada del primer hijo y su nacimiento después de los 30 años podría convertirse en un referente normativo que conduciría inexorablemente a un recorte del período reproductivo, una reducción de la exposición al riesgo de tener hijos y la declinación de las probabilidades de agrandamiento de las familias» subraya el estudio.
Todo ello dirigiría el nivel de la fecundidad de las mujeres cubanas hacia cotas aún menores de lo que es su nivel hoy, advierte González Soto.
«Por su parte, la capacidad multiplicativa de la población cubana se vería aún más afectada de lo que ya está, después de más de un cuarto de siglo de fecundidad por debajo del nivel de remplazo. Su consecuencia sería un mayor acercamiento al momento en que el número total de individuos comenzará a reducirse, caída que además podría tener un ritmo más acelerado que aquel que hoy prevén todos los ejercicios de proyecciones, sobre todo si esa situación se produce a niveles de fecundidad inferiores a los de hoy».
Esta no es una situación nueva en el contexto internacional, pues ha sido ya el camino transitado por países como España, Italia, Dinamarca y Alemania, entre otros, los que han visto reducirse sus niveles de fecundidad a partir del envejecimiento de las estructuras etáreas de esa variable demográfica.
Precisa González Soto que lo distintivo de Cuba, que en términos reproductivos está siguiendo el camino que han recorrido estas naciones, es que en aquellas la reducción de la capacidad reproductiva de la población y su consecuente envejecimiento tuvieron lugar posteriormente al proceso de desarrollo económico.
«La población cubana, en los próximos años, alcanzará en materia demográfica a esos países, mientras que no lo hará así en materia económica. Ese será el reto más importante a encarar, y su solución demandará, entre otras, la investigación profunda de los cambios estructurales de la fecundidad».
Lo que toda mujer debe saber
Por lo general, la mujer que arriba a los 35 años o más, con el ánimo de quedar embarazada, debe conocer que constituyen factores de riesgo las enfermedades crónicas no transmisibles asociadas con frecuencia a estas edades, como la hipertensión arterial y la diabetes, así como los trastornos circulatorios, entre los que se incluyen las várices y en ocasiones las trombosis venosas.
Si la mujer posterga su maternidad para esa etapa de su vida, por disímiles motivos, debe ser consciente desde años anteriores de la importancia de arribar a ella con un estado de salud óptimo, que impida complicaciones durante la gestación.
El especialista en Ginecobstetricia Gabino Arman Alessandrini, funcionario del Departamento Materno Infantil del Ministerio de Salud Pública, explica a JR que no es la edad, precisamente, el factor de riesgo, pero sí se incrementan los peligros de un embarazo en esas edades por la frecuente aparición de determinados padecimientos.
«El embarazo, por sí mismo, puede acarrear cualquiera de estas complicaciones, incluyendo la diabetes gestacional, y se incrementan los riesgos si la madre a esa edad no ha cuidado de su salud de manera satisfactoria, sobre todo si es primeriza.
«La mujer que tuvo partos anteriores, incluso antes de los 35 años, y si alguno de ellos fue cesárea, incrementa la posibilidad de los riesgos asociados a trastornos circulatorios y a la búsqueda de la placenta por implantarse en sitios específicos no adecuados, conocido como placenta previa».
Arman Alessandrini insiste en que uno de los factores de riesgo más importantes en la mujer que desea tener su descendencia después de los 30 y 35 años es la obesidad. «Generalmente después de esas edades la mujer sufre disturbios nutricionales, no se alimenta correctamente y además, no realiza ejercicios físicos con sistematicidad. El embarazo y la obesidad predisponen la aparición de no pocos trastornos».
—¿Para el bebé hay riesgos asociados con la edad de su progenitora?
—Es mayor la incidencia de los bebés con bajo peso al nacer y con crecimiento intrauterino retardado en madres mayores de 35 años.
El experto advierte que lo importante es que, cuando una mujer decida postergar la edad de tener un hijo, lo haga con responsabilidad. «Abandonar el hábito de fumar, mantener una buena alimentación, realizar ejercicios físicos con sistematicidad, mantener bajo vigilancia las enfermedades crónicas no transmisibles que padece y llevarlas a estado de compensación adecuados son recomendaciones tácitas para ella».
Prevenir los déficit de folato, con la ingestión de ácido fólico al menos seis meses antes de quedar embarazada, es una acción responsable de la mujer para impedir anemias y malformaciones en su bebé, destaca el doctor, quien insiste en la importancia de asistir a las consultas preconcepcionales cuando ya se valora la posibilidad de tener un hijo, para identificar posibles riesgos a tiempo.
—De manera natural, la fecundidad de la mujer disminuye a partir de los 30 y 35 años…
—Ciertamente, la posibilidad de quedar embarazada disminuye al arribar a esas edades por causas biológicas naturales, y no precisamente por haber ingerido la mujer tabletas anticonceptivas con anterioridad o haber utilizado cualquier otro método de anticoncepción.
«Si se detectara en la mujer en ese momento algún problema de fertilidad que le impida concebir su descendencia de manera natural, no es demasiado tarde para incluirse en el Programa de Reproducción Asistida para la Pareja Infértil existente en el país.
«Aunque consideramos que, de manera general, la edad óptima para tener un embarazo es entre los 20 y los 30 años, ello no quiere decir que ese rango de edad esté exento de riesgos, los que de manera frecuente se asocian más a edades superiores a los 30 y los 35 años.
«No obstante, la maternidad en edades avanzadas no debe estigmatizarse, pues la mujer hace uso de sus derechos sexuales y reproductivos cuando decide cuántos hijos quiere tener y en qué momento de su vida. Lo que sí debemos, desde nuestro sistema de salud, garantizarle la atención preconcepcional adecuada y durante la gestación, para que ella transcurra por ese período de vida de manera satisfactoria», concluyó Arman Alessandrini.
En nuestro sistema de salud, se garantiza la atención preconcepcional adecuada y durante la gestación, a toda mujer, sin estigmatizarla por su edad.
Riesgos genéticos para «añosas»
Cuando la madre tiene 35 años o más se incrementan los riesgos asociados al embarazo desde el punto de vista genético, específicamente para las enfermedades de causa cromosómica, afirma la doctora Iris Andrea Rojas Betancourt, especialista de segundo grado en Genética Clínica y Máster en Bioética.
Explica la profesora e investigadora auxiliar que la gametogénesis en la mujer, es decir, la producción de óvulos, está en desarrollo durante toda su vida, pero a partir de esta edad pueden ocurrir fallos con más frecuencia, lo que puede provocar alteraciones en el número de cromosomas o en su forma.
Investigaciones realizadas demuestran, por ejemplo, una incidencia considerable de nacimientos de niños con el síndrome Down cuando la madre tiene una edad avanzada, lo que no quiere decir que este tipo de padecimiento no se vea en los nacidos de madres más jóvenes, pero ciertamente se registra con más frecuencia en aquellos cuyas progenitoras tienen más de 35 años, precisa la especialista del Centro Nacional de Genética Médica.
«La adolescencia es también un factor de riesgo en general para cualquier complicación genética por la poca maduración del aparato reproductor, entre otras razones, pero las estadísticas las asocian más con la edad materna avanzada».
Rojas Betancourt insiste en que el diagnóstico prenatal citogenético es la garantía de nuestro sistema de salud para toda embarazada. «En el segundo trimestre de la gestación se realizan las pruebas pertinentes como la conocida amniocentesis, que consiste en la toma de una muestra del líquido amniótico para analizar las células del feto».
Si se detecta alguna enfermedad de origen genético en el bebé, la madre tiene la opción de elegir la interrupción voluntaria de la gestación antes de las 26 semanas, puntualiza la doctora.
«Si desea continuar con su embarazo debe recibir la orientación y preparación adecuadas, así como el asesoramiento familiar necesario para el manejo adecuado de este padecimiento en su hijo o hija».
—¿Constituye la edad paterna avanzada un factor de riesgo genético?
—Consideramos una edad paterna avanzada por encima de los 50 años, pues la gametogénesis en el hombre, es decir, la formación de los espermatozoides es más dinámica y desde la pubertad es continua, y en ella es posible que a partir de esa edad se produzcan mutaciones.
«Cuando el padre tiene más de 50 años es posible que aparezcan mutaciones de genes específicos e incluso, pueden registrarse por primera vez en la historia familiar. Tal es el caso de la acondroplasia, relativa a las tallas pequeñas de los individuos.
«No obstante, no es frecuente encontrar de manera proporcional enfermedades de origen genético en los hijos, debido a la edad avanzada del padre», destaca Rojas Betancourt.
Insiste la especialista en que, aunque no se debe estimular la maternidad a partir de los 35 años por los riesgos genéticos y de otra índole que conlleva, tampoco se debe estigmatizar a esa mujer que, por diferentes motivos, desea vivir esa placentera experiencia. «Nuestros médicos están lo suficientemente capacitados para atender su gestación y acompañarla en el proceso».