La reapertura del organopónico Las Lucías, en la ciudad de Holguín, ha brindado fuente de empleo a 46 trabajadores, de los cuales 23 son jóvenes. Autor: Héctor Carballo Hechavarría Publicado: 21/09/2017 | 06:33 pm
HOLGUÍN.— Como alguien que vuelve a la vida plena después de haber dado irrefutables muestras de fenecer, la reciente recuperación del mayor organopónico de la ciudad de Holguín, y uno de los tres más grandes existentes en esta provincia, constituye una alentadora noticia en medio de la constante demanda que tienen las hortalizas en los mercados.
Se trata del otrora insigne frente productivo Las Lucías, cuyas rectilíneas y alargadas estructuras de hormigón llegaron a perderse literalmente de vista bajo las sombras de un marabú rampante y por espacio de varios años, y que ahora vuelve a erigirse no solo como una de las más reconfortantes vistas durante el tránsito por la circunvalación que accede al Valle de Mayabe, sino en un hervidero de trabajo donde vuelve a demostrarse todo lo que se puede.
Después de una larga data de infructuosas supeditaciones a diferentes formas productivas, la acogida de los 278 canteros de Las Lucías por la Empresa Hortícola Wilfredo Peña ha devenido vuelco alentador, pues solamente en el primer bloque de 30 canteros, con apenas dos meses que llevan produciendo, se han obtenido ya más de 13 toneladas de verduras frescas: tomate, pepino, lechuga, habichuela, zanahoria y remolacha, que se destinaron a la población de la cabecera provincial.
Durante una visita de JR al lugar, Yixi Serrano Hernández, directora de esta UEB, recordaba que lo más complejo al comienzo de la recuperación en enero pasado consistió en erradicar los arbustos invasores, para luego suministrar la materia orgánica a la totalidad de los canteros y sus correspondientes sistemas de riego, que cuentan con el agua suficiente. Otra importante tarea fue reparar el local socio-administrativo de la unidad, donde los obreros disponen de un acogedor comedor que hará las veces de local para la superación.
Con orgullo, la directora comentó que estas actividades se realizaron con el concurso no solo del personal técnico perteneciente a nueve empresas agropecuarias de los municipios de Holguín y Gibara, y los obreros contratados en el lugar, sino además, con la colaboración de trabajadores y funcionarios del propio sistema de dirección de la Agricultura, quienes cambiaron sus labores en las oficinas por el sombrero y el azadón.
Una novedad que acompaña la reapertura es el hecho de que al sumarse estas tierras al patrimonio de la hortícola Wilfredo Peña, cuyas producciones de reconocida calidad tenían planificado en su mayor parte, como destino el sector del Turismo, en lo adelante podría llegar a asumir hasta el 70 por ciento del total para la comercialización directa a la población.
En los últimos tiempos, en Holguín muchos de los organopónicos destinados al cultivo de vegetales mermaron considerablemente sus entregas, algo que estuvo asociado al deterioro paulatino de las instalaciones, los sistemas de riego y la retirada de la fuerza laboral, pero en algunos casos, también, a la falta de sistematicidad en su atención integral.
Así lo reconoció Liudmila Rodríguez Cruz, actual jefa del Departamento de la Agricultura Urbana, Suburbana y Familiar, de la delegación provincial del Minag, quien agregó que fue el análisis riguroso de los retrocesos advertidos por el Grupo Nacional de la Agricultura Urbana y Suburbana, en septiembre pasado, fundamentalmente en el municipio de Holguín, lo que propició adoptar un conjunto de medidas que ya van consiguiendo resultados.
Tanto es así que los otros dos organopónicos de mayor capacidad emplazados en la provincia, el del poblado de Levisa, en Mayarí, y el de Cupey, en Moa, —donde solo restan por alistar unos 80 canteros de los 264 que posee—, han tenido una considerable reanimación y vuelven a aportar alimentos.
Según informó Rodríguez Cruz, en más de la mitad de las 600 hectáreas de organopónicos de la agricultura urbana en la provincia, tanto del tipo semiprotegido como de huertos intensivos, ya se logró mejorar las condiciones, al tiempo que la disponibilidad de la fuerza laboral y los salarios estipulados, no constituyen factores preocupantes.
Sin embargo, afirmó la directiva, queda mucho todavía por hacer, y solo en la Ciudad de los parques, con más de 300 000 habitantes, y donde la demanda de hortalizas sigue siendo muy alta, se hace necesario realizar intervenciones similares en instalaciones como las del reparto Villa Nueva, el Camino Militar o Guajabalito, donde la maleza también ha hecho de las suyas.
Y es que solo poniendo a plena capacidad de producción la totalidad de estas áreas, una buena parte de las cuales la constituyen los huertos intensivos en manos de estructuras del sector cooperativo campesino, empresas y organismos de la provincia, donde se necesita mayor exigencia y empuje de sus directivos, podría conseguirse, aparejado a una mayor presencia de las hortalizas en la mesa, la no menos necesaria incidencia en los precios.
Por lo pronto, en Holguín se alienta el rescate de cada una de estas áreas potencialmente productivas que habían permanecido ociosas, y el despertar del trabajo en las unidades en explotación, porque es la manera más elocuente y digna de demostrar que somos capaces de producir nuestros propios alimentos, sin innecesarios recargos para los bolsillos de la economía nacional.