El tema de los valores en las nuevas generaciones es una de las prioridades del trabajo de la UJC. Autor: Kaloian Santos Cabrera Publicado: 21/09/2017 | 05:47 pm
«(…) ¿Y qué juventud queremos? ¿Queremos, acaso, una juventud que simplemente se concrete a oír y a repetir? ¡No! Queremos una juventud que piense. ¿Una juventud, acaso, que sea revolucionaria por imitarnos a nosotros? ¡No!, sino una juventud que aprenda por sí misma a ser revolucionaria, una juventud que se convenza a sí misma, una juventud que desarrolle plenamente su pensamiento».
Hace más de medio siglo, en un acto de homenaje a los mártires del asalto al Palacio Presidencial, en la Escalinata de la Universidad de La Habana, Fidel formulaba esas preguntas y aseveraciones convencido de que la juventud es un tiempo de fundar, revolucionar, prepararse para el futuro, de entregar, creer…
Quizá por ello haya que volver a esas interrogantes, pues el cambio de época ha provocado que también cambien las organizaciones políticas y de masas. Hacerlo cuando se debe es la clave del éxito. La evolución lógica de generaciones y las realidades de la Cuba de hoy invitan a que la organización guía de la juventud sea más flexible y se adapte a las nuevas condiciones históricas.
Es que, como decía el Che, «en nuestra sociedad, juegan un gran papel la juventud y el Partido (…) particularmente importante es la primera; por ser la arcilla maleable con que se puede construir al hombre nuevo sin ninguna de las taras anteriores». No en balde hace dos años, la Primera Conferencia Nacional del Partido depositó otra vez grandes responsabilidades y su confianza en la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC).
La necesidad de atemperarse a los nuevos tiempos, la importancia de que la organización concentre su labor en la atención a los niños, adolescentes y jóvenes, dirigida a formar en ellos valores y convicciones y una conducta social adecuada, así como evaluar asuntos esenciales desde su perspectiva y motivaciones propias; dejar a un lado la falta de creatividad, el reunionismo y el exceso de convocatorias a sus miembros, estuvieron sobre el tapete en aquel análisis.
¿Cómo asumió la organización los objetivos de la Conferencia? ¿Cuánto se ha transformado? ¿Cómo ha sido el trabajo después de este encuentro? ¿Cuánto falta?, fueron algunas de las interrogantes que guiaron el diálogo extenso y profundo de Juventud Rebelde con Yuniasky Crespo Baquero, primera secretaria del Comité Nacional de la UJC, a propósito de que la organización juvenil acaba de cumplir sus 52 años de vida.
Yuniasky aseguró que la UJC ha asumido los objetivos de la Conferencia con receptividad y con mucho respeto, además de verlos como un enorme compromiso con el Partido, que confía en el relevo y le plantea nuevos retos. Añadió que para estar a tono con lo pedido, la Juventud ha emprendido un proceso para hacerse más dinámica, cercana a los jóvenes y para que los cuadros lleguen más a la base, dediquen más horas al intercambio, a dialogar y enseñar.
«Trabajamos en eliminar trabas, en reducir los espacios formales, las reuniones excesivas, en dinamizar nuestros estatutos y reglamentos, buscando justamente frescura en la UJC, sin que deje de ser una organización de propuestas sólidas, de seriedad en lo que hace. Estamos conscientes de que continuamos siendo la cantera, y hoy sigue constituyendo esa la máxima aspiración de un joven comunista».
—¿Se vieron los jóvenes reflejados en lo aprobado durante la Conferencia del Partido?
—Sí, eso se logró. Creo que la Conferencia, por la profundidad del debate que propició en la sociedad en general, no dejó fuera a ningún sector y los jóvenes como es lógico son un segmento muy importante. De ellos emanaron opiniones muy sólidas que han sido tenidas en cuenta para las transformaciones que se han hecho en nuestra organización.
—¿Cuánto cambia la visión del trabajo de la organización cuando se dirige en una provincia y luego a nivel de país?
—Indudablemente se produce un cambio significativo; la visión desde el nivel de país es más abarcadora, más general, lo cual también entraña más responsabilidad, modestia y consagración; pero indiscutiblemente el tránsito por los niveles de base es imprescindible, no se alcanzan resultados satisfactorios sin el paso por esos escalones, en contacto directo con los colectivos laborales, primero como trabajador y luego como dirigente en ese nivel primario.
—¿Hemos sido capaces de ofrecer a las organizaciones estudiantiles y movimientos juveniles la autonomía que reclamaron en el proceso de análisis que condujo a la Conferencia, para que estos asuman las misiones que les corresponden e incrementen el necesario reconocimiento de los estudiantes y jóvenes?
—La UJC como organización guía del movimiento juvenil cubano, representante de todos esos intereses, no busca restar autonomía a las organizaciones que están vinculadas a su labor. Ellos generan constantemente un gran número de actividades, de ideas, son muy creativos y eso nos satisface, y aún pueden serlo mucho más. Nosotros apoyamos que expandan esa creatividad, que se propongan cosas nuevas, que sugieran ideas.
«Lógicamente, tenemos una responsabilidad política, nos corresponde guiar, pero no suplantamos o ignoramos sus planteamientos. Si cada movimiento juvenil u organización estudiantil tiene un buen funcionamiento, ya en esencia están siendo autónomos, que es lo que necesita la UJC. No se trata de lograr mayor o menor protagonismo, sino de que cada cual haga lo que tiene que hacer siempre y cuando se corresponda con las funciones concebidas para esas organizaciones».
—¿Cómo se ve ahora el exceso de reuniones, la falta de creatividad y sistematicidad en el empeño de las funciones de la UJC? ¿Se han resuelto estas dificultades?
—A veces se tratan de hacer generalizaciones y eso nunca es positivo. En ocasiones se quiere condenar a la reunión y estigmatizarla como algo siempre innecesario, y no es así, solo que se deben concebir con inteligencia, con utilidad, despojarlas de formalismos, de propuestas sin atractivo, hacerlas cuando realmente sea necesario. Esa es una batalla muy seria que tenemos.
«Desde hace más de un año dejamos que sean nuestras estructuras de base las que decidan los temas que consideren vitales o de interés en su radio de acción, sin imposiciones verticales ni dogmatismos. No queremos que identifiquen a nuestras estructuras solo como un colectivo que hace reuniones, porque realmente si usted revisa el comité de base solo tiene establecido reunirse una vez en el mes.
«De 30 días en que se pueden generar iniciativas, actividades…, solo una o dos horas de ese tiempo se lo estamos dedicando a una reunión. Lo demás se puede emplear en muchas cosas: en lo productivo, patriótico, recreativo; por tanto, condiciones tenemos para no propiciar el reunionismo.
«También a los niveles superiores les hemos restado reuniones que resulten innecesarias. Abogamos por trasladar las acciones a la base; hacer más que decir, cada cual cumpliendo con sus actividades propias como trabajador, como estudiante, como ama de casa…».
—¿Cómo ha cambiado el funcionamiento, el que se asumió que debía ser sin esquemas ni dogmas?
—Aún no tenemos lo que queremos, pero creemos que andamos por el camino correcto. Lo sustenta lo que hemos logrado con las reuniones en la base, y a ello se suma la prioridad que estamos dando a la preparación de nuestros cuadros, a entrenarlos desde que conforman nuestras reservas para el trabajo en la UJC, identificando debilidades o carencias, para lograr métodos que permitan mayor influencia y efectividad.
—¿Cuánto ha variado el trabajo político con los jóvenes? ¿Se logra influir, como se aspira, en la mayoría de ellos?
—En tu pregunta queda reflejado el cambio principal en los métodos de la organización en materia de trabajo político e ideológico. En la nueva etapa se ejerce, como planteas, influencia sobre todos los jóvenes, y no nos limitamos solamente a la militancia política. Ahí radica el principal cambio, en el hecho de preocuparnos por todos los niños, adolescentes y jóvenes cubanos, tratando de sumarlos al movimiento juvenil y a la participación en la vida política de nuestro país.
«Es significativo destacar que estamos utilizando como armas principales las conquistas de la Revolución en todos los sectores, pero especialmente la cultura y la educación son nuestras más poderosas formas de transmitir los valores que aspiramos formar en las nuevas generaciones».
—¿Cómo se ha desarrollado la atención a los niños, adolescentes y jóvenes para contribuir a formar valores y convicciones?
—El tema de los valores en las nuevas generaciones es una de las prioridades de trabajo de la UJC, pues como organización comprendemos que es un asunto vital, y que nos toca muy de cerca a cada uno de nosotros, no solo en la condición de dirigentes, sino como entes activos de la sociedad y como componentes de las familias.
«Somos del criterio de que en los últimos años se ha producido un determinado deterioro de algunos valores, sobre todo de aquellos ligados con la educación formal, con los buenos hábitos de comportamiento cívico y con las buenas costumbres, pero no coincidimos, y lo digo con sinceridad, con algunas opiniones que expresan una crisis irreversible y general de estos valores en toda la sociedad.
«Cotidianamente somos testigos de numerosas muestras de consagración, apego al trabajo o al estudio, por miles y miles de jóvenes, lo cual es muestra de que en sus esencias la sociedad cubana cuenta aún con un gran caudal de esos sentimientos que la Revolución ha sembrado a lo largo de los años.
«Sin embargo, esto no significa que estemos conformes o que ignoremos lo que pasa a nuestro alrededor. Nos alarma cada hecho negativo que implique a un joven, cada estudiante usando mal el uniforme, cada maltrato a la propiedad colectiva, cada indisciplina, lo mismo en la calle que en los hogares.
«Como organización hemos investigado el tema a través de nuestro Centro de Estudios sobre la Juventud, lo hemos discutido con la militancia y el estudiantado, y hemos encontrado factores que influyen en el asunto, sobre todo de unidad entre la familia, la escuela y nuestras organizaciones de base para potenciar las buenas prácticas en materia de educación cívica.
«Claro, nos falta mucho más empuje, más combate contra esas conductas; que los dirigentes de la UJC, de la FEEM y la FEU nos preocupemos por hacer más cosas que resalten los mejores valores, que dialoguemos sobre el tema con los jóvenes allí en su entorno, reflexionando, señalando los errores».
—Buena parte de los jóvenes se alejan de los medios tradicionales y se acercan a las nuevas tecnologías. ¿Cómo usarlas mejor para influir más en ellos? ¿Cree que el acceso a Internet y la interconexión pueden reblandecer ideológicamente a los jóvenes? ¿Por qué los dirigentes juveniles no usan con más sistematicidad un blog o acceden a las redes sociales?
—Esto supone un gran reto, porque las nuevas tecnologías resultan novedosas e imprescindibles. Nuestro desafío es que su utilidad triunfe sobre lo banal, sobre lo superfluo, que no desconecten al joven de la realidad ni lo sumerjan en un mundo virtual donde por lo general gobiernan las leyes del mercado.
«Nunca se debe olvidar que muchas veces estas plataformas tecnológicas pueden ser también mecanismos de subversión potenciados por los grandes capitales y sus medios de comunicación. No se puede tratar el asunto con ingenuidad. Las recientes denuncias sobre la creación desde EE.UU., de redes de telecomunicaciones enfiladas a los jóvenes con fines de manipulación política contra la Revolución, son una evidencia de ello.
«Las tecnologías en sí, como consecuencia del desarrollo de la globalización, no son fuerzas malignas, pero su uso adecuado o no las convierten en fortalezas o en debilidades para la labor ideológica. Creo que nuestra juventud tiene argumentos que sirven como excelentes escudos para acudir a las tecnologías y ponerlas a nuestro favor.
«Nada prohíbe el acceso de nuestros dirigentes juveniles a las redes sociales. Las limitaciones son las mismas que de manera general tiene el país en materia de conectividad, pero tenemos dirigentes jóvenes en esas redes, secretarios de comités de base, cuadros… Ellos están en Facebook, Twitter, en páginas web, en los blogs, en los centros universitarios y de la cultura. En aquellos espacios donde les resulta factible, pero definitivamente están y seguirán estando en la medida de las posibilidades, lo cual es algo que estimulamos como una fortaleza en nuestra labor».
—En Cuba, donde no existe un Ministerio de Juventud, la UJC ha asumido de alguna manera esa función. ¿Cree que como parte del proceso de institucionalización se requiera de un ministerio de ese tipo, que promueva gubernamentalmente la política para el sector juvenil, o la UJC puede seguir asumiendo esa función?
—Nosotros tenemos una encomienda refrendada en el artículo 6 de la Constitución de la República, que define: «La Unión de Jóvenes Comunistas, organización de la juventud cubana de avanzada, cuenta con el reconocimiento y el estímulo del Estado en su función primordial de promover la participación activa de las masas juveniles en las tareas de la edificación socialista y de preparar adecuadamente a los jóvenes como ciudadanos conscientes y capaces de asumir responsabilidades cada día mayores en beneficio de nuestra sociedad».
«Creo que nuestro trabajo tiene que ser ese, impulsar la participación y representar los intereses de los jóvenes. Tenemos condiciones y voluntad de hacerlo independientemente de que en el orden administrativo o gubernamental se puedan adoptar otras decisiones que siempre implicarían a la UJC en su labor, porque en las políticas que los ministerios trazan con relación al tema de la juventud siempre ha de estar representada la organización».
—¿Cuáles serían los asuntos relacionados con la juventud a los que se les debiera prestar mayor atención desde el punto de vista estatal o gubernamental?
—Los jóvenes siempre tienen muchas demandas e inquietudes en el orden material, algo que es propio de la juventud en toda época. En nuestro caso, en los momentos actuales, la situación se complejiza porque el país no puede destinar muchos recursos a satisfacer demandas en materia de recreación, del acceso a la vivienda y el problema salarial, los temas más recurrentes en la encuestas y estudios.
«Lo positivo es que la dirección del país está al tanto de ellos y ha creado mecanismos para buscar opciones de conjunto entre las instituciones gubernamentales y la UJC, con el permanente seguimiento del Partido».
—¿Tiene la UJC la suficiente influencia en el sector productivo del país? ¿Hasta qué punto se adapta la organización al escenario de la actualización, más complejo y diversificado?
—Somos una organización fuerte en el sector productivo y aún podemos serlo más. Hemos comprendido y acompañamos las transformaciones en ese sector, donde el incremento de la labor por cuenta propia es lo más trascendente; pero lo hemos incorporado como un reto y lo estamos asumiendo. Allí tenemos militantes, muy buenos, revolucionarios, y queremos crecer en su número y lograr que participen en nuestras actividades como el resto de los trabajadores.
«El Buró Nacional aprobó hace un año acciones concretas para trabajar con el sector no estatal, que constantemente revisamos y actualizamos con espíritu crítico. Ellas van encaminadas a sumar militantes y organizaciones de base propias de ese sector, y hoy en 11 provincias existen y funcionan esos comités de base de trabajadores por cuenta propia».
—¿Cómo el talento del sector educacional y científico, deportivo, cultural y de la salud se pone al servicio de nuestra sociedad?
—En un sistema como el nuestro, esencialmente encaminado a poner los logros en servicio del pueblo, es un elemento casi natural que el talento extienda sus frutos al alcance colectivo. Los aportes científicos o tecnológicos de los jóvenes son fuente de muchas soluciones y alternativas a muchas carencias. Tenemos las Brigadas Técnicas Juveniles, que son un ejemplo de cómo los jóvenes buscan soluciones a muchos problemas en diversos lugares y es asombroso cuánto aportan, cuánto ingenio y sentido del deber hay entre ellos.
—¿Han cambiado las publicaciones infantiles y juveniles vinculadas a la UJC? ¿Se logran adaptar sus materiales y artículos al gusto e intereses de los niños, adolescentes y jóvenes?
—En los últimos tiempos ese es un tema al que hemos prestado mucha atención, pues han existido dificultades con la sistematicidad en la salida de las publicaciones, por razones esencialmente técnicas, de la poligrafía. Estas han influido en que no lleguen oportunamente a las manos de niños y jóvenes, que es la esencia y el fin principal.
«En cuanto al contenido, creo que se ha venido mejorando día tras día, y aunque estamos insatisfechos, las revistas hoy gustan a sus destinatarios, son hechas con mucho amor y profesionalidad. Sus colectivos están abiertos a las críticas y a las sugerencias de los lectores, que es la mejor fuente para enriquecerlas».
—Hay quienes hablan de despolitización o cierto nivel de enajenación en determinados sectores juveniles. ¿Comparte esa preocupación?
—La apatía política y la falta de compromiso son tal vez las armas a las que más apuesta el enemigo, y no me refiero solo al enemigo de nuestra Revolución, sino al enemigo común de las fuerzas progresistas en el mundo. A ellos les conviene que los jóvenes no se preocupen por la realidad amarga de nuestro mundo, les conviene más tenerlos al margen, sumergidos en sus intereses personales, hipnotizados con la seudocultura, presos del mercado o de las drogas.
«Hablando de nuestro país, no creo que sea un fenómeno que abarque a sectores enteros de la juventud, es un problema que está dentro de determinados grupos, y ello recaba un mejor trabajo y una mayor preparación política y cultural de los cuadros en todos los niveles.
«Tenemos una gran fortaleza, y es que en nuestro modelo político la inclusión de los jóvenes en la configuración de la economía, de la ciencia, de la salud y otros sectores es muy activa, y miles participan, lo cual ya es una muestra de que toman parte a favor del sistema político. Ello evita que se sientan como figuras apolíticas o sin compromiso».