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Así no se puede matar mosquitos

Las indisciplinas sociales asociadas al poco sentido de pertenencia y percepción del riesgo, constituyen las principales causas del estado higiénico epidemiológico en el Municipio Especial Isla de la Juventud

Autor:

Roberto Díaz Martorell

NUEVA GERONA, Isla de la Juventud.— «¡Aquello fue el colmo!, después de que habíamos limpiado el vertedero viene un hombre muy campante con su carretilla y “pacatán”, tiró la basura en el mismo lugar, justo delante de nosotros», narra Justo Pastor Verdecia, jefe del Departamento de Higiene de la unidad presupuestada de Servicios Comunales en la Isla de la Juventud.

«Pero lo seguí —continúa—, y conversé con él hasta que regresó a recogerla».

Historias como esta se repiten una y otra vez, símbolo de la indisciplina social que provoca que este territorio, entre otras afectaciones por ese concepto, muestre al cierre de octubre una focalidad del 1,128 por ciento, de 0,05 permisible.

Juan Manuel Campos Cánova, jefe del Programa de Control de Aedes aegypti aquí, comenta que «a pesar de la subjetividad del dato —depende de la calidad de las inspecciones—, cuando el río suena… y es real que existe poca percepción del riesgo en la población; no todos cooperan y muchos evitan las inspecciones.

«Esto provoca que el cuadro higiénico epidemiológico sea muy crítico, acentuado por lo narrado anteriormente, por los salideros de agua potable y baches en las calles que acumulan agua y porque Servicios Comunales no sanea los microvertederos con la frecuencia requerida, y cuando llueve mucho, como en octubre, se complica la situación», acota.

Bárbara Soto Pérez, directora de la unidad presupuestada municipal de Servicios Comunales, asegura que «el mosquito no está en los microvertederos, sino en los patios de las casas», al tiempo que, en coincidencia con Pastor Verdecia, señaló no tener reportes de focos en esos depósitos.

Ambos directivos refirieron que Servicios Comunales no tiene entre su objeto social recoger desechos sólidos que se generan por planes tareco, limpieza de patios particulares o acumulación de escombros por construcción. «Las personas deben contratar el transporte por sus medios para eso; y hoy la mayoría de los microvertederos son escombros», explica Verdecia.

Esta controversia solo incita a los pobladores a mirar las faltas institucionales para esconder la responsabilidad individual con su entorno. Las indisciplinas sociales necesitan mano dura, sobre todo con quienes violan a diario las normas.

En el 2007, JR alertaba sobre el incremento acelerado de las indisciplinas sociales y su impacto en la comunidad, además de la inobservancia de las leyes emitidas para regularla.

Cuatro años después, Pastor Verdecia recalca que en la Isla de la Juventud existe bajo nivel de enfrentamiento, insolencia, impunidad, «las multas no parecen surtir el efecto necesario y hay que subir la parada para lograr el cambio», expresó.

¿Responsabilidad colectiva?

Publicado en la Gaceta Oficial de Cuba, el Decreto 272 referente a la Higiene Comunal, en su artículo 18 contempla las sanciones para aquellos que atenten contra la limpieza de las calles y afecten por cualquier medio o forma los depósitos colectivos destinados a la recogida de los desechos.

Entre las medidas figuran multas de cien y hasta 600 pesos, y la obligación de resarcir los daños ocasionados; por otra parte señala también a quienes arrojan desechos en la vía pública y que ayudan a la proliferación de vectores.

El Aedes aegypti es el vector transmisor de enfermedades como el dengue y la fiebre amarilla, a las que está expuesta toda la población con peligro para la vida, y la única manera de eliminarlo es la higienización del entorno de forma integrada con la participación de todos.

La mayoría de los entrevistados reveló la existencia de vertederos históricos. «Aquí en la calle 18 y 57, y en 20 y 51 lo recogen y a los diez minutos tiene basura», comentó Campos Cánova, al tiempo que demandó más unidad de acción entre los factores del barrio con el fin de resolver esa situación.

«Debemos elevar el nivel de exigencia sanitaria imponiendo la disciplina. Hasta la fecha tenemos siete casas reiterativas en el Consejo Popular Pueblo Nuevo, la meca de la focalidad, y la respuesta de algunos presidentes de los CDR no es ágil y a veces nula», dijo.

Martha Parada Galán, coordinadora municipal de los CDR, reconoció la poca asistencia de los vecinos a los barrio-debates y charlas educativas en las cuadras «cuando son precisamente ellos los que vierten los desechos dondequiera y nadie los enfrenta», dijo.

«El autofocal familiar sigue siendo un tema pendiente, pero no vamos a dejar de insistirle a la gente», acotó.

«La mayoría de los focos se detectan en las casas —añade Yulanny Fernández Milanés, organizadora municipal de los CDR—, pero las personas necesitan botar la basura y la recogida de los vertederos no es sistemática en todos los lugares.

«Por ejemplo, en el territorio existen ampiroles (vagones para recolectar desechos), pero no están distribuidos de manera que beneficien a todas las comunidades de Nueva Gerona», explicó.

Este diario pudo comprobar que de un total de 11 ampiroles solo en el centro histórico están ubicados tres, uno en el Reparto Industrial, tres en Micro 70 y cuatro en Abel Santamaría, quedando fuera Consejos Populares extensos como Sierra Caballos, 26 de Julio y Pueblo Nuevo, este último con el mayor índice de focalidad en el territorio.

En ese sentido, Soto Pérez informó que estudian una redistribución de esos contenedores con prioridad para los Consejos Populares de mayor focalidad, a los que entran tres veces por semana con los carros o con tracción animal, «pero parece que no es suficiente».

Por su parte, Norys Guedes Ulloa, miembro de la esfera de trabajo comunitario de la Federación de Mujeres Cubanas aquí, declaró que como política todos los bloques deben tener la brigada autofocal activada para visitar semanalmente a la familia; «sin embargo, funcionan muy pocas», reconoció.

Tanto Guedes Ulloa como Fernández Milanés coinciden en que el mosquito no pica solamente al que viola las normas de higiene y bota la basura dondequiera, «el peligro acecha a todos», dijeron.

Sobre las casas cerradas, Pastor Verdecia y Parada Galán aludieron a la dificultad del acceso para la limpieza porque muchos moradores no dejan las llaves y otros simplemente se niegan a la inspección, mientras que Maikel Ávila Cudina, jefe de área de vectores del Policlínico II en Nueva Gerona, refirió que en esos casos «convocamos a los CDR, FMC, núcleos zonales del PCC y aunque se pudiera avanzar más, siempre se logra el índice mínimo permisible que es de 0,5 por ciento de inspección.

En tanto, el Consejo de la Administración dedica más de 16 horas al mes (todos los viernes en plenario y los martes en el terreno) a debatir las incidencias sobre la sostenibilidad del territorio.

En esas reuniones —apuntaron varios de los consultados— «aparecen pocas soluciones…»; «conocemos de manzanas que se reiteran, la cantidad de multas… y nada cambia»; «no se lleva a los implicados y así no se puede matar mosquitos».

¿Octubre culpable?

Muchos achacan el actual elevado índice de focalidad y la explosión de Aedes aegypti a las continuas lluvias de octubre, cuando en realidad las precipitaciones solo catalizaron el deplorable estado mediombiental e higiénico de la ciudad.

La intensa sequía que caracterizó a los meses de agosto y septiembre, sumada a la inestabilidad en el saneamiento de las comunidades, propició que los huevos del mosquito sobrevivieran. Ávila Cudina recordó que el huevo puede durar seco de 13 a 15 meses en espera del agua salvadora para eclosionar, ya que lucha por perpetuar su especie.

«Al cierre de octubre —explicó—, varias comunidades de Nueva Gerona acumulaban más focos de los permisibles. Por ejemplo, en el centro histórico se registraron 49 muestras larvarias positivas y dos adultos; y en Pueblo Nuevo 135 positivos con 42 adultos, el más alto de la Isla de la Juventud».

En septiembre y víspera del aniversario 50 de la creación de los CDR, esa organización de masas convocó a una jornada masiva de higienización en los barrios y tampoco la basura que generó se pudo recoger por Servicios Comunales, según aseguró la Coordinadora municipal de los CDR.

En ese sentido, la Directora de la unidad presupuestada municipal de Servicios Comunales se refirió a afectaciones con el combustible, fundamentalmente el diésel y al impacto que causa la demora en la recogida de desechos.

Por su parte, el Jefe del Programa de control del Aedes aegypti sostiene que «octubre trajo muchas lluvias y altas temperaturas, eso acelera el ritmo evolutivo del mosquito, que ya tenía servida la mesa».

Realidad en el terreno

Yanelis Oliva, operaria con tres años de experiencia en el Consejo Popular de Pueblo Nuevo, identifica como el mayor problema la acumulación de desechos en los patios.

Caridad González, con cuatro años de experiencia en esta labor, siente que la población, en un buen número, no está consciente del peligro que corre, porque piensa que no les va a tocar.

Mariolvis Riquenes, trabajadora de la campaña, señala la indisciplina como la principal causa del estado higiénico en el territorio.

A esas opiniones se suman los maltratos y esquivas ante la presencia de los trabajadores de la lucha antivectorial. Según recordó  Maikel Ávila, han tenido que soportar hasta ofensas verbales.

La unidad de vectores agrupa hoy a 40 trabajadores en la comunidad de Pueblo Nuevo, lo que les permite cubrir el ciento por ciento del universo poblacional para seguir protegiendo a las personas del peligroso Aedes; sin embargo, el esfuerzo no es recíproco.

En su experiencia al frente de un área de vectores donde colindan cuatro de los Consejos Populares más afectados el Jefe del área de vectores del Policlínico, señala que muchos botan el abate de los tanques (este producto cuesta 1 800 dólares la tonelada), y para que se tenga una idea, un tanque de 200 litros lleva 20 gramos, las cisternas de 15 a 20 kilogramos y un saco de abate contiene 15 kilogramos, y aquí hay muchos edificios con cisternas», precisa.

Por otra parte, existen ejemplos positivos como el de Gladis y Pedro, vecinos de la comunidad Patria, quienes chapearon el solar frente a su casa para sembrar hortalizas, y el de los estudiantes del IPU Celia Sánchez, que transformaron un matorral en un bosque martiano. Con actitudes como estas últimas sí podremos acabar con este peligroso vector.

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