El joven técnico canino Yasmany Cruz convencido de que la dedicación y disciplina en su trabajo sistemático con los canes es la clave de sus éxitos profesionales. Autor: Calixto N. Llanes Publicado: 21/09/2017 | 05:05 pm
—¡Omaly, ven aquí!— llamó Yasmany mientras indicaba con su índice el lugar.
Ella se desplazó dócilmente y ahí quedó, esperando. A las voces de «¡Siéntate!, ¡Vueltas!, ¡Gira!, ¡Échate!, ¡A rastras!», obedeció a la perfección. Cuando, a distancia, solo el gesto de la mano de Yasmany le indicaba lo que debía hacer, Omaly no falló. Ni siquiera cuando otra voz intrusa —como la mía— le pedía que se levantara, ella se dejó llevar.
«Es que ha tenido un buen entrenamiento y aunque yo no haya sido su entrenador siempre, ya somos un equipo de trabajo. Ella es una perra excelente, fiel y obediente», explicó el joven.
La bella ejemplar color crema de la raza Labrador escuchaba atenta, a sus pies. Echada sobre la yerba, Omaly parecía que asentía a cuanto su «compañero de trabajo» decía. Mostraba entereza y tranquilidad, cualidades que un can entrenado exhibe siempre, incluso cuando un revoltoso cocker, de solo seis meses de edad, se acercó.
«Este es Bol, con quien trabajaré al mismo tiempo y en los próximos años. Él será mi perro porque Omaly se jubilará pronto. Es muy travieso e indisciplinado pero es comprensible porque todavía es un cachorro y estamos familiarizándonos. Él debe aprender de aquella en este tiempo y debe ser capaz de entender también que no es el único perro que puede acercarse a mí, para evitar tristes desenlaces como ya me sucedió una vez. No obstante, los perros que se emplean en esta especialidad por lo general no son agresivos. No tienen por qué serlo, su talento es otro», comentó Yasmany.
En la Unidad de la Sección Canina de Ceiba del Agua, en la provincia de Artemisa, los tres juntos son una familia en la que Yasmany Cruz Victore, técnico canino de la especialidad de droga, lleva la voz cantante. Omaly ya ha dejado su impronta en la solución de muchos casos policiales, y su nueva adquisición, Bol, seguramente pondrá todo su empeño desde los primeros pasos profesionales para ser el complemento ideal del joven.
Trabajo en equipo
Desde épocas remotas los canes han acompañado a los humanos. Fieles a sus dueños y al bienestar de estos, se han ganado un lugar especial en la vida de las personas, aunque algunos les teman por sus tamaños o extraños rostros.
Con el transcurso de los años hemos conocido las útiles capacidades de los perros y estos han servido al hombre para diferentes fines: en el trabajo en el campo, en el pastoreo de rebaños de ovejas y reses, en el cuidado de las propiedades o en el rescate en zonas montañosas.
En el trabajo policial, la Técnica Canina es una vía auxiliar para investigar los delitos mediante el uso de canes entrenados. En esta técnica tiene relevante importancia el uso de la genética y la biología, para seleccionar a los mejores para la reproducción y el trabajo criminalístico, en el que contribuyen a la captura de un malhechor o al descubrimiento de algún objeto o persona.
En Cuba se inició este tipo de trabajo con los perros dos años después del triunfo de la Revolución, cuando arriban a la Isla 22 canes procedentes de Checoslovaquia. Fue precisamente el 24 de enero, a propuesta del Comandante en Jefe Fidel Castro, que se creó la Técnica Canina en Santiago de las Vegas con el objetivo de que estos ejemplares patrullaran la zona del Escambray en la lucha contra bandidos y apoyaran el enfrentamiento a los primeros intentos de infiltraciones y salidas ilegales, línea de trabajo de las Tropas Guardafronteras, recién creadas en aquel momento.
Al arribar a medio siglo de fundadas, las unidades de la Técnica Canina y los Centros de Preparación y Adiestramiento muestran exitosos resultados en su quehacer. Han desarrollado diversas especialidades relacionadas con el rastreo, rescate y salvamento, defensa y patrullaje en zonas urbanas y la detección de tabaco y de estupefacientes, en las que trabaja Yasmany con sus dos ejemplares.
Sobre el entrenamiento de los canes con estos fines, el subteniente Miguel Ángel Rodríguez Acao, de la Unidad de la Sección Canina de Ceiba del Agua, explicó que se les enseña rastreo para trabajar con los oficiales investigadores y con las tropas guardafronteras en la vigilancia de la costa y los cayos adyacentes a la Isla; reciben entrenamiento para custodiar distintos lugares, detectar explosivos, vigilar los movimientos de las personas e identificar cualquier tipo de drogas y narcóticos en los aeropuertos, puertos marítimos y áreas turísticas.
«El trabajo del técnico canino debe ser sistemático, teniendo en cuenta que los reflejos de estos animales no son permanentes. Luego de cumplir tres meses, el cachorro, procedente de un centro de cría, se le entrega a quien trabajará desde entonces día a día junto a él. Se cumple el período de socialización y comienza el entrenamiento hasta que cumpla ocho o nueve años de edad, momento en el que se jubila.
«Para la preparación física del can se realizan ejercicios en los campos de obstáculos y paralelamente se desarrolla la obediencia mediante diferentes métodos, ya sea el alimenticio, el de asociación, el mecánico o el de contraste, que combina el mecánico con el alimenticio. A veces la mejor recompensa del can es el juego con su “jefe”, quien recibe lamidos y apretones como muestra de cariño», añadió Rodríguez Acao.
Los canes se examinan y, generalmente al cabo de un año de intensa preparación, explicó, puede declararse que están listos de acuerdo con las funciones correspondientes a su especialidad. Así lo demostrará en el primer caso en que participe.
Éxito compartido
A Yasmany, a quien siempre le han gustado los perros, parece habérsele cumplido un sueño. Luego de haber terminado su Servicio Militar Activo, se incorporó al trabajo que realizan las unidades especializadas de la Técnica Canina y más tarde cursó los estudios correspondientes en la Escuela Nacional, en la especialidad de droga.
«Es la que más me gusta porque exige una dedicación continua y una paciencia desmedida para que el perro, poco a poco, aprenda. A veces se cree que se convierte en un adicto, pero nada más lejos de la realidad. El método es sencillo. Se usa una campana de cristal dividida en dos secciones. Debajo se coloca la droga y encima, gasas que absorben el aroma de la sustancia y que sirven para que el animal comience a reconocer e incorporar a su memoria olfativa lo que se quiere. No es que él busque la gasa, él acude a un estímulo que usamos como premio y que aparece ante sus ojos en el momento en que identifica el olor que le enseñamos previamente», explicó.
El entrenamiento de esta especialidad incluye búsqueda de estas sustancias en locales cerrados, autos, naves, aeronaves y espacios abiertos. Además practican fuera del centro, en sitios como puertos, parqueos, salones de espera, terminales de transportes y unidades de guardafronteras.
Da gusto imaginar cuán efectivo será su trabajo con Bol, Omaly y cualquier otro can que le asignen siempre que la alegría de hacer lo que realmente le gusta lo acompañe.
¿Cuál sería su mayor satisfacción?, pregunto. Y Yasmany, mirando a los ojos de sus «alumnos» no duda en responder. Su mayor satisfacción es que los canes entrenados por él puedan contribuir a la resolución de muchos casos.
«Si hallan la sustancia con rapidez y de esta manera puede esclarecerse el hecho, eso es una prueba innegable de que mi trabajo, o mejor dicho, nuestro trabajo, ha sido excelente. Es el mejor ejemplo de cómo funciona un binomio perfecto», concluyó.