Dania Rodríguez. Autor: Calixto N. Llanes Publicado: 21/09/2017 | 05:05 pm
«Cuando vinieron a citarme para cumplir con el servicio militar voluntario femenino, el encargado de entregar la citación en mi casa preguntó por Darío, Danio o Danilo. En la medida en que él erraba en los nombres yo me reía. Sabía que se trataba del mío.
Con este detalle comienza Daina Rodríguez González a recordar su experiencia en el servicio militar voluntario femenino, vivencia que durante un año fortaleció contornos de su carácter y flexibilizó otros que esperaban por pruebas como las allí superadas.
Cuenta que en el grupo donde cursa su primer año de la carrera de Filología, en la Facultad de Letras de la Universidad de La Habana, resucitan las vivencias de su etapa como soldado, pues se tiene una visión reduccionista de la utilidad de ese tiempo, durante el cual la mujer ocupa un espacio estratégico que no debe ser exclusivo para el sexo masculino.
«No se trata solo de demostrar que somos tan valientes como los hombres, sino de transgredir límites que aún atentan contra la plena emancipación femenina. En mi caso me fui a la Preparación Básica del Soldado en una guagua llena de muchachos, donde yo era la única mujer. Luego en la unidad donde pasé esa etapa, estaba entre cerca de 600 varones.
«Sentí siempre mucho respeto por parte de mis compañeros. Nunca dudaron de mis posibilidades por ser mujer. Me sentía admirada. Cuando hay muchachas en un entorno como ese, una nota que los hombres se preocupan mucho más de su apariencia personal. Tratan de que todo les salga mejor para no sentirse avergonzados ante nosotras.
Daina considera que para motivar a las muchachas a incorporarse al servicio militar voluntario femenino es preciso ponderar de manera natural, y no en forma de campaña, el papel de la mujer, lo mismo en la escuela, el hogar que en la comunidad. Se debe metabolizar la idea, no como eslogan, de que no habrá obra ciertamente acabada si faltamos nosotras, incluso la victoria en una guerra.
Advierte que es fatal edulcorar el momento en que las féminas deciden incorporarse al servicio militar, signado por el esfuerzo físico y moral, o asegurar que es totalmente inocuo para la relación de pareja y familiar. No siempre en el hogar existe total consenso en que las mujeres den ese paso. También hay novios y esposos celosos que someten a una difícil elección entre el amor de pareja y el deber con la Patria.
«Yo no tuve resistencia para poder cumplir con ese deseo que desde la Secundaria tenía, pero hay jóvenes que sí deben enfrentarse a incomprensiones de sus parejas y hasta de los propios padres.
«Mi única controversia sobre el tema no duró más de 15 minutos, y fue con mi madre cuando participé en una maniobra. Ella ese día fue a visitarme a la unidad y al verme enmascarada totalmente, y con el cansancio que producen esos ejercicios, me propuso irme para la casa, alegando que aquel rigor era demasiado para mí. La convencí de que no rehusaría a mi compromiso y que tenía fuerza para aquello y más.
«Hice guardias combativas, permanecí 21 días sin ir a mi casa de pase porque estaba de servicio. Sentí nostalgia por lo que quiero y se quedó en el hogar y el barrio, pero todo eso fue superable, incluso el miedo que siento por ciertos insectos quedó atrás cuando tuve que cavar un hueco para dormir durante una maniobra.
«Cuando terminé y me entregaron la Distinción de Servicio Distinguido en las FAR, mi madre admitió que la propuesta de que me fuera en aquella ocasión había sido totalmente emocional, y se sintió muy orgullosa de tener una hija que logró alcanzar el grado de cabo, que significa mucho en tan corto tiempo de servicio militar».
Confiesa que el ejemplo de mujeres como Celia y Vilma, entre otras, también tejieron su ilusión y compromiso de prepararse militarmente para defender las conquistas revolucionarias. «Son paradigmas de fineza, valentía y realización. Quise parecerme a ellas y ese fue un modesto paso. Falta mucho para alcanzar sus estaturas».
Un abogado que supo cumplir
Sergio Alejandro Guerra Fernández cursa el primer año de la carrera de Derecho, pero antes de incorporarse en septiembre último a la Universidad de La Habana, cumplió su deber con la defensa.
Para garantizar una buena incorporación de los jóvenes al servicio militar activo, estima que se precisa de un proceso de inscripción responsable de todos los jóvenes arribantes a los 16 años de edad en el registro militar de las áreas de atención de los diferentes municipios.
A propósito de que entre enero y marzo del año en curso está concebido el plazo del proceso de inscripción de quienes este año cumplen esa edad, considera que la disciplina debe comenzar por los propios jóvenes que deberán cumplir ese compromiso, pero también deberán tomar cartas en el asunto los padres y factores comunitarios.
Para quienes le temen al servicio militar, porque es el momento donde la distancia y el tiempo hacen mella en las relaciones de pareja, este joven tiene un consejo: «Las novias que no nos acompañan en los momentos ineludibles no hubieran rebasado la más ligera de las ventiscas a nuestro lado. Las que nos quieren de verdad se sobreponen al reloj y los kilómetros».
Del tiempo que dedicó a cumplir con la defensa se siente agradecido, «muchos creen que el servicio militar es tan solo coger un fusil y prepararse para combatir al enemigo. Eso se hace durante la Etapa de Preparación Básica del Soldado, pero luego los soldados van a diferentes unidades a cumplir diversas misiones, entre estas las de tanquistas, artilleros, infantes, choferes, cocineros, otros realizan guardia para custodiar los medios. Todos reciben una formación integral que contribuye a su crecimiento como ciudadanos».
Motivaciones
La inscripción en el Registro Militar de los jóvenes varones que cada año arriban a la edad de 16 años se ha convertido en un proceso de especial atención para la UJC y la FEEM que junto a las FAR y el MINED llevan a cabo un plan de actividades para el aseguramiento de tan importante tema.
Este año, según comentó Frank Herrera Camejo, vicepresidente de la FEEM, existen especiales motivaciones para acometer el proceso de inscripción, entre los cuales destaca la celebración del 52 aniversario del triunfo de la Revolución.
«Otras de las efemérides que debe motivarnos para hacer de este proceso de inscripción uno de los de mayor calidad es la celebración de los aniversarios 50 de la declaración del carácter socialista de la Revolución y la victoria de Playa Girón».
Para apoyar que los jóvenes se inscriban en los respectivos Registros Militares existen en las escuelas destacamentos llamados Para servir a mi Patria, los cuales están integrados por muchachos que se van a inscribir y por otros que sellaron ese compromiso en años anteriores y esperan ser llamados al servicio militar.
Frank explica que esos grupos promueven la importancia de cumplir con la defensa de la Patria, con actividades que ayudan a la formación política e ideológica de las muchachas y muchachos.
«Con el apoyo de esos grupos se coordinan charlas de jóvenes que ya cumplieron con el servicio militar y otros que ahora cumplen. También gracias a la labor de sus integrantes se reconoce a los primeros en inscribirse y a las muchachas que se sumaron a ese proceso, para luego ir de manera voluntaria a prepararse para la defensa junto a sus compañeros.
«Por este tiempo hay un spot televisivo que recuerda ese deber sagrado, pero en la cuadra también debe haber control de esos muchachos que llegan a la edad de cumplir con el servicio militar. Para asegurar la inscripción los jóvenes no tendrán que ser visitados, ni citados previamente por los responsables del área de atención, por lo que depende mucho de la responsabilidad individual y de la familia el éxito de este proceso.
«La defensa de la Patria exige un amor infinito. Estamos en un momento donde las palabras soberanía y libertad también se realzan junto a la actualización de nuestro modelo económico por lo que pensar en defender la Patria es una responsabilidad que todos los días debemos tener presente».