Doctor en Derecho Fabio Raimundo Torrado. Autor: Calixto N. Llanes Publicado: 21/09/2017 | 04:56 pm
Este domingo 25 de abril más de 320 000 jóvenes cubanos, por llegar a la edad de 16 años, ejercerán por vez primera su derecho al voto, cuando acudan a las urnas para elegir al candidato que ellos consideren con mérito, capacidad y disposición suficientes para representarlos como sus delegados a las asambleas municipales del Poder Popular.
Que todos y cada uno de esos jóvenes que acudirán a las urnas por vez primera conozcan —y asuman de manera consciente y responsable— que gozan de privilegios que hoy son casi únicos en el mundo, es una de las mayores aspiraciones del jurista y Doctor en Derecho Fabio Raimundo Torrado, un hombre convencido de que, entre esos y los jóvenes nominados como candidatos, están los que «sabrán llevar a feliz término la gran obra iniciada por las generaciones que les precedieron».
Mucho sabe el «profe» Raimundo sobre procesos electorales. Es Máster en Ciencias Políticas y profesor titular. Estudioso e investigador incansable. Con varios libros publicados. Todo un experto que, aunque no le gusta que le llamen así, usa su sabiduría con una sencillez y humildad que impresionan.
De muchos temas podemos hablar, pero dialogar sobre la participación de los jóvenes en el actual proceso electivo le parece esencial. Porque «si ellos hacen bien lo que les toca, nadie podrá vencernos», afirma.
—Usted habla de privilegios que hoy son todavía una quimera en muchas partes del mundo. ¿A cuáles se refiere?
—Esos más de 320 000 jóvenes que ejercerán su derecho al voto, pues han llegado a la mayoría de edad electoral, que en el caso de Cuba es de 16 años. Hasta ahora es la más baja del mundo. De modo general, oscila entre 21 y 18 años en la mayoría de los países cuyos sistemas electorales hemos consultado.
«En Cuba, ese límite mínimo para ejercer el voto está acompañado, en el caso de las elecciones parciales actualmente en curso, de la posibilidad de acceder a los cargos públicos elegibles en el nivel municipal, posibilidad que también sea quizá única en el mundo. (No ocurre así para los casos de cargos a nivel de las provincias y la nación, para los cuales se exige tener 18 años, límite coincidente con la mayoría de edad civil, prevista en el vigente Código Civil.)
«Además, ocurre una cosa muy interesante, y que no mucha gente se ha percatado de eso, y es que esos jóvenes de 16 años, según la Ley Electoral, pueden ser seleccionados y electos para desempeñar cargos públicos y electivos en el seno de los municipios, o sea pueden llegar a ser hasta presidentes de Gobierno municipal, si así fueran electos por los delegados que conforman la Asamblea. No hay nada en la Ley Electoral que lo impida. Únicamente lo podría impedir su voluntariedad para asumir el cargo, o el reconocimiento o desconocimiento que se tenga de la capacidad individual de cada uno de ellos».
—Entre los candidatos también hay jóvenes.
—Asimismo. De los 34 766 candidatos propuestos por los electores libremente, sin que para ello se requiriera la presencia de partidos políticos creados con fines electorales, 13 225, o sea el 38 por ciento, están comprendidos entre las edades de 16 y 40 años.
«Son jóvenes nacidos mucho después del triunfo de la Revolución, y en su seno se encuentra, a todas luces, una posible cantera de los futuros dirigentes de nuestra Patria.
«No está de más hacer un poco de historia en este punto. Antes del 1ro. de enero de 1959 se consideraba como la mayoría de edad, y por tanto la posibilidad de votar o ser electo, el límite mínimo de 21 años de edad.
«Creemos que los más de 320 000 jóvenes a los que nos referimos al comienzo y, de manera prioritaria los que fueron nominados como candidatos, ameritan recibir una explicación y preparación sistemática, y no coyuntural, sobre la significación que tiene para ellos el ejercicio de ese derecho ciudadano, recogido en la Constitución Socialista de Cuba y en la Ley Electoral, y que está en correspondencia con el carácter de derecho humano que, con independencia de su sexo, disfrutan conforme a la Declaración Universal de los Derechos Humanos».
—A juicio suyo, hablar de esos privilegios y de los documentos que así lo establecen debería ser algo cotidiano.
—Más del 70 por ciento de nuestra población nació después del 59 y no conoció las graves violaciones y vicios que caracterizaron las elecciones durante la República burguesa, por lo que se impone una divulgación más sostenida y explicativa de esa historia nefasta que tuvieron los procesos electorales anteriores.
«Notamos, por otra parte, una carencia que implica desconocimiento de la historia de estos procesos; cómo fue que surgieron, qué desarrollo tuvieron, cómo fue que se diseñaron los sistemas electorales, sus vicios y deformaciones, etcétera.
«Asimismo puede observarse la ausencia de conocimientos suficientes en algunos segmentos sociales sobre qué es un sistema político realmente democrático, como lo es el nuestro, que es un sistema electoral participativo para todo el pueblo, transparente y competitivo éticamente, así como cuál podría ser la vinculación entre ambos, hasta el punto de que sea imposible hablar de un sistema electoral democrático con las características mencionadas, sin la presencia de un sistema político igualmente democrático, pues uno es sustento imprescindible del otro y viceversa.
«Tampoco existe claridad suficiente sobre la influencia que el sistema económico imperante en una sociedad dada puede tener en los otros dos sistemas ya mencionados, por lo que ante la existencia de dificultades económicas de mayor o menor envergadura y número, pudiera ocurrir el surgimiento de percepciones equivocadas, sobre la plenitud y alcance de la democracia en el sistema político existente.
«Tales limitaciones están requeridas de adecuado esclarecimiento, a fin de evitar confusiones surgidas ante su presencia, a la hora de hacer una valoración de esos sistemas.
«Estos señalamientos no constituyen una crítica a la situación descrita, la cual, por otra parte, pudiera no ser compartida por otros investigadores, sino un alerta sobre omisiones presentes en la planificación y realización de la preparación que deben recibir nuestras jóvenes generaciones, omisiones que son perfectamente solubles, sin requerir mayores esfuerzos, ni grandes recursos para ello.
«Debe tenerse en cuenta que en Cuba, luego del triunfo de la Revolución comenzaron los procesos electorales en el año 1976, como fruto del proceso de institucionalización de país, el que tuvo su culminación con la aprobación y promulgación de la Constitución Socialista y las instituciones representativas, surgidas en virtud de la legislación electoral aprobada al efecto.
«Esta legislación ha ido evolucionando positivamente, pues desde esa fecha hasta la actualidad, han sido aprobadas hasta el momento, tres leyes electorales, de las cuales la actual data del año 1992».
—Un comentario: no solo los jóvenes carecieron del derecho de votar y ser electos, también las mujeres.
—Resulta importante que las mujeres votantes y, en este caso, con mayor motivo las arribantes a la edad electoral, y entre ellas las 12 431 mujeres nominadas como candidatas a ocupar el cargo de delegadas municipales, sean informadas del valor particular que tiene para ellas el poder ejercer ese derecho.
«Las mujeres, al igual que la juventud, cualquiera que fuera su sexo, carecieron de esos derechos, durante varios miles de años. Para que se tenga una idea, hace casi 3 000 años, cuando en la antigua Grecia se comenzó a hablar de la democracia, tanto las mujeres como los jóvenes carecían de la posibilidad de participar en la vida pública.
«Cuando triunfó la Revolución Francesa, a fines del siglo XVIII, los hombres mayores de edad, dentro de los límites reconocidos, que eran muy superiores a los 21 años arriba consignados, eran los únicos que podían votar, y para eso no todos, pues no existía el derecho de sufragio universal, tanto en el sentido de votar, como en el de ser electo para ocupar un cargo, pues se exigían determinados requisitos para ello.
«Entre esos requisitos aparecía, en primer lugar, el ser propietario de determinados bienes y rentas, así como el de saber leer y escribir, incluso en los países más desarrollados de aquel entonces, donde la educación solo estaba al alcance de pocas personas. No fue hasta las postrimerías del siglo XIX y comienzos del XX, que esas circunstancias comenzaron a transformarse.
«Hoy la presencia de la mujer y de los jóvenes en los procesos electorales, dentro de los límites de edad señalados anteriormente, se ve como algo natural, en especial en nuestra Patria, aunque como ya dijimos no siempre fue así. Por ejemplo, en lo que se refiere al derecho al voto, a las mujeres se les autorizó en Cuba a ejercer el mismo, para las elecciones presidenciales ocurridas a mediados de los años 30 del siglo pasado».
—Apenas unas horas nos separan del día de las elecciones. ¿Qué espera de los jóvenes que por vez primera votarán?
—Atendiendo a la historia de nuestro país, y al papel de avanzada que le ha correspondido a la juventud desempeñar en ella, siempre a la vanguardia de las luchas sociales, podríamos expresar que la juventud actual, por destino propio, es la continuadora de la obra que iniciaron sus padres y abuelos, al acometer la construcción del socialismo en Cuba, como un nuevo proyecto social, dirigido a lograr el desarrollo económico, la plena igualdad y la democracia para todo el pueblo y no para una parte exclusiva de él.
«Los jóvenes —con independencia de su origen social— lucharon, tanto por la independencia del yugo colonial, como por la preservación posterior de la Revolución, frente a los intentos anexionistas de aquellos que desde el exterior, o sus cómplices en el interior, pretenden someterla nuevamente al tutelaje del imperio, del cual nos liberamos el 1ro. de enero de 1959. Siempre han estado en la primera línea. Si eso se pierde, se pierden la historia, la Patria, la Revolución y también su sentido de pertenencia a la nación.
«Cierta vez José Martí dijo, y parafraseo, que cada cual cumpla con la parte de responsabilidad que le toca, y nadie podrá vencernos. En este momento, lo que todos los revolucionarios deben hacer es apoyar a su Revolución».