Por su destacada trayectoria el joven Rolando Rodríguez fue elegido delegado directo al IX Congreso de la UJC. Autor: Héctor Carballo Hechavarría Publicado: 21/09/2017 | 04:53 pm
MAYARÍ, Holguín.— Sí, para qué negarlo. Ayer en la mañana, los ojos del joven Rolando Rodríguez Pérez se tornaron más cristalinos y enrojecidos que de costumbre, mas nadie se atrevió a decir que eran lágrimas. Había demasiada virtud en su varonil pose, recibiendo cada abrazo de compañero, cada frase de aliento y compromiso, tantos besos de muchachas.
Se agolpaban para él y el resto de los constructores del Trasvase Este Oeste, en plenas montañas mayariceras, donde se erige la presa del mismo nombre, la alegría por su elección como delegado directo al IX Congreso de la UJC, y la celebración por el día de los dignos hombres de los cascos blancos, en recordación de Armando Mestre.
Confesó este muchacho de apenas 26 años que cuando arribó recién graduado de Ingeniería Civil en la Universidad de Oriente, a esta obra de importancia estratégica para los momentos actuales, pero mucho más, de cara al futuro, como sentenció Raúl durante su visita al lugar, el pasado 28 de agosto, le parecía entonces «demasiada fortuna» para un hijo de campesinos del poblado holguinero de Velasco, en Gibara, quien desde pequeño había sentido gran atracción por la arquitectura.
Siempre le gustó superarse y por ello ha sido un buen estudiante, estimulado principalmente por su mamá. Habla con orgullo de su formación en la Escuela Militar Camilo Cienfuegos, de Holguín, en la cual ingresó a las filas de la UJC.
Su prueba de fuego como ingeniero fue iniciarse como técnico a pie de obra en la construcción de la cortina de la presa. Pero, por su alta preparación y entrega al trabajo, se le encargó luego el control de la calidad de la obra y la responsabilidad de jefe de turno.
Actualmente se desempeña como especialista del Departamento Técnico Productivo de la ECOI 16, una de las tantas empresas constructoras radicadas a lo largo y ancho del Trasvase, procedentes de varias partes del país.
«Esta es una obra de jóvenes y me siento muy orgulloso por eso. Cualquiera de ellos podía haber sido el delegado», sentenció humildemente Rolando, actual secretario general de uno de los comités de base radicados en el área.
«Nos levantamos a las cuatro de la madrugada a trabajar duro, lo mismo en la cantera, en el movimiento de tierra, que en la planta de prefabricado. No nos paramos en las 24 horas, porque sabemos la alta responsabilidad que asumimos ante la máxima dirección del país.
«Este es nuestro aporte al Congreso», asegura, al tiempo que alguien menciona jocosamente que es casado y permanece albergado casi todo el mes, por lo que queda poco tiempo para visitar la casa.
Pero a su lado está su esposa Maricelis Díaz, una joven trabajadora social, quien llegó desde Gibara hasta la presa mayaricera para no perderse un solo detalle de este singular momento. «Sí, anda de aquí para allá, pero aunque le echo mucho de menos, soy la primera en apoyarlo», le ratifica Maricelis, al tiempo que le da un beso.