SANCTI SPÍRITUS.— Dos pichones de colibríes nacieron en un nido ubicado debajo de una maceta colgada en el portal de una casa de visita, en la zona periférica de esta ciudad.
A los trabajadores de la entidad, quienes fueron testigos del período de incubación, les resultó curioso el lugar que albergaba a la familia de aves porque, a pesar de la tranquilidad del sitio, este cuenta con la presencia diaria de seres humanos.
Según afirma el máster Abel Hernández Muñoz, director del Museo Provincial de Ciencias Naturales, comúnmente el macho de la especie se considera como un eterno Don Juan debido a que se aleja, después de fecundar a la hembra, que anida sola, en territorios poco frecuentados por su pareja.
Sin embargo, llama la atención que la madre haya elegido el portal en la casa de visita espirituana, cuando se conoce del recelo de estas aves con sus crías, frente a otros animales de cualquier tamaño, ante los cuales reacciona con agresividad.
Afirma el especialista que colibríes como los reportados en Sancti Spíritus superan en tamaño al zunzún y al zunzuncito, pero las tres especies integran en Cuba la familia Trochilinae, consideradas las aves más pequeñas del planeta.
En el momento de la fotografía, ya uno de los pichones había abandonado el nido, después de aproximadamente cuatro semanas, etapa en la que dependen de la madre para alimentarse del nido con arañas, insectos y néctar de flores.
El colibrí, en proporción a su tamaño, tiene el cerebro y el corazón más grandes del reino animal. No pueden caminar, pero su vuelo alcanza velocidades de hasta 45 millas por hora.
Esta especie habita en América del Norte, Central y del Sur, y sus ejemplares mueven las alas 60 veces por segundo y visitan entre 2 000 y 5 000 flores diariamente.