Jagüey Grande, Matanzas. —¿Cuántos llaveros hemos usado en la vida? Es difícil de recordar, pero alguno en especial puede que no merezca el olvido por diversas razones.
Un matancero se ha propuesto conservar ya no solo los suyos, sino también los de otros, hasta reunir una colección que ya pudiera considerarse como un singular museo.
Hasta Jagüey Grande viajó un equipo de este diario para visitar la casa de Eduardo Pedraza, quien posee una impresionante colección de más de 3 000 de dichos objetos. «Cuando estoy estresado le dedico un tiempo a revisar sus historias y otras tareas y me relajo totalmente», confiesa.
Muchos se desprenden, se deterioran o son sustituidos por los de moda. En realidad, el refranero popular reza que es saludable juntar las llaves a un llavero bien fuerte.
La creación de la llave se le atribuye al griego Teodoro de Samos, sin embargo, de la historia de los llaveros se conoce poco, aunque se intuye surgiera como pieza ornamental o precisamente para localizar las llaves con mayor rapidez.
Los hay de cuero, madera, plástico, metal, vidrio... muchos de ellos verdaderas obras de arte.
En unos expositores construidos con tablas están colocados todos los llaveros de Pedraza. No se trata de una simple acumulación de piezas, sino de todo un estudio y clasificación de las mismas.
De tal manera, Pedraza los distribuye por temas: comerciales, ferias, empresas cubanas, aniversarios, centros científicos y docentes, armas, abridores, cintas de medir, linternas; congresos, herramientas, artistas, países, animales, artesanías, religiones, tránsito, paisajes cubanos...
«Cada uno tiene su registro», nos dice, mientras nos enseña las tarjetas con la historia y toda la información relacionada con los llaveros, personas que los donaron y descripciones de su aspecto físico.
Esta colección nació en 1982 y ha sido enriquecida por la persistencia de este hombre, que con discreción y astucia ha solicitado un llavero a personas conocidas como el bicampeón olímpico Alberto Juantorena, artistas, periodistas o gente de pueblo.
«Yo he viajado especialmente a las Ferias Comerciales de La Habana, como la de ExpoCuba, para conseguir los llaveros que, como souvenir, regalan las firmas», sonríe y nos enciende originales linternas o chifla para que le «responda» un determinado llavero.
Resaltan seis de estos útiles objetos con diversas imágenes de Che; los vitrales; la amplia juguetería; las disímiles herramientas o las armas blancas o de fuego. «Algunos son exclusivos por ser piezas únicas y otros son más fáciles de encontrar porque se produjeron en cantidades significativas», comenta.
«Tengo una especie de almacén, pues acepto los repetidos y solo expongo el mejor conservado», añade en la habitación de su casa, que se ha convertido en una especie de museo, donde abridores, fichas de dominó, niveles, balones de fútbol o de béisbol, maracas, billetes, banderas... nos dejan el legado sobre el artista o diseñador que les dio vida y la historia de quien los usó posteriormente.