Una foto, una historia
«En la Casa Blanca, en el cercano Hotel Trump International y donde sea que se desplace la caravana presidencial, los habitantes de Washington saludan a esta presidencia con un dedo medio extendido», así expresa un artículo publicado por Politico Magazine.
Por supuesto no es un saludo agradable. Se trata de una seña que el 28 de octubre del año pasado Juli Briskman, mientras montaba bicicleta y los negros y lustrosos carros SUVs del Servicio Secreto maniobraban a su alrededor en Sterling, Virginia, le hizo a la caravana del presidente Donald Trump.
Un fotógrafo de la AFP tomó el instante dominical de recreación, la imagen se hizo viral y la universal manera de protestar le costó el trabajo a Briskman, quien en un impulso de conciencia decidió decirlo el mismo lunes a Akima, un holding de múltiples empresas de construcción, tecnología y operaciones, que trabaja con el gobierno de los Estados Unidos.
El martes, sus jefes la llamaron a una reunión y le dijeron que había violado la política de la compañía en los medios sociales al usar la foto en su perfil de Twitter y Facebook. Pero la mujer dijo luego que a pesar de haber perdido su trabajo no se arrepentía de la manera en que había expresado su sentir.
Hoy por hoy, el gesto es habitual en buena parte de los transeúntes y motoristas que pasan frente a los Hoteles u otras propiedades de Donald Trump, y por supuesto ante la Casa Blanca. Los turistas —locales o de otros países— tampoco pierden la oportunidad y sus selfies llenan las redes sociales, especialmente Instagram, la dedicada a fotos, donde dejan plasmado la singular «reverencia».
Los antropólogos lo consideran una de las ofensas más antiguas que se conocen, tan añeja que antecede al primer registro que se tiene de ella, cuando Diógenes, el filósofo griego perteneciente a la escuela cínica, el que vivía en un tonel, el que con una permanente actitud escéptica y desafiante frente a la vida llevaba encendida su lámpara de aceite en pleno día para tratar de encontrar un hombre honesto en la Atenas de su tiempo, expresó así su desagrado ante el famoso político y orador Demóstenes, el de las Filípicas.
Entonce,s Diógenes levantó el dedo del medio y declaró: «Éste es un gran demagogo».
Los romanos, llamaban al dedo del gesto fálico digitus impudicus, el vergonzoso, indecente u ofensivo dedo, y según un destacadísimo profesor de Comunicación y Clasicos de la Universidad de Illinois, Thomas Conley, quien ha escrito sobre la retórica de los insultos, el historiador romano Tácito, también escribió del tema, cuando narró que las tribus germánicas solían levantar sus dedos medios antes el avance de los soldados romanos.
Desde aquellas lejanas épocas, hasta nuestros días, es un insulto universal o un gesto de protesta que todos entienden, no importa qué idioma hable o cual latitud del planeta habite.
En el caso que nos ocupa, se afirma que la gran mayoría de los estadounidenses lo conocen por el nombre de «flipping the bird» «estirar el pajarito» o «giving the finger», «dar el dedo». Y así, no pocos de ellos están «saludando» a Trump, no se sabe muy bien si es como forma de expresar su rabia o protesta, o si lo hacen como signo apotropaico de la Antigüedad, es decir para alejar «el mal de ojo», apartar los males y las calamidades, que al parecer también les ha traído el mandatario.
Para ser mas explícitos, la simbólica expresión con la mano —de mal gusto para muchos—, se traduce en dos palabras, poco refinadas por supuesto, groseras, pero que las películas hollywoodenses han hecho también universal: «fuck you».
De manera que el tratamiento que la ciclista le dio al Presidente cuando un sábado en la tarde este salía del Trump National Golf Club, luego de cuatro semanas de descanso y recreación en su propiedad en Virginia, en octubre de 2017, pudiera pasar a formar parte de la historia de los insultos y sus modos.
(En aquel octubre, cuando Trump había pasado solo 282 días en el Despacho Oval, ya se había tomado 96 de descanso en alguna de sus propiedades).
Dicen algunos reporteros que acompañaban al Presidente, que poco antes, al cruzarse la caravana con otros dos transeúntes uno de ellos también hizo un gesto con la mano: el pulgar hacia abajo, marcando el significado de la reprobación, del fracaso, de que algo no gusta porque no funciona bien e incluso, significa también desprecio, dicen los estudiosos del lenguaje corporal.
El artículo de Politico Magazine al que hacíamos referencia al comienzo, dice que una familia de Charleston, en Carolina del Sur, que mantiene una cuenta en Instagram, entre las numerosas fotos de museos y monumentos del viaje que hicieron en agosto pasado a Washington, la capital de su país, aprecian aquellas en que todos hicieron erecto el dedo del medio tanto ante la Casa Blanca como ante el Trump Hotel.
También dice la publicación que el gesto está generalmente protegido como libertad de expresión por la Primera Enmienda de la Constitución estadounidense y «sirve como un recordatorio de que al menos parte de Washington ha saludado a la administración Trump como una ocupación hostil del poder.
Hay disgusto, no lo duden. Y saben qué, si un cubano hubiera hecho cualquiera de los dos gestos, le hubiera añadido una sonada trompetilla.
El saludo a trump se vuelve viral entre turistas transeuntes pasajeros de carros
Durante su visita en julio al Reino Unido tambien recibio el saludo
Toda una coleccion de flipping birds ante las torres trump
Una protesta fuera del Trump National Club en Sterling Virginia