Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Norland Rosendo

Tiempo extra

Comodín

En el deporte se han puesto cada vez más de moda los wild card o «comodines», denominación asumida desde 1998 por los equipos de las Grandes Ligas del béisbol estadounidense quienes, sin ser líderes de sus respectivas divisiones, accedían luego —gracias a sus numeritos— a la postemporada. Y no se puede negar que el «invento» le ha subido la temperatura al espectáculo. Es un incentivo más para garantizar la rivalidad. Enhorabuena.

Nuestro Torneo Nacional de Ascenso (TNA) de Baloncesto lo implementó este año, y les aseguro que ha sido la sal de la competencia, porque si no, hubiese sido un certamen insípido.

¿Quién dudaba antes de comenzar la justa que Capitalinos y Matanzas, por el Oeste; Ciego de Ávila y Camagüey, por el Centro; y Santiago de Cuba y Guantánamo, por Oriente, serían los líderes? ¿Para qué jugarían los demás equipos? ¿Solo para superarse? ¿O para entretenerse? La tabla de posiciones confirmó los vaticinios.

Pero la idea de la Comisión Nacional de la disciplina de otorgar dos wild card entre los terceros lugares animó la pelea entre los quintetos occidentales de Artemisa y Pinar del Río. Y similar pugna hubo entre Sancti Spíritus y Villa Clara, por el circuito central.

Después de ver cómo se esforzaron esos cuatro elencos me queda la insatisfacción de que dos de ellos se quedaran sin poder aspirar a los boletos indirectos para participar en la Liga Superior (LSB).

Y parece que no soy yo el único, pues he recibido varios correos electrónicos y llamadas telefónicas con la misma inquietud. Entonces, sugiero que la Comisión Nacional de Baloncesto estudie otras fórmulas para otorgar estos «pasajes».

Se me ocurre que los tres conjuntos que ocupen los terceros escaños y dos equipos beneficiados con los wild card efectúen una ronda, todos contra todos, y los dos mejores en esa vuelta sean los que se ganen el derecho de jugar en la competencia élite del baloncesto cubano.

A lo mejor la decisión es que a los tres terceros (uno por cada llave) se sume un cuarto por wild card, y se enfrenten de manera cruzada, según los resultados en el TNA. Tal vez surja otra propuesta. Hay tiempo aún para analizar, sugerir y modificar la actual forma de clasificación, sin que ello implique gastos onerosos y sí «ganancias» competitivas.

Pinar del Río y Villa Clara, por ejemplo, tendrían ahora una oportunidad más, que además se jugaría con alto voltaje, una necesidad que tiene esta disciplina deportiva para elevar el desempeño técnico y táctico, tanto de los atletas como de los equipos de manera integral.

Habría que hacer algunos ajustes presupuestarios para efectuar esa ronda final, pero después de asistir a una gran cantidad de partidos de la zona occidental y seguir las estadísticas de toda la justa, les reitero que un cambio sería lo más saludable.

¡Bienvenido el wild card al baloncesto cubano! Aunque tras esta primera experiencia, bien podría repensarse. El espectáculo deportivo y la calidad de la LSB lo necesitan.

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