Tiempo extra
Casi siempre siento todo lo contrario. Pero alguna vez en la vida he experimentado cierta angustia ante mi capacidad electiva. Son momentos en los que la decisión a tomar se torna tan trascendental, que he preferido no tener más que una sola opción disponible. Así de incómodo resulta el miedo a seleccionar la alternativa incorrecta.
Sin embargo, vivo convencido de que, llegado el momento de elegir, no existe nada mejor que contar con un amplio abanico de posibilidades. Y tomando en cuenta esa certeza, no puedo más que abogar porque cada una de las determinaciones que en temas de béisbol se tomen, sean las menos reduccionistas posibles.
Por eso cruzo los dedos para que en algún momento se repiense la obligatoriedad de los cinco refuerzos y la impuesta designación de quiénes son los jugadores aptos para esa función durante el segundo tramo de la Serie Nacional.
Pero más allá de esas ideas, celebro la sabia actitud de las máximas autoridades del béisbol cubano, las que reciente y públicamente reconocieron que la elegibilidad para conformar el equipo al ya cercano III Clásico Mundial trasciende al listado de los cincuenta y tantos integrantes de la preselección primigenia. Porque —todo sea dicho— durante demasiado tiempo la confusión y la ambigüedad han marcado este sensible tema.
Aclaro que no estoy en contra de la conformación de estos grupos, y que en ellos, más que el historial, se reconozca el esfuerzo y el rendimiento individual de cada pelotero. Mas prefiero ver estas convocatorias como entes completamente abiertos, dinámicos y moldeables de acuerdo con circunstancias puntuales.
Víctor Mesa —o cualquiera que asuma en el futuro las riendas de nuestra selección nacional—, necesita el total apoyo y la confianza en sus capacidades y sabiduría. Pero también le es imprescindible contar con la libertad de escoger, dentro o fuera de cualquier listado previamente concebido, a aquellos que considere con las mejores condiciones para cumplir el objetivo.
De ahí parte la mayor responsabilidad de cualquier estratega, y por ella le exigirá toda una Isla que desde hace cuatro años viene deshojando los almanaques con la mira puesta en el inminente torneo.
Aunque algún justificado cambio se podrá hacer antes del 20 de febrero próximo, en pocos días se debe tomar una decisión casi definitiva.
Algunas cosas han cambiado desde que se divulgaran los nombres de los posibles participantes en el venidero Clásico Mundial. Y siendo sincero, no recuerdo si entre ellos estaban los del receptor espirituano Eriel Sánchez, del camarero tunero Danel Castro, del jardinero guantanamero Giorvis Duvergel o del lanzador zurdo artemiseño Yulieski González, por solo citar algunos de los que no parecían en los planes. Eso no importa.
Prefiero pensar que lo reciente y públicamente dicho por las máximas autoridades de nuestro béisbol se cumpla, y que ellos, como el resto de los jugadores que participan en la Serie Nacional, hayan estado en el radar. Ojalá que Víctor, junto a su equipo de trabajo, haya enfrentado con suerte el temor a seleccionar la alternativa equivocada. Pero siempre, con todas las opciones a la mano.