La tecla del duende
LA mariposa encontró al búfalo herido e inconsciente, con una flecha clavada en su cuerpo. Al quitarle la flecha, el búfalo despertó del desmayo: —¡No necesito tu ayuda! ¡Déjame solo! —gritó el búfalo, empujando a la mariposa y lastimándola un poco.
La mariposa se fue hacia la cueva donde lloraba cada vez que el búfalo la lastimaba. Tan pronto como se recuperó, regresó con una planta medicinal para intentar curarlo. Y recibió otro golpe, que la dejó gravemente herida.
—¡Desaparece de aquí! —gritaba el búfalo. Aún herida, la mariposa dejó la planta medicinal al lado del búfalo. Se fue a su cueva. Pero no volvió más.
El búfalo se quedó solo, ese día y durante varias jornadas más. Comenzó a extrañar a la mariposa y se fue a buscarla a la cueva. Recostado a una piedra, comenzó a llorar.
—¿Por qué lloras? —le preguntó la piedra. —Es que yo amaba a una mariposa alegre, feliz, generosa... pero murió. Yo... yo creo que la maté —dijo el búfalo.
—¿La amabas?
—Sí. Pero era más fácil para mí decir que la odiaba.
La mariposa salió de atrás de la piedra que «hablaba»:
—¿Acaso alguna vez viste una piedra hablar? ¡Soy yo la que te habla! ¡No me morí!
El búfalo se desbordó de emoción, mientras gritaba: —¡Te odio, te odio! Y acariciaba bruscamente a la mariposa.
Para algunos seres, expresar el amor puede ser debilidad, inferioridad... Pero no esperes que la persona amada se marche a su «cueva». Quizá nunca más regrese.
Ama y expresa lo que sientes. No seas como el búfalo; no hagas sufrir a las mariposas. (Enviado por Dennise)
POR CUBA
Desde Santa Clara reporta Lillicsy: La Tertulia de la Tecla del Duende tuvo su actividad mensual, esta vez para homenajear a las madres y los padres. ¿El tema?: «Este poema que traigo me gustaría haberlo escrito yo». Disfrutamos obras de la autoría de Marielena, Miriam y Arnaldo; se colaron en nuestro espacio Benedetti, Buesa, Carilda, Vallejo... Zenaida nos trajo un poema realizado con inteligencia artificial. Nos acompañó la letra de la canción Candil de nieve, de Raúl Torres. Marlen, una amiga teclera de La Habana, nos envió online su carta de liberación, basada en el poema de Mario Andrade, Mi alma tiene prisa. Cerramos con brindis y vestidos de traje.