La tecla del duende
Nuestra columna recibe nuevos seguidores cada semana, pero también hay fieles amigos desde hace 19 años. En ese listado incluyo a Karina, que conserva recuerdos de este diario rebelde desde 2001. Algunas columnas las cita de memoria, es asombroso, pero no es la única que atesora historias en su mente. Podría competir por una de las colecciones más completas, pero ella ganó una manera de ver la vida: esa es su medalla de oro.
En fecha reciente nos escribió el Conde Garzón, desde Santiago de Cuba. Quiere ser parte de esta familia y si nos ha leído sistemáticamente, puedo escuchar los avales de admisión desde toda la geografía cubana y más allá.
Otra de las fieles amigas y compiladora asidua de nuestras publicaciones es Carmen Montoya, a quien le dedicaremos espacio en la próxima columna.
Las madrugadas de Güines siempre son frías en noviembre. Nunca lo voy a olvidar, porque camino a una movilización agrícola, hace más de una década, mi cuerpo lo aprendió durante 20 o 25 kilómetros y luego en casi todo el mes. En un camión desde la Universidad Agraria de La Habana, abordamos bien temprano hacia el Campamento Paraíso los jóvenes convocados. La alegría se nos fue congelando y la sonrisa perpetua de los jóvenes fue bajando el volumen…
Yaneisi estaba «sufriendo» el trayecto. Parapetada detrás de la cabina, se veía su cabellera alborotada y el rostro entre los muslos, con los brazos cruzados. Entendí que le hacía falta abrigo. Lo primero que pensé fue en cederle mi protección textil, que agradeció temblando. Al ver entonces una masa temblando bajo mi abrigo, le abracé y poco a poco fue calmando su movimiento. Le abracé durante todo el viaje. Le abracé, incluso, por algunos meses más.
El abrazo concluyó por elevadas temperaturas, pero mi abrigo se quedó con ella. Otra madrugada fría de Güines, en noviembre de 2014, la siembra y recogida de boniato volvió a movilizarme. Otra vez una muchacha con frío. De vuelta de tantas cosas, sin ninguna otra pretensión que ayudar, no negué mi abrigo. Nunca niegues tu abrigo.
Idadenia: Sumas un año, añades amigos, sigues creciendo junto a quienes te quieren. ¡Felicidades! El duende.