Los que soñamos por la oreja
Aunque parezca un dislate o las primeras señales de que el buen señor nombrado Alzheimer ya ha comenzado a apoderarse de mi cerebro, hay momentos en los que me recrimino por no poseer el don de la ubicuidad. Justo eso me ocurrió en el transcurso de los anteriores siete días ante el cúmulo de opciones culturales que estaban a disposición de quienes vivimos en mi querida Habana, esta vieja ciudad que cumple 498 años. Pero ni modo, por más que lo deseé, tuve que elegir, aunque siempre tratando de disfrutar del mayor número de cosas.
Por supuesto que lo primero fue darme una vuelta por la peña de El Caimán Barbudo en el patio-bar de la Egrem, un encuentro entre un puñado de amigos y amigas que en pocos meses arribará a su noveno aniversario de celebrarse los miércoles a partir de las cinco de la tarde. En la pasada cita se presentaron un par de cantautores latinoamericanos (Jaz Arenas, de Colombia, acompañado al cajón por Oscar Alfonso; y Pedro Munhoz, de Brasil), llegados a La Habana a propósito del cumpleaños 70 de ese trovador indispensable que es Vicente Feliú.
Al concluir la tertulia, y como nos quedamos con ganas de seguir descargando, varios de los presentes en la Egrem nos trasladamos hacia la Casa de la Bombilla Verde, maravilloso sitio para los amantes de la trova, ubicado en 11 y 6, en el Vedado, donde los juglares Ihosvany Bernal, Samuel Águila, Ismael de la Torre y Jaz Arenas desgranaron canciones suyas y de otros compositores, a manera de festejo por el onomástico de una gran amiga, la Dra. Judith Cecilia Suzarte Portal, una trovadicta ciento por ciento.
El viernes por la noche participé en lo que sin discusión alguna es todo un suceso cultural: la reapertura del Bar Elegante, perteneciente al hotel Riviera Trip, como espacio para el jazz. Para los que en mi generación amamos este tipo de música, siempre recordaremos las intensas jornadas que allí pasamos mientras nos deleitábamos con las propuestas de Felipe Dulzaides y Los Armónicos.
El encargado de revivir el espacio es el guitarrista Emilio Martiní, quien en la reapertura del local intervino con su grupo, Natural Trío, integrado por el contrabajista Lázaro «el Fino» Rivero y el percusionista Yosvany Betancourt. Ellos tuvieron como invitados al pianista Ernán López-Nussa, el trompetista Roberto García, el quenista argentino Rodrigo Sosa y el sonero santiaguero Ángel Salazar.
Entre todos protagonizaron una función de lujo, que a partir de este 16 de noviembre se repetirá jueves, viernes y sábado, siempre con la posibilidad de que el músico que llegue con su instrumento al local participe en un momento dado de la descarga. Hay que felicitar por la iniciativa a la administración del Riviera Trip, y cruzar los dedos para que el complicado matrimonio que forman gastronomía y cultura, en el Bar Elegante no termine en un divorcio como tantas veces ha sucedido.
El sábado por la tarde, en el Centro Hispanoamericano de Cultura, fue el concierto por los 70 del Tinto, como cariñosamente se le suele decir a Vicente Feliú. La obra de este hombre lo sitúa en un sitio especial en la historia de la trova cubana de todos los tiempos. Hace alrededor de 50 años, él nos viene entregando piezas como esa en la que dice: ¿Quién no ha soñado su velorio,/ con los amigos dando espaldas y algún busto de Vallejo? o aquella otra archiconocida en la que se afirma: Créeme,/ si no me ves, si no te digo nada,/ si un día me pierdo y no regreso nunca.
Vicente ha sido también suerte de guía o padre espiritual para no pocos trovadores, en especial del barrio de Alamar. Por eso el festín por su cumpleaños fue doble y al concierto del sábado se unió el homenaje organizado el domingo 12 por el Centro Pablo, ocasión propicia también para celebrar el aniversario 19 de A guitarra limpia. En una tarde pasada por agua, cantores latinoamericanos y cubanos alzaron sus voces para rendir tributo al Tinto.
Así, por el escenario del patio de las yagrumas pasaron el argentino Gabo Sequeira, los ya aludidos Jaz Arenas y Pedro Munhoz, el paraguayo Ricardo Flecha (¡qué clase de vocalista!), y los cubanos Alejandro Valdés, Pepe Ordás, Karel García, Rey Montalvo y Aurora de los Andes Feliú, digna heredera del legado de su padre. Bajo la frase de «Créannos que seguimos siguiendo», idea que sintetiza el apego a la buena canción, a pesar de la lluvia, esta fue una bella manera de festejar los cumpleaños del Tinto y de A guitarra limpia.
Pero por si todas estas actividades resultasen pocas, en la noche fui a un nuevo sitio de Artex, Bulle-Bar 66. Con dirección artística de Jorge Gómez Barranco (lo recordé cuando se encargaba del Café Cantante del Teatro Nacional), el domingo se ha destinado para el jazz y en esta ocasión le tocó el turno a Orlando Valle «Maraca» y su cuarteto, con los invitados Alejandro Falcón, César López (será el protagonista de la función del domingo 19) y Emilio Martiní. De Maraca solo decir que como flautista, cada día toca mejor.
En cuanto a Bulle-Bar 66, el sitio es acogedor, con precios módicos y una excelente atención por parte de personas como Jennifer y Cecilia, que le despiertan a uno las ganas de volver por el local. Así pues, en su 498 cumpleaños, en relación con la capital cubana y su vida cultural, es posible parafrasear un verso martiano y decir: «Habana, o nos condenan juntos, o nos salvamos los dos».