Los que soñamos por la oreja
«Noslen canta porque tiene que cantar; no hay doble fondos, ni rebuscamientos de lenguaje; suficiente oficio y espíritu irrenunciablemente creativo, lo aleja de las «malicias» mercantiles para asumir la canción; quiere ser él…
(…)
«Un gesto de altruismo, una prueba de la casta del trovador; ha soltado el cabo que lo ata a una agrupación que había parido con Mario Miguel, en su punto climático, grabando su primer disco de estudio.
(…)
«Al grupo Enfusión lo conocimos (los de la revista El Caimán Barbudo) hace no sé cuánto en un diciembre en la Ceiba de Don Alejo. Un cuarteto trovadoresco neobitleriano, con dos líderes a guitarras, el bajista y la percusión. Un trabajo vocal en el que intervenían todos, muy bien redondeado, una sonoridad que iba desde aires de rock —quizá argentino— hasta la conga de Bejucal, pasando por cualquier rincón del Caribe y el Sur, y una proyección escénica con el amado loquito Lester en la percusión, y el dueto Noslen-Mario Miguel, de mucha fuerza (y a lo Lennon y McCartney); Noslen, como más agresivo con su voz rajada; Mario, más tierno y risueño. Los textos entrándole a nuestro tiempo con chispa crítica, y con cierto toque de humor».
He reproducido fragmentos de la hermosa nota de presentación que mi amigo Fidelito Díaz Castro escribiese para el catálogo de mano a propósito de un reciente concierto de Noslen (antes García) Porrúa, en el patio del Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau. La función sirvió como preámbulo de las celebraciones por el 19 cumpleaños de A guitarra limpia, espacio fundamental para el devenir de la canción trovadoresca entre nosotros en el período comprendido en el cambio de siglo.
El festín por el aniversario tendrá lugar el próximo domingo 12, y para la ocasión se ha organizado un concierto tributo a ese pilar de la Nueva Trova que es Vicente Feliú por arribar a sus siete décadas de vida. No obstante, con la presentación de Noslen en el Centro Pablo, de algún modo las personas vinculadas con la institución creada por Víctor Casaus y María Santucho en la segunda mitad del decenio de los 90, comenzamos a festejar el hecho de llegar a otro cumpleaños de una propuesta devenida una de las principales acciones culturales en pro de apoyar la práctica de una tradición tan auténtica en Cuba como es la de trovar.
El concierto ofrecido por Noslen, para el que armó una banda de respaldo integrada por Raúl Sequeira al bajo, Yosmani González en la percusión, y Yésica Sequeira en una segunda voz, pero también con protagonismo en uno que otro tema, sirvió para corroborar que Porrúa es un hacedor de canciones que resultan como jirones del alma, dada la intensidad que transmiten tanto en su letra como en la música.
Como él es un desconocido para muchos, me permito ofrecer algunos datos sobre Noslen, otrora integrante del grupo Enfusión. En esta misma columna de Los que soñamos por la oreja, allá por el 2009 publiqué un texto del que retomo algunas ideas. Fue en la edición de 2008 del festival Longina, evento que me ha permitido estar al tanto de las más jóvenes promociones de trovadores y cantautores de nuestro país, donde conocí del quehacer de los bejucaleños de Enfusión, que por entonces eran un trío.
Después de aquel primer encuentro en enero de 2008, no volví a toparme con Enfusión hasta las Romerías de Mayo de 2009. Para la fecha, habían cambiado de formato. Ahora se trataba de un cuarteto vocal instrumental, pero que en cierto sentido resultaba continuidad del trabajo previo, lo único que enriquecido por otras sonoridades y que le hacían estar más cercanos a ese híbrido de nuestra música que es la canción cubana contemporánea.
De entonces a acá ha llovido mucho. Enfusión grabó el disco Bendita indisciplina, contentivo de 12 piezas y que pretendo reseñar en esta columna, y tras ello, Noslen abandonó la agrupación para iniciar carrera como solista.
Gracias a una iniciativa de la Asociación Hermanos Saíz y que aporta financiamiento a sus afiliados para la realización de proyectos, Porrúa llevó a cabo su ópera prima, el CD titulado No hay seguridad, fonograma harto interesante, en el que nada es rebuscado sino que fluye con naturalidad y que al escucharlo nos da la impresión de que el trovador está sentado a nuestro lado en la sala de una casa, y nos interpreta sus canciones.
Algo por el estilo experimenté en el reciente concierto de A guitarra limpia, en el que estuvo como invitado el cantautor matancero Carlos Fidel, nombre que recomiendo tener presente a los trovadictos. La función, en la que se interpretaron 15 temas, grabados y filmados con la pretensión de hacer un CD y un DVD, evidenció que Noslen Porrúa es en la actualidad alguien que, como auténtico creador, constantemente se renueva y apuesta por el riesgo, bien distante de esos enfoques mercantiles hoy tan presentes en el arte facturado aquí y allende los mares.