Los que soñamos por la oreja
Las llamadas tecnologías de punta brindan posibilidades nunca antes pensadas de grabar, escuchar y producir nuevos sonidos y músicas. Estas emergentes experiencias sonoras son el resultado de un acceso y disponibilidad tecnológicos no predecibles hace solo unos años, y de unas condiciones mediáticas gestadas en las tres pasadas décadas, cuyas consecuencias aún, en mi opinión, se desconocen (la sociedad de la información y la explosión informática han permitido el desarrollo de un nuevo esquema de consumo de mensajes, que convierte al habitante de una cibercomunidad en un ser democráticamente participativo y respetuoso de las subculturas emergentes). Así, en lo que se ha denominado era post-industrial (término en referencia a un período de tiempo no definido exactamente y ligado a determinados entornos urbanos) se inician nuevas relaciones con los sonidos y con ellas, la reconfiguración de los lenguajes que a tales sonidos se asocian.
En las aludidas nuevas circunstancias urbanas híbridas, es que el correlato tecnológico y social propicia el surgimiento de las que se conocen como músicas sin patria, las cuales poseen la capacidad de apelar a poblaciones similares generacional o contextualmente en sitios muy distantes del planeta.
En ese contexto es que se ubica la música popular electrónica o Electronica. En los estudios de música popular, la denominación Electronica, con mayúscula y sin acento, designa internacionalmente a todos los géneros y estilos de música popular electrónica.
En las aludidas nuevas circunstancias urbanas híbridas, es donde se sitúa una propuesta tan interesante como la llevada a cabo por el proyecto denominado I.A., dueto integrado por la actriz Iliam Suárez y por el artista de la plástica Alexis de la O, conocido antes por su quehacer en la formación denominada Nacional Electrónica, cuyo quehacer también comenté desde estas páginas de Juventud Rebelde.
El dúo se arma a partir de una colaboración entre Iliam y Alexis para un documental realizado por ella, titulado Digital dissolves: una pieza y un cuento. Tras aquella primera experiencia deciden unir fuerzas y así hace un tiempo pusieron a disposición de los interesados en la música electrónica factrurada en Cuba el disco nombrado Sácame del atari, fonograma que desde el punto de vista sonoro posee la capacidad de apelar a auditorios similares generacional o contextualmente en sitios muy distantes del planeta.
Contentivo de 13 cortes, en el álbum son empleadas diferentes técnicas del ámbito de la Electronica. De tal suerte, en estos temas apreciamos que el dueto de I.A. emplea una amplia gama de recursos, como por ejemplo, el cut and paste (corte y pega), el low fidelity, el ruido y lo atmosférico en cierto grado psicodélico, los loops ya programados o nuevos que se diseñan y el jitter, por solo aludir a algunos.
Con el objetivo de crear una sonoridad digital contentiva de una buena dosis de aspereza y que se mueva por estilos como el industrial, la llamada intelligent dance Music (idm), el electroclash, el techno experimental…, piezas como En la radio, Cientos y millones, Yo poseo y Life itself is pure disco, por solo poner algunos ejemplos, compuestas en lo fundamental para las pistas de baile, ofrecen la posibilidad de nuevas narrativas en el sentido de las mezclas, collages y bricolajes, así como nuevas experiencias sonoras y que hacen de un álbum como Sácame del atari, un excelente material para comprender por dónde se mueve cierta zona de la actual producción musical en Cuba llevada a cabo por las más jóvenes generaciones.