Los que soñamos por la oreja
El sistema iTunes, de la firma Apple, constituye un ejemplo de las tendencias actuales en el mercado de la música. Cuando en nuestro país comienzan a sentarse las bases para el desarrollo de la industria discográfica, a nivel mundial cada día se habla con mayor fuerza de su posible desaparición. Los cambios que se están dando en la esfera se producen a tenor de que la tecnología avanza a tal velocidad que en el mundo de las artes, la vertiginosa carrera impuesta por inventos y servicios cada vez más sofisticados ha generado una revolución en las formas de reproducción, comercialización y distribución, aspectos que se han ido prácticamente del control de las manos de quienes rigen el negocio musical.
No se trata solo de la imparable «quema» privada de discos o el de la piratería a través de Internet. El asunto adquirió una mayor complejidad en el instante en que, por un módico precio, «bajar» o «descargar» piezas, pasó a ser legal. Con dicho proceder, el interesado en un CD lo toma (completo o por cortes) directamente de la red, para luego «quemarlo» o guardarlo en su PC. Ahora se ha anunciado que la transnacional Universal Music, número uno a nivel mundial, ha establecido un acuerdo para la puesta en marcha del servicio SpiralFrog, cuyo modelo de negocio, basado en la publicidad de los sitios electrónicos, permitirá ofrecer descargas gratuitas, en EE.UU. y Canadá, de todo su catálogo en Internet.
Esta medida persigue competir con una situación similar que existe con la firma Apple, que ha tenido extraordinario éxito con su sistema iTunes. Asimismo, el portal de Internet AOL ha lanzado un servicio de música por abono. Lo cierto es que las grandes compañías de la industria del disco, en conjunto o por separado, tratan de competir con las descargas P2P y con la hegemonía de iTunes en el mercado digital, que se acerca al 80 por ciento del mismo, gracias a su combinación con el reproductor iPod.
La principal relación entre nuestro medio musical y lo anunciado por el mayor consorcio fonográfico del presente, viene dado por el hecho de que un nutrido grupo de artistas residentes en el país, tienen discos pertenecientes al catálogo del citado emporio. Durante buena parte de los noventa, una de las compañías discográficas que más fonogramas realizó en Cuba fue el sello Magic Music, empresa de origen español y en la que se editaron trabajos de La Charanga Habanera, Paulito FG, Gema 4, La Camerata Romeu y el proyecto La isla de la música, que abarcó cien títulos grabados a solistas y agrupaciones de todas las provincias.
A finales de la década, la firma llegó a un acuerdo con MCA Universal de México, por el cual se transfería a dicha sucursal de la Universal el catálogo perteneciente a Magic Music. De lo antes expuesto, se desprende que ahora esas grabaciones de músicos cubanos correrán la misma suerte que los otros fondos de la gran transnacional y estarán disponibles para el servicio SpiralFrog, es decir, las descargas gratuitas en EE.UU. y Canadá.
Más allá de lo que implica a corto plazo un suceso como el de la puesta en marcha de las descargas legales y gratuitas de música en Internet, ello trae aparejado la discusión acerca de si la nueva modalidad para el almacenamiento musical anulará la tecnología o sistema existente hoy (el disco compacto) y con ello, desaparezcan los sellos discográficos o al menos, la forma en que los mismos funcionan en el presente.
Si nos guiamos por lo ocurrido en otros casos en los que se vaticinó la muerte de esto o aquello, la historia demuestra que no solo se mantiene la forma precedente, aunque sea mermada en su importancia y recepción, como ha pasado en cierta medida con los libros, sino que incluso la nueva forma no es tan bien acogida por un público que se aferra al medio anterior.
Tal vez, toda esta tecnología que nos permite armar nuestro propio fonograma con las piezas tomadas de Internet y a las que damos el orden que deseemos, que llenemos nuestro lector MP3 o el iPod con los temas que más nos gustan para irnos de viaje, solo afectará moderadamente la industria convencional del disco y el viejo arte de grabar en estudio para el lanzamiento del disco-objeto. O quizá estemos asistiendo al inicio de una total transformación de los modos en los que por años ha circulado la música. Eso, nadie lo sabe.