Los que soñamos por la oreja
A propósito de una ponencia que tuve que presentar en la pasada emisión de Cubadisco, en recientes semanas he estado en contacto con buena parte de la producción cubana de música electrónica o Electrónica, como por lo general se dice en las revistas de música popular. De lo que he podido audicionar, uno de los proyectos que más atractivo me ha resultado por su propuesta, es el de Nacional Electrónica (NE).
Este dúo está conformado por Alexis de la O y Edwin Casanova. Como ellos mismos admiten, básicamente su trabajo, si bien cae dentro de los parámetros de la música electrónica —en su caso realizada por computadora, todavía— con visibles influencias del pop y el rock, es un material que alterna códigos y patrones de los diferentes géneros de la Electrónica, desde lo más clásico hasta lo actual. De tales propósitos, para su creación echan mano a recursos como el cut and paste (corte y pega), la estética del error, el low fidelity, el ruido y lo atmosférico, la programación de loops y el jitter... A lo anterior, se añaden ecos que van desde Pink Floyd hasta Filip Glass.
NE me ha hecho llegar un par de discos contentivos de las principales líneas musicales que durante los dos años de vida del proyecto han abordado. En estos álbumes se aprecia la intención de búsqueda que anima a los artífices de la idea. Sus creaciones guardan una estrecha relación con la electrónica industrial de los 70, el minimalismo (de mucha presencia en el trabajo), el techno y el pop experimental, el trip hop, el ambient y el neo-electro, entre otros géneros.
Uno de los CD es una compilación que contiene piezas de diferentes momentos en la trayectoria del dúo, entre ellas unas colaboraciones que realizaron en una etapa con los cantautores Michel Portela y Rolando Berrío. Confieso que me sorprendió de forma grata el modo en que piezas conocidas de estos dos villaclareños son deconstruidas para incorporarlas al mundo sonoro de la música electrónica.
Si bien las líneas melódicas y las armonías de temas como Aquí todo tiene sentido (Portela) o Solo salen (Berrío) se respetan, y la interpretación que ellos hacen con NE resulta consecuente con la manera en que asumen tales temas cuando los cantan solo con el respaldo de la guitarra, la orquestación electrónica con la que estas canciones son arropadas, ahora les confiere una intención experimental a partir de la utilización de timbres que, por lo general, se emplean solo en el ámbito de la producción de música electroacústica o por computadora. Así, NE consigue dotar a la cancionística nacional de nuevas soluciones y fórmulas para cumplir su función comunicativa.
El trabajo en el que mejor se plasman las aspiraciones del dueto de Alexis de la O y Edwin Casanova es el fonograma denominado Plazas y precipicios, un CD armado con 13 cortes de carácter instrumental. Esta es una grabación que ha tenido que hacerse desde lo que cabría definirse como una estética pobre y doméstica, en consecuencia y proporción con las limitaciones tecnológicas propias del contexto cubano y que inciden en la creación de Electrónica.
Quizá un crítico foráneo señalaría que aquí hay un sonido que pudiera considerarse tecnológicamente como «pobre», rudimentario y hasta sucio, con ciertas analogías con lo producido internacionalmente en los 70 y 80. Esto en vez de valorarse como algo negativo resulta harto interesante, porque lo disponible tecnológicamente condiciona un resultado final que a su vez describe estas condiciones, devolviéndonos un producto coherente con nuestras posibilidades.
Otro de los principales hallazgos que noto en este disco de NE es el modo orgánico en que logran transmitir cubanía. Ello está dado tanto en los nombres que otorgan a los cortes del álbum (muy apropiados para un estudio paratextual), pero, sobre todo, por la forma en que con «nuevos» sonidos consiguen transmitir las emociones que se dan en los ritmos primigenios de nuestra música. Esto se verifica a la perfección en piezas como Hacia el progreso y Progreso.
Con lo hecho hasta aquí, NE se inscribe ya en la línea de nuestras vanguardias artísticas y hace que lo cubano sea carta de libertad, en lugar de cadena perpetua.