Acuse de recibo
El pasado 8 de agosto, y desde el reparto Baluarte en el municipio capitalino de Boyeros, Melanio Cuevas Rodríguez reveló aquí su preocupación por los problemas que se le presentan con su solicitud de jubilación, después de una vida consagrada al trabajo.
Refería que fue a la Dirección Municipal de Educación en Sancti Spíritus, pues laboró como maestro primario. Y no aparecían sus datos. Más bien figuraba un nombre similar al suyo y su primer apellido, pero el segundo apellido era otro. Allí en Educación le orientaron que fuera a la Dirección Municipal de Trabajo y Seguridad Social, donde tampoco aparecían sus generales.
El 6 de mayo pasado escribió una carta a la Ministra de Educación, y la entregó en el propio Ministerio personalmente a la funcionaria Ana C. Jiménez Peñalver. Y no había recibido respuesta al respecto.
De visita nuevamente a Sancti Spíritus, retornó a la Dirección de Trabajo y Seguridad Social el pasado 2 de julio. Y allí le remitieron a la Dirección de Educación para que cotejaran el nombre que aparece con un segundo apellido —que no es el de él—, con el número de su carné de identidad. Y esa vez nunca aparecieron esos otros datos personales.
«Que yo sepa, manifiesta él con asombro, nunca conocí ni escuché el nombre de otro Melanio en Educación. Quiero significar que me siento afectado, porque con esa situación mi chequera no llegaría al 90 por ciento. Y me afectaría doblemente, porque tanto mi esposa como yo, padecemos enfermedades
profesionales, y los medicamentos están tan caros como los alimentos», concluía.
Al respecto, responde Andrei Armas Bravo, director general de Educación en la provincia de Sancti Spíritus, que, para el esclarecimiento de lo publicado, se designaron a Adalberto Bravo Carbonell, jefe de Inspección, y Neisy Esther Yanes Fernández, inspectora de Atención a la Población, ambos de la Dirección General de Educación Provincial.
En la entrevista telefónica con Melanio, precisa, se conoció que según él, comenzó su vida laboral en el año 1973 con 17 años, a partir de pasar un curso emergente en el internado Conrado Benítez de la comunidad de Pitajones, municipio de Trinidad, del cual no cuenta con ningún documento legal que lo certifique.
El reclamante indicó que el curso duró aproximadamente de un mes a un mes y medio. Y luego fue ubicado para laborar, en el curso escolar 1973-1974, en la escuela primaria rural Rafael Ramírez, de la comunidad San Ambrosio, en el municipio de Trinidad. Y en el curso escolar 1974-1975, en la escuela primaria Conrado Benítez, de la Comunidad 24. En los cursos 1975–1976 y 1976–1977, trabajó en la escuela primaria rural Israel Martín, de El Mamey, en el municipio de Sancti Spíritus. Y en el 1977–1978 fue en la Evelio Prieto, de la comunidad El Maizal, en Sancti Spíritus. Y refirió que nunca recogió su expediente laboral en los municipios donde trabajó.
Como se puede apreciar, señala, los cuatro centros donde, según Melanio, afirma haber laborado, son primarias rurales. Y de ellas las tres primeras ya no existen.
En la revisión de los documentos en el Departamento de Recursos Humanos de la Dirección General de Educación de Sancti Spíritus, añade, se constató que no hay evidencia alguna del compañero de referencia. Y en el caso de Trinidad, no existen controles documentales de esa etapa.
Por otra parte, el Jefe del Departamento de Seguridad Social de la Dirección Provincial de Trabajo y Seguridad Social, al revisar la base de datos corroboró que no obra evidencia del ciudadano en los años comprendidos de 1973 al 1978, lo que fue posible explicarle vía telefónica por el directivo.
«En ambos municipios, donde Melanio Cuevas Rodríguez afirma haber laborado, no existe ninguna evidencia de documento que certifique lo expuesto. No obra respaldo legal en la base de datos del Departamento de Seguridad Social, de la Dirección Provincial de Trabajo y Seguridad Social que certifique lo anterior. Y él no pudo mostrar ningún documento que avale su formación como maestro.
«En el intercambio final con el reclamante, concluye, este manifestó que la atención y el tratamiento ofrecido por los compañeros que lo atendieron fue bueno. Y aunque no conforme totalmente con la respuesta, porque esperaba que le reconocieran los años del 73 al 78 trabajados según él, se le aclaró que, en todas las acciones desarrolladas no se pudo comprobar que existiera evidencia alguna».
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