Acuse de recibo
El pasado 11 de septiembre, desde el reparto Abel Santamaría, en el municipio habanero de Boyeros, Zuzel Valerino Bravo contó aquí que su esposo, diabético hace más de 15 años, fue a solicitar el modelo para renovar la dieta propia de esa enfermedad, pero el médico de la familia le comunicó que en el policlínico del Wajay no había esos modelos. Y desde entonces, no se había resuelto tal situación, que afecta a tantas personas.
Al respecto, responde el doctor Emilio Delgado Iznaga, director general de Salud de La Habana, que entonces un equipo de trabajo de esa entidad investigó el asunto e hizo entrevistas a Zuzel, a la Directora, Vicedirectora de Asistencia Médica y Vicedirector Administrativo del policlínico y al médico de familia, así como efectuó la revisión documental del control de los modelos correspondientes.
Y se comprobó que en agosto pasado el comprador del municipio de Boyeros fue abastecido de modelos de dieta en la Empresa Provincial de Abastecimiento de la Salud para su territorio, los que fueron distribuidos en todos los policlínicos.
Pero la administración del policlínico Wajay no solicitó al municipio oportunamente la necesidad de más modelos para abastecer a sus consultorios, y se agotaron. Y se verificó que fue real la falta del recursos en el consultorio médico.
Se calificó la queja con razón, pues no se obtuvo el modelaje para dieta en su momento por la falta de gestión y previsión de la administración del policlínico, lo que motivó un señalamiento crítico al administrador de esa entidad.
Añade que el problema se solucionó de inmediato, pues la doctora del consultorio logró gestionar un modelo y así el paciente se fue complacido con la atención.
No obstante, aclara que el pasado 5 de octubre la Gaceta Oficial de la República publicó la Resolución Conjunta 1/2023 del Ministerio de Salud Pública y el Ministerio de Comercio Interior, que elimina el requisito de renovación de las dietas médicas para enfermedades crónicas y establece su carácter vitalicio, con el objetivo de simplificar trámites con impacto directo en la población.
Agradezco la respuesta, y ojalá que sigan desapareciendo, en materia de salud, papeleos burocráticos, absurdos y fortuitos como ese, que era motivo de críticas y opiniones por parte de la población.
Hilda Trujillo Baltar (Márquez González, 108 altos, entre Concordia y Virtudes, Centro Habana, La Habana), una señora que es impedida física, cuenta que es tradicional cliente del gas licuado (de balita). Y el servicio puerta a puerta que existía antes en Centro Habana se erradicó.
Ahora, refiere, hay que ir a buscar la balita al punto de venta en Gancedo, entre Jesús López y Fábrica, una considerable lejanía para una persona como ella, con esa vulnerabilidad física.
Ella se pregunta cuánto habrá que pagar ahora, como andan los precios en la calle, para cargar con la balita, transportarse, llegar allí, y regresar a su casa; lo que incluso ella no podría hacer aunque tuviera el dinero suficiente.
Hilda considera que quienes adoptaron esa decisión no pensaron en las consecuencias que traería, al menos para las personas vulnerables, y considera que en el caso de personas como ella, debían crearse otros mecanismos más facilitadores.
Ella llamó entonces a la Empresa de Gas Manufacturado (de la calle) para ver si podían instalarle ese servicio, y le dijeron que no hay materiales para ejecutar esos trabajos.
«¿Qué nos hacemos los clientes como yo?», cuestiona Hilda. Y espera una respuesta.