Acuse de recibo
El 1ro. de junio de 2022, Domingo Caraballo Dampiel denunció aquí, desde el habanero barrio de Cojímar, que ya hacía un mes no funcionaba la planta desalinizadora de agua de mar que se había instalado allí apenas en 2020, para beneplácito de los vecinos.
Contaba Domingo que a la entrada había una reja de hierro cerrada con una cadena y un candado, además un cartel que informaba de la rotura de la bomba del pozo. Y el 6 de julio de 2022 respondía aquí Mariyorkis Medina Merencio, jefa del Departamento de Atención al Cliente de Aguas de La Habana, que el 7 de junio de ese mismo año Caraballo fue visitado por el funcionario del Centro de Incidencias de los Servicios de esa entidad que atendía el municipio de Habana del Este, quien le informó al cliente que la rotura se debía a un problema técnico en la pizarra. Y tendría una pronta solución.
Añadía la funcionaria que en el proceso de reparación de la planta se comprobaron problemas electrónicos, que fueron solucionados con la contratación de una entidad especializada. Y la desalinizadora quedó restablecida, para beneficio de la población.
El 7 de julio pasado volvió a escribirme el tenaz Domingo Caraballo Dampiel, para revelar que de nuevo había problemas con la planta desalinizadora. La reja que permanecía con candado se volvió a romper. Y un triste cartel anunciaba que por rotura no se podía brindar el servicio.
«Y no se ha resuelto el problema ya hace más de una semana, decía. Esperamos que se pueda de nuevo obtener el preciado líquido, que en estos momentos, con los problemas de abasto de agua, esa solución beneficiaría a muchos de los pobladores de la comunidad que acudían a diario allí. Y no solo de la comunidad, hasta de lugares distantes como Guanabo he visto personas que vienen a buscar agua a esta planta».
Al respecto, responde Mariyorkis Medina Merencio, jefa del departamento de Atención al Cliente de Aguas de La Habana, que la salida del servicio de la planta esta vez se debió a la rotura de la tarjeta de control.
Añade que desde el primer momento de la rotura, la solución se encuentra en manos de una empresa mixta que se encarga de ese tipo de tecnología, y se espera que en próximos días esté funcionando.
Y el pasado 11 de julio, Rolando J. Rizo Ávila alertó aquí que en la acera de la calle 76, entre 31 y 41, en el municipio capitalino de Marianao, justo al costado del hospital Oftalmológico Ramón Pando Ferrer, hay un hueco de lo que, al parecer, fue un registro del acueducto.
Señalaba que el hoyo es un verdadero peligro que puede provocar la caída de personas débiles visuales u operados de la vista que transitan por el lugar. Y preguntaba a quién le corresponde taparlo.
Y responde Mariyorkis Medina Merencio, Jefa del Departamento de Atención al Cliente de Aguas de La Habana, que se realizó la visita junto a Aylé Hernández Rodríguez, presidenta de la Asamblea Municipal de Marianao, Rognis Espinosa Alcolea, vicepresidente, Carlos Rafael Miranda Martínez, subdirector de Atención al Cliente de Aguas de La Habana y Yeniet San Jorge, jefa territorial de Aguas en dicho municipio.
Y constataron, añade, que el peligroso hueco al que se hace referencia no es un registro ni de algún salidero de agua potable, ni vertimiento de agua albañal, a cargo de Aguas de La Habana. Más bien corresponde a un registro de Etecsa o de la Empresa Eléctrica, pues está cubierto de cables. Y no pertenece a la red de acueducto.
Agradezco la respuesta y preocupación de Aguas de La Habana por esclarecer su responsabilidad en el asunto, algo que ni siquiera han hecho los responsables de ese peligro.
Lo peor de todo, lo que no sabemos porque no llega la respuesta correspondiente, es si el hueco continúa allí, al acecho de cualquier paciente que salga del Pando Ferrer, o de cualquier caminante. Y no es asunto de poca monta.