Acuse de recibo
El 28 de agosto de 2019, Rolando Rondón Rivero (Aguilera No. 12, entre Martí y Ángel Guardia, en Jiguaní, Granma) denunció aquí que un vecino de la calle Ángel Guardia No. 58 mantenía un corral de cerdos encima de una letrina llena de estiércol, a solo tres metros de una ventana del propio Rolando. Y ya el 24 de julio de 2019 Higiene municipal le había prohibido la crianza, con un plazo de 72 horas para eliminarla. Pero no se cumplía.
Rolando se quejó ante la Fiscalía, la Dirección Integral de Supervisión (DIS) y la Policía, además de que volvió a hacerlo con Higiene. Y no recibía la respuesta esperada. Ya en 2018 la Dirección Provincial de Higiene ratificó una prohibición de Higiene municipal, por la misma razón.
«¿Por qué el criador de cerdos, que convive a 50 metros del foco contaminante, puede todos los días alimentarse, descansar, recrearse y dormir respirando el aire puro, y nosotros no podemos, porque convivimos con los cerdos a tres metros, sin otra opción que la de seguir esperando hasta que las autoridades competentes eliminen de raíz el foco?», termina Rolando.
El 17 de octubre de 2019, publiqué la respuesta del doctor Ciro Braulio Estrada García, director provincial de Salud en Granma: una comisión se entrevistó con Rolando, con directivos de la unidad homóloga en el municipio, y del policlínico. Y se evidenció que él formuló su queja el 22 de julio en el policlínico. La inspectora asignada se presentó en el lugar de los hechos el 27, y constató lo denunciado por Rolando. Por ello, dispuso retirar los cerdos en un plazo de 72 horas.
Transcurrido el lapso, la especialista comprobó que la violación persistía. Le impuso al vecino una multa de cien pesos por desobediencia. Pero no se le dio seguimiento al asunto, ni se solicitó intervención de otras entidades u autoridades.
A raíz de lo publicado, decía, se visitó al infractor: ya no había cerdos en el corral, fueron retirados el 29 de agosto. Los inspectores de Higiene prohibieron la crianza de cerdos allí, con documento oficial (diligencia de inspección) el 3 de septiembre. Se le informó al infractor que de violar la prohibición, lo remitirían a tribunales.
Se dictaminó la clausura definitiva de la letrina, la cual debía rellenarse, y compactar el foso con una capa de tierra no menor a 30 centímetros; lo que sería controlado por el Gobierno municipal y Planificación Física.
También se le aplicó una amonestación pública ante su colectivo laboral a la jefa inmediata superior del policlínico por falta de control, y no fiscalizar la actividad de su subordinada. Y por parte de Salud Pública se dictaron las medidas definitivas higiénico-sanitarias para las cuales está facultada. Las restantes, como la demolición de la letrina en desuso utilizada como corral, se trasladaron para su solución al Gobierno municipal.
Y tres años después, escribe ahora Rolando para revelar que el vecino ha vuelto a la crianza de cerdos en las mismas circunstancias; lo que califica como «una flagrante y cínica violación». Cuenta que denunció el hecho en el Centro de Higiene Municipal los días 2 y 24 de agosto de 2022; y en la Fiscalía municipal el 25 de agosto. Esta última envió carta al Centro de Higiene municipal y a la Dirección Municipal de Planificación Física sobre dicha infracción. Rolando escribió a Planificación Física el 29 de agosto, y a la Dirección Provincial de Salud Pública el 31. Esta última calificó al criador como infractor reiterado de la ley. Y Rolando lo denunció en la Policía.
«Hasta la fecha, afirma, no se ha recibido una respuesta positiva… Los animales continúan orinando y defecando dentro del tarantín de letrina sobre la cual hay una oposición férrea para su demolición. La historia amarga se repite como en el 2019… Al criador de cerdos se le está brindando un tratamiento acomodaticio a través de un proceso moroso de visitas reiteradas por los funcionarios de Higiene para convencerlo del porqué se le va a aplicar el Decreto ley. Y a nosotros nos han dejado solos durante más de dos meses en una espera colmada de abandono y desatención. En todo este tiempo jamás han vuelto a visitarnos las inspectoras de Higiene municipal», concluye.