Acuse de recibo
La fatalidad fue a las 4 y 45 de la tarde del 9 de octubre en el número 66 de Avenida Agramonte, entre Varona y Río, en la ciudad de Camagüey. Delmys Calvo Castilla no tuvo tiempo de desconectar los equipos eléctricos. Los ventiladores aceleraron, las lámparas sonaban y la torre de la computadora soltaba humo.
Se reportó a la Organización Básica Eléctrica (OBE). Llegaron a las 11:30 p.m. Se les explicó que varias veces el neutro se afloja, porque es el mismo de la casa de Delmys y de la de sus padres, para ambos contadores. Y no era la primera vez. La respuesta siempre es que no afecta.
Delmys se lamenta de no haber guardado los números de aquellos reportes. Pero esta vez sí dañó un televisor de pantalla plana, una torre de computadora y una lámpara.
La brigada trabajó en el neutro, poniendo los perros que aguantan los cables, algo que otras veces no se hizo. Y dijeron que todo estaba bien. Por supuesto, señala, a la hora que llegaron, los demás equipos estaban desconectados. Y los daños fueron en su casa, cuyo reloj es de 220, y no en la de sus padres, de 110.
Pidió opiniones de electricistas, y dijeron que cuando el neutro se falsea y por retorno entra la 220, daña los equipos. El 12 de octubre su esposo fue a la OBE a entregar la carta. El 13 fue un inspector a la casa, y explicó que como el contador de sus padres es 110 y el de ellos de 220, no debe haber un solo neutro. Que por eso fueron las averías de los equipos. Y el 22 de octubre, al llamar a la OBE, le comunicaron que el caso de ese expediente ¡no procedía!
«¿Qué culpa tengo de que haya sucedido eso? ¿Por qué esperar que suceda para que arreglen el neutro? Después del trabajo, mi casa y la de mis padres siguen con el mismo neutro. Y los equipos dañados, ¿quién me los resarce? Seguiremos con el mismo neutro las dos casas, hasta que se repita la misma situación y dicha entidad no tenga responsabilidad alguna. ¿Estarán pensando como país, o pensando en no asumir sus arbitrariedades? Pido que se analice exhaustivamente el criterio del inspector», concluye.
Raúl Martínez Aguilar (Calle 11, Edificio 31, apto. 39, entre 6ta. y Final, reparto Antonio Guiteras, Bayamo) saca la cara por su hermano Pascual Martínez Aguilar, quien es discapacitado y no puede caminar, además de otras patologías que padece.
Cuenta que Pascual vive en el poblado de Tranquera, en el municipio granmense de Cauto Cristo. El edificio donde reside fue declarado inhabitable en 2016, y se aprobó por el Consejo de la Administración Municipal (CAM) la construcción de su vivienda en la cabecera municipal.
«Hasta hoy, refiere, se han construido en Tranquera diez viviendas tipología uno, y la de él brilla por su ausencia. Se ha visitado en más de tres ocasiones la Intendencia municipal y las respuestas son que se le va a construir. ¿Pero cuándo?».
Hace dos meses, indica, se recibió la visita de una funcionaria de la Dirección Municipal de la Vivienda, para que Pascual firmara un documento, como que le iban a cambiar la tipología de su casa, que es uno, por la tres.
«No estuvimos de acuerdo, señala. No es justo ese procedimiento. Además, la funcionaria manifestó que la vivienda no se había construido por la pandemia, y que si mi hermano quería una vivienda tipología uno tendría que esperar al próximo año.
«¿Dónde está el presupuesto que se aprobó para la construcción de esa célula básica? ¿Es que no se han tenido
en cuenta los reiterados planteamientos hechos por nuestro Presidente, sobre la atención que hay que brindarles a las personas más vulnerables, más cuando se trata de un problema tan sensible como es el de la vivienda? Mientras el tiempo pasa, mi hermano sigue viviendo en un edificio con peligro de derrumbe», concluye Raúl.