Acuse de recibo
¿Dónde está el amparo legal de los clientes?, pregunta Daniel Ernesto Granda Vilar (Prolongación de Colón, edificio 5, apto. 2, reparto Cardoso, Santa Clara), y narra la historia de una motorina eléctrica que nunca apareció.
Precisa que su hija María Granda Palmero viajó a Panamá a finales de noviembre y principios de diciembre de 2017. Y desde allí envió una carga no acompañada consistente en un Split y una motorina eléctrica marca Mishouki, modelo Racing, con baterías de gel.
En abril de 2018 le avisaron que ambos equipos se encontraban ubicados en el almacén de Aerovaradero, y debía recogerlos el 10 del propio mes. Así lo hizo Daniel Ernesto: Llegó a las instalaciones de esa entidad a las 7:30 a.m., y a las 6:00 p.m. le informaron que la motorina no aparecía; debía hacer una reclamación formal.
Hizo la reclamación ante una funcionaria llamada Olguita, quien le informó que en 60 días tendría respuesta, y de no aparecer el equipo, lo dispuesto era el pago de 20 CUC por cada kilogramo del producto. Y en el documento estaba bien precisado que el peso de la motorina era 135 kilogramos, por lo cual debían pagarle 2 714 CUC.
En octubre de 2018 lo citaron de nuevo a presentase en Aerovaradero para el reconocimiento de la motorina, pues, supuestamente, había aparecido. Y luego de varios intentos infructuosos por teléfono para que le aseguraran que era el mismo equipo enviado y no hacer un viaje a La Habana por gusto, se presentó en Aerovaradero.
Allí le mostraron una motorina que nada tenía que ver con la enviada, mucho más pequeña, y no en buen estado técnico. Faltaba el documento o router que trae pegado el paquete desde que sale de origen hasta el destino. Y tenía pegada una hoja blanca con datos escritos a plumón.
«Como cualquier persona en este estado de desamparo legal, señala, he realizado correspondencias a la Contralía General de la República, el Consejo de Estado y la Corporación de la Aviación Civil (Cacsa), analizadas y renviadas a Aerovaradero, el Ministerio de Transporte y otras entidades que tienen que ver con el caso, para solucionar mi situación». Y el 6 de mayo pasado lo citaron para informarle que ya estaba hecho el cheque. Fue el 7 de mayo a recogerlo, y el mismo refería un monto de 1 150 CUC. Daniel Ernesto se opuso y lo reflejó por escrito en el Departamento de Contabilidad de Aerovaradero.
«Es una violación de la disposición vigente —establecida por la Empresa—, en el momento de la reclamación, afirma, además de no cubrir el precio de compra del equipo, y dejando de pagar además su envío aéreo.
«Me orientaron continuar con el proceso de reclamación, pero con la total certeza de que no iban a pagar lo pactado por problemas internos de la empresa: Y pregunto: ¿Dónde está el amparo legal de los clientes?, ¿hasta cuándo estos tienen que pagar por los problemas internos de la empresa?».
José A. Ortega Meseguer (Guanabacoa 670, entre Herrera y Compromiso, Luyanó, La Habana) describe en su carta los principales daños ocasionados a ese edificio por el tornado que azotó La Habana:
Afectación de su estructura. Arrancó una esquina del tanque madre de agua que se encuentra en la azotea y está rajado, así como las seis tapas correspondientes. Desprendió parte de la ventana situada en la escalera en la azotea. Arrancó el repello de la pared del patinejo. La esquina norte del edificio perdió repello y parte del concreto, quedando las cabillas al descubierto. Y daños menores como repello de balcones y roturas de cristales.
Entonces fueron bien atendidos. Les tomaron todos los datos y les plantearon que la Comisión que atendía Edificios Múltiples los visitaría para evaluar los daños.
«Desde entonces estuvimos esperando, yendo cada semana, hasta el cierre de las oficinas creadas para la recuperación. Y posteriormente nos dirigimos al Gobierno Municipal, donde se nos plantea lo mismo: esperar por la visita de los técnicos para evaluar los daños.
«Ya han trascurrido más de cuatro meses y el tanque de agua está provocando filtraciones en el techo de la casa de la vecina ubicada debajo del mismo, así como filtraciones por las paredes cada vez que llueve.
«Estamos conscientes de que los casos de mayor afectación constituyen la prioridad del Gobierno en las soluciones, que con prontitud y calidad, organizadamente, se han ido buscando: pero nuestros daños también cuentan entre los efectos del tornado, y se siguen dilatando la visita y la posterior solución. Lo que hoy puede ser menor se pudiera convertir en un problema de envergadura», concluye.