Acuse de recibo
Cuando el Gobierno cubano está llamando a atender con eficacia y diligencia a la ciudadanía, y a desterrar obstáculos, molestias e ineficiencias en los trámites de la población, Yuri Vázquez Goyanes relata tensionantes experiencias en las oficinas de la Empresa de Gas Licuado en el municipio capitalino de Arroyo Naranjo, localizadas en Calzada de Diez de Octubre, entre Mario y Gustavo.
Yuri, quien reside en calle 7ma. No. 260, entre Rosales y Laureles, en el Reparto Eléctrico, cuenta que para la realización de contratos de gas licuado, ya a las ocho de la mañana, hora de apertura, los empleados que atienden ese servicio delimitan la cola con el último que van a atender en el día. O sea, que a esa temprana hora se determina que no se atenderá a más nadie que llegue después.
Precisa el lector que al presentarse por primera vez allí para el trámite de contratación, a las 8:30 a.m., al último de la cola le habían orientado que «no diera el último». Y al decirles él que tenía necesidad de solucionar su problema, la respuesta fue que con la cantidad de personas a atender ya se ocuparía la jornada completa.
Para colmo, refiere, la realización de un contrato es lenta, con un estimado de dos clientes por hora. Y ello obliga a las personas a marcar en la cola desde horas muy tempranas de la madrugada.
Manifiesta que en la entidad no se ofrece ninguna información visual sobre los días y horarios de atención a la población, ni los documentos a presentar para el contrato. Al preguntar, verbalmente le transmitieron que se atendía solo los días 5 y 25 de cada mes. Y al esperar al día indicado para tal gestión, entonces se le dijo que se hacían los lunes, miércoles y viernes.
Yuri considera que esos servicios, los cuales obligan a faltar al trabajo y a afectar a terceros en la cadena de los obstáculos, debían extenderse a los sábados, que no son días laborables para muchos trabajadores.
El lector tiene la esperanza de que su mensaje se tenga en cuenta, de manera que ayude a mejorar la calidad de esos servicios. Y este redactor pregunta: ¿No hay forma de organizarlo todo mejor, en aras de la satisfacción del cliente, y no supeditar a este a las reglas del que brinda el servicio?
Aparecen oportunamente, cuando las entidades de acueductos, que son estatales, no son capaces de garantizar eso que llaman «el vital líquido».
Nelson Rodríguez Pérez cuenta que en la localidad Fray Benito, del municipio holguinero de Rafael Freyre, el agua es una urgencia. Los pozos existentes son salobres en su inmensa mayoría. Hay uno que salva la honrilla, el cual es aprovechado por aguateros con sus respectivas «pipas» de tracción animal. Venden el agua, con precios exorbitantes para las personas que viven de un salario, una pensión o con la ayuda de la Asistencia Social.
«Realmente es un abuso que sucede ante la vista de las autoridades, sin que estas tomen cartas en el asunto —manifiesta—. Y Acueducto municipal envía una pipa con un ciclo de tres meses o más, lo cual hace más difícil y engorrosa la situación, especialmente para los ancianos y jubilados, que quedan a merced de estos mercaderes del agua».
Refiere Nelson que el pueblo cuenta con la instalación de mangueras en casi todas las calles, que están allí por gusto.
«Fue una inversión improductiva, porque no funcionan, dice. Despilfarrar recursos en un país bloqueado y sitiado por el imperio más poderoso que haya conocido la historia de la humanidad, califica como una indolencia, una negligencia. O peor: un error costosísimo, que daña la credibilidad de las masas en quienes, su primer encargo social debe ser administrar con eficacia los recursos del Estado».
Asegura el remitente que el problema se plantea en todas las rendiciones de cuenta del delegado del Poder Popular hace tiempo. Al parecer, añade, es necesario traer el agua, construir una conductora y una potabilizadora. Sin embargo, no se ha materializado gestión alguna, concluye.