Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

El misterio de la maleta desaparecida

Juana María Hernández Morfa (Montera 107, entre Pobre y Rosario, Camagüey) partía a cumplir misión de colaboración en la Salud en Guatemala, y por razones ajenas a su voluntad se suspendió la salida.

Y retornó a su provincia desde La Habana el 4 de diciembre de 2018.  El ómnibus salió a las 9:00 p.m. de ese día, en un ómnibus Transtur que situó el Ministerio de Salud Pública para trasladar colaboradores, con una tripulación procedente de Matanzas.

Lo triste fue que, al arribar a la ciudad de Camagüey, primera parada oficial del ómnibus, su equipaje no aparecía, «alegando los choferes que el maletero se había abierto, y la única maleta que se cayó fue la mía, y el maletero estaba perfectamente cerrado».

De inmediato, Juana María se dirigió a la unidad policial sita en el reparto Julio Antonio Mella de esa ciudad, e hizo la correspondiente denuncia, con el número 44386/2018.

«Hasta la fecha (16 de enero, día en que me escribió) nadie se ha acercado a mí, para dar una respuesta sobre la pérdida de mi equipaje, y yo estoy esperando la salida para cumplir misión en cualquier momento. Y perdí todo lo que contenía el equipaje para estar en otro país, al menos dos años. ¿Con qué equipaje me voy?

«¿Quién responde en Transtur por la pérdida de mi equipaje? ¿Es cierto que se abrió el maletero y solo se cayó mi maleta? ¿Cómo, al llegar a Camagüey, el maletero estaba perfectamente cerrado?», concluye Juana María.

Sin perder la ternura

Adelaida Flores Benítez, trabajadora social en la rama de Siquiatría que atiende las adicciones en el hospital 10 de Octubre, de la capital, y en el recién inaugurado Centro Comunitario de Salud Mental de ese municipio, me confiesa que, con tantos años de labor, posee una mirada muy aguda para captar la calidad en los servicios de salud.

Por eso comparte con nuestros lectores la experiencia que tuvo, cuando su esposo, después de una intervención quirúrgica bastante complicada, necesitó los servicios del cuerpo de guardia del policlínico Pasteur, para recibir tratamiento por vía intravenosa.

«Cada tarde, recuerda, desde el primero hasta el último empleado, nos recibían con una sonrisa, una palabra cariñosa, una frase de aliento frente a cada signo de mejoría, lo que nos hacía transitar por tan difícil momento, entre personas con muchísima profesionalidad, ética y calidad humana. Sin perder la ternura, como dijera el Che».

Además, recalca, allí rigen la limpieza, el orden y la disciplina, sin que eso afecte la alegría y el compañerismo entre el personal. Y destaca el personal de Enfermería de los turnos de la tarde, cuidadoso de cada detalle, incluidos su porte y aspecto.

Mención especial dedica a las doctoras Idaysi y Annabel, que tuvieron que ver con la detección del problema de mi esposo y su intervención quirúrgica. «Ellas comparten esa maravillosa mezcla de profesionalidad, dulzura y paciencia, que tanto nos ayudó en tan difícil etapa.

«A todos los recordaremos siempre con gratitud, admiración, respeto y orgullo; porque ante la indolencia y maltrato cotidiano que puede registrarse en cualquier sitio, siento que no es en vano todo lo que traté de transmitir a los alumnos que he ayudado a formar en mi especialidad», concluye Adelaida.

Otra mirada para un caso crítico

Gilda Romero Santiesteban (calle 6FA, entre 20 de Mayo e Independencia, Reparto Santiesteban, Holguín) cuenta que ya hace un año trajo a vivir con ella a su madre de 91 años, con demencia senil y una chequera entonces de 147 pesos, como beneficiaria de la Asistencia Social. Y Gilda es jubilada por enfermedad, operada de cáncer de mama, con una chequera de 270 pesos.

Pues, ya cuando la anciana llevaba más de seis meses en casa de Gilda, le retiraron la chequera de Asistencia Social en Seguridad Social de Holguín. Y les dijeron que para que la señora continuara con la misma, tenía que seguir viviendo sola.

«No podía yo salir de mi asombro», manifiesta Gilda, y añade que este caso debía tener otra mirada, muy puntual, pues en un país que envejece demográficamente, las necesidades, lejos de disminuir, se multiplican.

«Ya no sé qué voy a hacer, refiere, pues el dinero hace falta para los alimentos y los medicamentos. Por favor, ayúdenme».

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.