Acuse de recibo
Aunque vive en Asentamiento Aserrío, Edificio 13, apto. 16, entre Martí y Yarayo, en el reparto Los Olmos, de Santiago de Cuba, Jesús Cabrera Arguelles siente orgullo de su tierra natal, Manzano de Majaguabo, del municipio santiaguero de San Luis, donde aún viven sus familiares y no pocos amigos.
Él visita cada fin de año su terruño y afirma que ya hace tiempo se encuentra en una situación de abandono preocupante. Los viales y caminos que comunican a la comunidad con otros asentamientos y poblados están intransitables, llenos de huecos, zanjas y desvíos.
«Pobres de los operados y enfermos que por necesidad deben ser trasladados por allí, refiere. Parte de esa odisea ocurre en el tramo de San Luis hasta el central Chile, donde único se observa lo poco que queda del pavimento de antaño.
«El resto del recorrido hasta el Paraíso y más, casi parecido, pero sin rastro de lo que fue. Cuando llega la temporada de lluvias es un infierno viajar con los atasques de los carros cargados de mercancías. Y lo más importante: las vidas humanas que se han visto en grandes apuros; sin dejar de mencionar las condiciones del transporte particular y sus precios, porque el estatal, establecido hace poco tiempo, no es estable en su funcionamiento».
Precisa Jesús que en todo ese trayecto hay centros escolares: el politécnico agropecuario, cuyo nivel de deterioro se observa a distancia; la secundaria de Chile, e innumerables escuelas primarias. «Sería bueno que revisaran, expresa, pues la escuela primaria Los Maceo, ubicada en el Manzano de Majaguabo, aunque se reportó en buen estado para el inicio del curso, hoy está inhabilitada, con peligro de derrumbe. Y los niños reciben clases en casa de la maestra».
Otro problema es la desatención a los monumentos históricos dedicados a los mártires, específicamente el que se halla frente a la sala de video, erigido a Francisco Llamos García y Eduardo Izquierdo Quiñones, jóvenes asesinados por las hordas batistianas el 5 de abril de 1958. La tarja se encuentra en un estado paupérrimo.
«Por esa vía pasan innumerables transportes de todos los niveles, dígase de la Agricultura, Alimentación, Salud Pública, dirigentes y trabajadores de las cooperativas, y todo tipo de personas. ¡Y que nadie se sensibilice ante tanta negligencia y abandono!», plantea.
Señala que en la década de los 80 había otras condiciones que hacían más gustosa la vida a los pobladores. Y reconoce que no puede comparar aquellos años con estos, pues el lugar perdió el interés económico que tenía. Pero no se justifica, precisa, la situación que existe por esos lares.
«El que conoce por la historia patria la importancia del lugar —expresa— no puede olvidar que allí estuvo, y quedan los vestigios, la antigua finca de la familia los Maceo, convertida por un tiempo en museo local y hoy en ruinas… Por esos mismos caminos transitaba el joven masón Antonio Maceo y Grajales, quien trasladaba con arrias de mulos los productos para la venta en el mercado único de la ciudad de Santiago de Cuba, como sustento de la familia».
Jesús piensa que «no debe justificarse el abandono y la chapucería, con la falta de recursos, a estas alturas de la Revolución». Y sugiere un programa que vaya atendiendo el arreglo o reparación, con calidad y eficiencia, del vial de San Luis hacia el antiguo central Chile, hasta el hospital del Paraíso; y de las escuelas primarias del Consejo Popular El Palmar.
Propone que se revise y atienda el conjunto de tarjas y monumentos del Consejo, en especial el de los mártires en Manzano de Majaguabo. Y que, por favor, no ubiquen a su alrededor las actividades festivas de la comunidad, con pipas de cerveza, pues congregan a los bebedores allí, incitando al irrespeto y la indisciplina social hacia esos símbolos de la historia local.
Aconseja que se hagan encuestas a los lugareños, para conocer sus insatisfacciones y aspiraciones de mejor vida, como una manera de frenar la migración desde esos campos hacia las zonas urbanas. Ejemplo: eliminar las innumerables tendederas eléctricas allí por el Sistema Eléctrico Nacional.
«Así podríamos levantar el ánimo y deseos de continuar la vida en esa tierra prodigiosa que la naturaleza nos dio», concluye Jesús.