Acuse de recibo
Seguramente, la granmense Ana Ávalo Figueredo tuvo que echar mano a toda la sicología que estudió y ejerce en el Hospital Provincial Clínico Quirúrgico Docente Celia Sánchez Manduley, de su ciudad, para no salirse de los cabales ante aquella respuesta.
Su mamá, de 69 años, había reportado desde el 8 de mayo último la necesidad de limpieza de fosa en el hogar de ambas, sito en el municipio de Manzanillo, calle León No. 288, entre Tivolí y Girona. Pero como pasaban los meses y nada, Ana tomó cartas en el asunto y llamó a la oficina correspondiente, ubicada en la calle Mártires de Vietnam, entre Maceo y Masó.
Finalmente, el pasado 16 de agosto «alrededor de las 10:40 a.m., llegó el carro a mi casa (chapa B141193), con dos compañeros además del chofer, (…) todos de Campechuela. No demoraron ni 30 minutos para efectuar su trabajo (...), la fosa me la dejaron igual que como estaba, solo halaron el agua que se dijo que había que suministrarles para ayudar a la limpieza…», evoca la doliente.
«Al observar esto —apunta— mi mamá y yo nos dirigimos hacia afuera de la casa, para que nos explicaran por qué ese trabajo tan incompleto (…), y el chofer me respondió que en el lugar donde él vivía se le pagaba a una persona particular para que lo hiciera. Inmediatamente molesta, por supuesto, intervine y le pregunté el nombre, por eso es que lo conozco (…), él lo dijo sin miedo, como lo que había dicho antes (de una acera a otra) porque ni se dirigió a donde nos encontrábamos, que era lo correcto. Hizo testigos de la situación a todos los vecinos que estaban en la calle, y hasta al carpintero que se encontraba en mi casa colocando una puerta…».
Pero la mayor sorpresa que se llevaría la mujer no era esa. Al día siguiente llamó a la entidad correspondiente, y la compañera Bárbara le orientó con amabilidad que contactara con el director. Luego de intensas gestiones fallidas, el martes 21 de agosto logró la interesada conversar por teléfono con el Director. Después de relatarle el incidente, «me respondió que qué quería que él hiciera, que me dirigiera nuevamente a pagar otro viaje para que me realizaran la limpieza. No continué hablando con él…».
Decepcionada, la cubana se hace varias preguntas, a las que este redactor se suma: ¿Debe demorarse más de tres meses la limpieza de una fosa que colinda con tantas viviendas, y que pertenece a una casa donde viven incluso un niño y una adulta mayor? «¿Debe una persona que representa al Estado mandarme con un particular a que este me realice el trabajo por el cual yo ya le pagué a su empresa? ¿La máxima autoridad de esa empresa, debe responderme así como él lo hizo, o debe buscar alternativas para remediar lo que sus subordinados hicieron inadecuadamente?». Urgen las respuestas.